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De regreso a casa [libre]
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De regreso a casa [libre]
Todo había cambiado desde ese día, su vida había dado un giro radical… por una extraña razón no recordaba su nombre, su rostro, su casa, solo sabía que lo había conocido, que había estado en su casa y que pasaron la mejor velada que en su vida había tenido, por extraño que pareciera, recuerda que esa noche no lo beso, no paso más allá de miradas, palabras, sonrisas, lagrima, verdades… en fin muchas cosas que jamás había imaginado antes, después de ese día su vida había cambiado, pensaba en un ser al cual no recordaba su rostro, su voz y mucho menos su nombre, por estúpido que fuera, no lo recordaba y eso le dolía ya que es demasiado tonto pensar en alguien al cual no se tiene pista alguna.
Habían pasado 4 meses desde ese día, afortunadamente un viaje al extranjero había llegado para que crezca en el ámbito laboral, provocando que se vaya de casa por un largo tiempo, Thais, su prima le hablaba casi a diario para saber si estaba bien, si estaba cómoda, tranquila y todo lo demás, la rubia no se sentía tan mal ya que inconscientemente su prima estaba siendo un gran apoyo para ella. 4 meses, 4 largos meses de ausencia, de haber dejado a su gente, trabajo, su vida, su casa y a su hermana. El día de volver a casa había llegado, extrañamente pidió que se haga nada especial a su regreso, solo deseaba llegar a casa, dormir por largas horas, no quería hacer nada. Durante día y medio se paso durmiendo, soñando con ese misterioso hombre al cual no recuerda, sintiendo que luego de tanto sufrimiento en su larga vida, la tranquilidad había llegado, sin embargo, no deja de ser un sueño, Thais, a cada rato entra a su habitación corroborando que se encuentre bien y no le este pasando nada. El letargo es extenso y más cuando su corazón es el que esta regente en este momento.
Al despertar, piensa en darse un baño, observa el reloj de pared y frunce el seño al ver la hora, suspira y entra a cuarto de baño, llena la tina con agua tibia y un jabón liquido olor a jazmines, sales y demás esencias relajantes para el cuerpo, se introduce en la tina y se relaja un por un largo tiempo. Al salir del baño, seca su cuerpo, mismo que despide una fragancia agradable, viste con ropa cómoda y a la vez abrigadora, puesto que el ambiente anda un poco helado por la estación de año, peina y sale de su habitación, su prima la espera con la cena lista, y se disponen a cenar juntas… la cena se prolonga por horas, ya que la conversación se prolongo por mucho tiempo, Thais esta feliz con su novio y eso le llena de felicidad, mientras que Yaiza, solo habla del curso, trabajo y todo lo aprendido en este tiempo.
Una vez terminada la cena, decide salir de paseo por un rato, la noche luce estupenda y es idónea para recorrer la ciudad, sale en su auto para dar un largo paseo. Su vista se ve distraída en la iluminación y decoración navideña, no puede negar que estas fechas la ponen un poco melancólica por su familia, pero fuera de ello, son fechas para valorar lo que tiene y porque aun esta con vida. Se detiene en el centro de la ciudad, aparca el auto en un lugar estratégico y comienza a caminar por las calles, respirando el aroma navideño, observando a la poca gente que transita por la ciudad. Camina y llega hasta un pequeño almacén de antigüedades, observa cada uno de los artículos que ahí están y sonríe.
-ya cerraron- se lamenta por no haber llegado a tiempo y así comprar algo. Sabe que por la mañana encontrará algo lindo que comprar, sonríe de medio lado y se mantiene de pie observando el aparador de cristal, suspira y arruga la nariz. Se rasca La cabeza y camina hacia una de las bancas que ahí están, se sienta sin perder de vista el aparador, extrañamente la figura de un ángel es quien la tiene cautivada, extraño, porque no es creyente pero, por alguna extraña razón la observa con cierta peculiaridad.
Habían pasado 4 meses desde ese día, afortunadamente un viaje al extranjero había llegado para que crezca en el ámbito laboral, provocando que se vaya de casa por un largo tiempo, Thais, su prima le hablaba casi a diario para saber si estaba bien, si estaba cómoda, tranquila y todo lo demás, la rubia no se sentía tan mal ya que inconscientemente su prima estaba siendo un gran apoyo para ella. 4 meses, 4 largos meses de ausencia, de haber dejado a su gente, trabajo, su vida, su casa y a su hermana. El día de volver a casa había llegado, extrañamente pidió que se haga nada especial a su regreso, solo deseaba llegar a casa, dormir por largas horas, no quería hacer nada. Durante día y medio se paso durmiendo, soñando con ese misterioso hombre al cual no recuerda, sintiendo que luego de tanto sufrimiento en su larga vida, la tranquilidad había llegado, sin embargo, no deja de ser un sueño, Thais, a cada rato entra a su habitación corroborando que se encuentre bien y no le este pasando nada. El letargo es extenso y más cuando su corazón es el que esta regente en este momento.
Al despertar, piensa en darse un baño, observa el reloj de pared y frunce el seño al ver la hora, suspira y entra a cuarto de baño, llena la tina con agua tibia y un jabón liquido olor a jazmines, sales y demás esencias relajantes para el cuerpo, se introduce en la tina y se relaja un por un largo tiempo. Al salir del baño, seca su cuerpo, mismo que despide una fragancia agradable, viste con ropa cómoda y a la vez abrigadora, puesto que el ambiente anda un poco helado por la estación de año, peina y sale de su habitación, su prima la espera con la cena lista, y se disponen a cenar juntas… la cena se prolonga por horas, ya que la conversación se prolongo por mucho tiempo, Thais esta feliz con su novio y eso le llena de felicidad, mientras que Yaiza, solo habla del curso, trabajo y todo lo aprendido en este tiempo.
Una vez terminada la cena, decide salir de paseo por un rato, la noche luce estupenda y es idónea para recorrer la ciudad, sale en su auto para dar un largo paseo. Su vista se ve distraída en la iluminación y decoración navideña, no puede negar que estas fechas la ponen un poco melancólica por su familia, pero fuera de ello, son fechas para valorar lo que tiene y porque aun esta con vida. Se detiene en el centro de la ciudad, aparca el auto en un lugar estratégico y comienza a caminar por las calles, respirando el aroma navideño, observando a la poca gente que transita por la ciudad. Camina y llega hasta un pequeño almacén de antigüedades, observa cada uno de los artículos que ahí están y sonríe.
-ya cerraron- se lamenta por no haber llegado a tiempo y así comprar algo. Sabe que por la mañana encontrará algo lindo que comprar, sonríe de medio lado y se mantiene de pie observando el aparador de cristal, suspira y arruga la nariz. Se rasca La cabeza y camina hacia una de las bancas que ahí están, se sienta sin perder de vista el aparador, extrañamente la figura de un ángel es quien la tiene cautivada, extraño, porque no es creyente pero, por alguna extraña razón la observa con cierta peculiaridad.
Yaiza Miller- #} ordinary people
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Fecha de inscripción : 11/08/2011
Localización : En tu cama
Re: De regreso a casa [libre]
Hacía ya cinco años de aquel trato. Y ese era el momento en el que debía cobrar lo que se me había prometido hacía años. Pero, claro, sabía que no me lo iban a entregar fácilmente. Uno puede prometer la luna y mas, todo lo que sea en los momentos de mas puro desespero, pero cuando aquel mal pasaba, y la situación se estancaba en un relajante y seguro punto era complicado entregar aquello que se había prometido. Pero un trato es un trato, y no podía ser roto de aquella forma tan sencilla. De hecho, no podía ser roto de ninguna manera. Las personas que estaban dispuestas a hacer ese tipo de tratos con los demonios sabían a la perfección que, una vez hecho, el contrato no podía ser roto. Y, puesto que yo ya había cumplido con la parte del trato que me correspondía, ahora le tocaba a la otra parte. Ahora me tocaba a mi cobrar la recompensa que me había ganado con aquel trato. Porque, claro, no iba a hacer un trato que no me beneficiara generosamente a mi. Como todos los tratos, supongo. Ellos no lo sabían, no podían imaginar lo que se les venía encima, a pesar de haberles remarcado cual sería el precio que tendrían que pagar para que lo que ellos desearan se cumpliera. Pensaban que tenían tiempo, que la fecha asignada para el pago estaba todavía lejana, por lo que no debían preocuparse de nada. Sin embargo, el tiempo pasa muy deprisa, y antes de que se dieran cuenta....la hora del pago ya había llegado.
Todos los tratos eran únicos, por lo que perfectamente recordaba el día en el que, cinco años antes, había cerrado aquel....
En un sombrío callejón de Londres, un hombre yacía arrodillado en el suelo, entre lágrimas y gemidos. Ante él, una figura se erguía sin mostrar ninguna emoción, sin que las súplicas de aquel hombre hicieran ninguna mella en su rostro, tan duro y sin sentimientos como si estuviera tallado en mármol. El suplicante portaba en sus manos un reloj de bolsillo, que avanzaba lentamente con su rítmico tic-tac, marcando el devenir del tiempo, aquel precioso tiempo que se escapaba tan rápido, ese tiempo que el hombre no disponía. Levantó la vista y clavó sus ancianos ojos en la figura que lo mira, en espera a que el hombre procediera a su petición. La pétrea figura no tiene ninguna prisa, y sabe esperar pacientemente a que el anciano pronunciara sus palabras. Había sido aquel viejo quien lo había llamado, era él quien lo necesitaba. Debía ser paciente, puesto que la recompensa por aquel trato beneficiaría al joven enormemente.
-Entonces....¿lo harás?.-preguntó por fin el anciano, con voz débil y temblorosa, aterrado por el aura maligna que irradiaba la figura joven. - ¿Puedes salvarla?- añadió, mostrandole a la figura la foto que portaba en una de las caras de su reloj: una mujer mayor, con el pelo canoso y cara pálida y enfermiza. Su mujer. El hombre joven asintió una sola vez, y la cara del anciano se relajó, claramente aliviado por la aceptación de la oferta.
En ese momento, la joven figura tendió su mano hacia el anciano para que la estrechara: quería formalizar el trato. Una vez mas, el viejo hombre dudó, puesto que el precio que tenía que pagar por ello era muy alto, y eso le asustaba. Pero pareció que el amor pudo mas que el miedo, porque, tras unos momentos de vacilación, su temblorosa mano estrechó la firme mano del joven, haciendo efectivo el trato. Una sonrisa de satisfacción recorrió el rostro del joven, y, por primera vez en toda aquella tarde, el anciano pudo oír la voz del joven, una voz suave aunque carente de humanidad. -Trato hecho.-susurró el joven, mientras sus pupilas desaparecían engullidas por la negrura que se extendió por sus ojos, revelando al ser maligno que era en realidad.
Y allí estaba, cinco años después. Ese era el tiempo que habíamos convenido hasta que llegara para cobrar lo que me pertenecía. Ese era el tiempo que tenía para disfrutar con lo que le había proporcionado, con la salud que su mujer había recuperado gracias a mi. Si, ese estúpido viejo había sacrificado su vida por que curara a su mujer, y que así pudiera seguir viviendo. Pero no solo su vida. Su alma también. Ese era el precio que había exigido por tal acción, esa era mi recompensa, que estaba dispuesto a cobrar aquel mismo día. Y ya lo creo que lo haría. No había nada que me gustara mas que un trabajo bien hecho. Y si ese trabajo bien hecho lo había realizado yo, tanto mejor.
Me paré frente al lugar en el que se supone que estaría aquel anciano: la tienda de antigüedades, adornada con los motivos navideños que eran normales para esa época. Todo el centro estaba lleno de esas lucecitas, de esa decoración tan típica de esas fechas que prodigaban tanta paz y amor que sería insoportable si no fuera porque esa supuesta paz y amor solo era aparente. En esa época no se daba mas paz y amor que en cualquier otra fecha del año: los humanos tenían una capacidad limitada de amar, y no podían dar mas de la estipulada. Aunque lo sorprendente de ellos era que su capacidad de destruir si parecía aumentar mas y mas cada año, lo cual era bueno para el negocio. Pese a ser criaturas la mas de estúpidas, había que reconocer que los humanos eran sorprendentes.
La tienda en cuestión a la que me dirigía resultó estar cerrada. Contrariado, miré el escaparate, esperando averiguar la ubicación de ese hombre, que ahora parecía rehuir cuando tenía que pagar lo acordado. Seguramente ya no se encontraba allí, y aunque rompiera la ventana del local para mirar en el interior, era seguro que no lo encontraría allí dentro. Habría huido, presa del miedo, seguramente muy lejos, sin pensar que podría seguirlo a donde quisiera y mas. Pero no iba a ser aquella noche. Aunque el tiempo había llegado a su fin y el trato exigiera ser cumplido, nada podía hacer sin el hombre que tenía que pagar. Lo acabaría encontrando, ya lo creo. Solo era cuestión de tiempo, y con muy poco esfuerzo, aquel hombre caería en mis garras, y nada de lo que pudiera hacer lo salvaría de pagar lo que estaba acordado. Sin embargo, otra cosa llama mi atención. Una figura conocida se refleja en el cristal, y con satisfacción puedo ver que la reconozco, aunque se trate de una simple humana. Es esa humana que estaba en la fiesta de verano, protegida por las dos ángeles, que al final inexplicablemente salió viva de aquel sitio. Pero hoy no tiene protección. No hay ángeles guardándola, sino que está sola, sentada en un banco. Una víctima fácil. Demasiado, quizás.
-Es precioso, ¿a que si? .-le pregunté al acercarme a ella, refiriéndome a aquella figura del ángel que estaba en la tienda. No es que me gustaran los ángeles, pero no podía negar que era bello. Sabía apreciar la belleza, y no tenía ningún problema en afirmar que un ángel era bello, fuera real o una figura, puesto que tenía ojos en la cara, y sabía diferenciar aquello que era bello de lo que no lo era. - Un gusto volver a verte.- la saludé, tocando mi gorro de lana como si fuera uno de esos gorros de ala ancha con los que los humanos de otra época saludaban a las damas. Me apoyé en el banco, mientras seguía con la mirada puesta sobre la tienda de aquel hombre. Bueno, puede que no pudiera llevarme el alma de aquel hombre que me había prometido hacía cinco años, pero quizás pudiera llevarme el alma de aquella humana. Ya se sabe: cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana.
Todos los tratos eran únicos, por lo que perfectamente recordaba el día en el que, cinco años antes, había cerrado aquel....
En un sombrío callejón de Londres, un hombre yacía arrodillado en el suelo, entre lágrimas y gemidos. Ante él, una figura se erguía sin mostrar ninguna emoción, sin que las súplicas de aquel hombre hicieran ninguna mella en su rostro, tan duro y sin sentimientos como si estuviera tallado en mármol. El suplicante portaba en sus manos un reloj de bolsillo, que avanzaba lentamente con su rítmico tic-tac, marcando el devenir del tiempo, aquel precioso tiempo que se escapaba tan rápido, ese tiempo que el hombre no disponía. Levantó la vista y clavó sus ancianos ojos en la figura que lo mira, en espera a que el hombre procediera a su petición. La pétrea figura no tiene ninguna prisa, y sabe esperar pacientemente a que el anciano pronunciara sus palabras. Había sido aquel viejo quien lo había llamado, era él quien lo necesitaba. Debía ser paciente, puesto que la recompensa por aquel trato beneficiaría al joven enormemente.
-Entonces....¿lo harás?.-preguntó por fin el anciano, con voz débil y temblorosa, aterrado por el aura maligna que irradiaba la figura joven. - ¿Puedes salvarla?- añadió, mostrandole a la figura la foto que portaba en una de las caras de su reloj: una mujer mayor, con el pelo canoso y cara pálida y enfermiza. Su mujer. El hombre joven asintió una sola vez, y la cara del anciano se relajó, claramente aliviado por la aceptación de la oferta.
En ese momento, la joven figura tendió su mano hacia el anciano para que la estrechara: quería formalizar el trato. Una vez mas, el viejo hombre dudó, puesto que el precio que tenía que pagar por ello era muy alto, y eso le asustaba. Pero pareció que el amor pudo mas que el miedo, porque, tras unos momentos de vacilación, su temblorosa mano estrechó la firme mano del joven, haciendo efectivo el trato. Una sonrisa de satisfacción recorrió el rostro del joven, y, por primera vez en toda aquella tarde, el anciano pudo oír la voz del joven, una voz suave aunque carente de humanidad. -Trato hecho.-susurró el joven, mientras sus pupilas desaparecían engullidas por la negrura que se extendió por sus ojos, revelando al ser maligno que era en realidad.
Y allí estaba, cinco años después. Ese era el tiempo que habíamos convenido hasta que llegara para cobrar lo que me pertenecía. Ese era el tiempo que tenía para disfrutar con lo que le había proporcionado, con la salud que su mujer había recuperado gracias a mi. Si, ese estúpido viejo había sacrificado su vida por que curara a su mujer, y que así pudiera seguir viviendo. Pero no solo su vida. Su alma también. Ese era el precio que había exigido por tal acción, esa era mi recompensa, que estaba dispuesto a cobrar aquel mismo día. Y ya lo creo que lo haría. No había nada que me gustara mas que un trabajo bien hecho. Y si ese trabajo bien hecho lo había realizado yo, tanto mejor.
Me paré frente al lugar en el que se supone que estaría aquel anciano: la tienda de antigüedades, adornada con los motivos navideños que eran normales para esa época. Todo el centro estaba lleno de esas lucecitas, de esa decoración tan típica de esas fechas que prodigaban tanta paz y amor que sería insoportable si no fuera porque esa supuesta paz y amor solo era aparente. En esa época no se daba mas paz y amor que en cualquier otra fecha del año: los humanos tenían una capacidad limitada de amar, y no podían dar mas de la estipulada. Aunque lo sorprendente de ellos era que su capacidad de destruir si parecía aumentar mas y mas cada año, lo cual era bueno para el negocio. Pese a ser criaturas la mas de estúpidas, había que reconocer que los humanos eran sorprendentes.
La tienda en cuestión a la que me dirigía resultó estar cerrada. Contrariado, miré el escaparate, esperando averiguar la ubicación de ese hombre, que ahora parecía rehuir cuando tenía que pagar lo acordado. Seguramente ya no se encontraba allí, y aunque rompiera la ventana del local para mirar en el interior, era seguro que no lo encontraría allí dentro. Habría huido, presa del miedo, seguramente muy lejos, sin pensar que podría seguirlo a donde quisiera y mas. Pero no iba a ser aquella noche. Aunque el tiempo había llegado a su fin y el trato exigiera ser cumplido, nada podía hacer sin el hombre que tenía que pagar. Lo acabaría encontrando, ya lo creo. Solo era cuestión de tiempo, y con muy poco esfuerzo, aquel hombre caería en mis garras, y nada de lo que pudiera hacer lo salvaría de pagar lo que estaba acordado. Sin embargo, otra cosa llama mi atención. Una figura conocida se refleja en el cristal, y con satisfacción puedo ver que la reconozco, aunque se trate de una simple humana. Es esa humana que estaba en la fiesta de verano, protegida por las dos ángeles, que al final inexplicablemente salió viva de aquel sitio. Pero hoy no tiene protección. No hay ángeles guardándola, sino que está sola, sentada en un banco. Una víctima fácil. Demasiado, quizás.
-Es precioso, ¿a que si? .-le pregunté al acercarme a ella, refiriéndome a aquella figura del ángel que estaba en la tienda. No es que me gustaran los ángeles, pero no podía negar que era bello. Sabía apreciar la belleza, y no tenía ningún problema en afirmar que un ángel era bello, fuera real o una figura, puesto que tenía ojos en la cara, y sabía diferenciar aquello que era bello de lo que no lo era. - Un gusto volver a verte.- la saludé, tocando mi gorro de lana como si fuera uno de esos gorros de ala ancha con los que los humanos de otra época saludaban a las damas. Me apoyé en el banco, mientras seguía con la mirada puesta sobre la tienda de aquel hombre. Bueno, puede que no pudiera llevarme el alma de aquel hombre que me había prometido hacía cinco años, pero quizás pudiera llevarme el alma de aquella humana. Ya se sabe: cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana.
Adrik L. Bahuer- #} i'm a demon
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Edad : 31
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Re: De regreso a casa [libre]
Los minutos transcurren con bastante lentitud, el viento helado sopla con fuerza, las mejillas rosadas de la castaña se van tornando lentamente en a un color rojizo por lo gélido del ambiente, las copas de los árboles danzan de un lado a otro resonando una dulce y fría melodía, las ramas provocan que lentamente vaya cerrando los ojos, sus sentidos poco a poco se van mimetizando dando paso a una pequeña fusión entre la naturaleza y sus sentidos. Una ligera sonrisa se dibuja en su rostro, mientras en la oscuridad puede ver un pequeño destello de luz blanca, un cálido sentir comienza a embargar su cuerpo, puede sentir paz y cierta tranquilidad. Poco a poco se destello comienza a tomar forma, dando paso a un pequeño nerviosismo se apodera de ella, hasta que una voz externa se manifiesta, provocando un pequeño brinco de sorpresa.
-¿Em?- musita con cierta confusión –Si lo es… es hermoso- habla sin siquiera saber a lo que esta haciendo referencia. Parpadea con rapidez y luego se coloca un mechón de cabello detrás de la oreja, suspira por lo bajo, se incorpora, levanta la mirada y observa hacia un costado para observar la figura de aquel hombre que esta casi junto a ella. Le observa detenidamente sin poder recordar de momento de quien se trata, le sonríe con amabilidad… frunce el seño y comienza a recordar intentando siquiera descubrir de quien se trata.
-De la convención… no, no, no, no imposible, tiene poco tiempo y aun recuerdo a los que acudieron, así que convención descartada. De algún evento que haya realizado, tampoco, tengo muy bien gravada la imagen de todas y cada una de las personas para las que he trabajado… carajo, ¿quien es?- piensa tratando de descubrir de quien se trata. Busca en lo más profundo de sus recuerdos, buscando la imagen de este hombre de quien no recuerda, pero que le es muy familiar. Desvía levemente la mirada y observa un cartel con la imagen de unos chicos en una fiesta, y cae en la cuenta de donde –¡¡cierto!!, de la fiesta de Halloween… o bueno eso creo- piensa para si misma reconociendo al joven pero eso si, sin recordar su nombre, almenos ya sabe que lo conoce y no es un completo desconocido para ella.
-Si lo mismo digo, pero… -Frunce el seño un poco apenada ya que el hecho de no recordar el nombre del moreno, parpadea con rapidez y luego sonríe ampliamente -disculpa pero… no recuerdo tu nombre, no tengo justificante pero, tengo muchas cosas en la cabeza- sonríe nuevamente y se pone de pie, para no ser grosera y asi poder saludarlo como se debe. Una vez de pie camina escasos pasos hasta donde se encuentra el moreno y le extiende la mano para “romper” aun más el hielo – creo que me presento nuevamente, Yaiza Miller- mantiene la mano erguida observando directamente a los ojos, sin apartar ni un solo instante la mirada de aquellos ojos oscuros, místicos y enigmáticos a la vez, pareciera que emanan frialdad y poca compasión. Trata de no pensar en ese tipo de cosas para no dar la “impresión” de ser una “friky” ya que si de desde pequeña la han catalogado como una chica rara, no quiere seguir con ese estigma ya que no quisiera tener que volver a los tiempos en donde tenia que solucionar ese tipo de problemas a golpes.
-si, se que soy un poco despistada pero, con mi trabajo, pues me impide recordar a la gente a la cual trato que no sea relacionada con mi profesión… disculpa- se disculpa a apenada.
-¿Em?- musita con cierta confusión –Si lo es… es hermoso- habla sin siquiera saber a lo que esta haciendo referencia. Parpadea con rapidez y luego se coloca un mechón de cabello detrás de la oreja, suspira por lo bajo, se incorpora, levanta la mirada y observa hacia un costado para observar la figura de aquel hombre que esta casi junto a ella. Le observa detenidamente sin poder recordar de momento de quien se trata, le sonríe con amabilidad… frunce el seño y comienza a recordar intentando siquiera descubrir de quien se trata.
-De la convención… no, no, no, no imposible, tiene poco tiempo y aun recuerdo a los que acudieron, así que convención descartada. De algún evento que haya realizado, tampoco, tengo muy bien gravada la imagen de todas y cada una de las personas para las que he trabajado… carajo, ¿quien es?- piensa tratando de descubrir de quien se trata. Busca en lo más profundo de sus recuerdos, buscando la imagen de este hombre de quien no recuerda, pero que le es muy familiar. Desvía levemente la mirada y observa un cartel con la imagen de unos chicos en una fiesta, y cae en la cuenta de donde –¡¡cierto!!, de la fiesta de Halloween… o bueno eso creo- piensa para si misma reconociendo al joven pero eso si, sin recordar su nombre, almenos ya sabe que lo conoce y no es un completo desconocido para ella.
-Si lo mismo digo, pero… -Frunce el seño un poco apenada ya que el hecho de no recordar el nombre del moreno, parpadea con rapidez y luego sonríe ampliamente -disculpa pero… no recuerdo tu nombre, no tengo justificante pero, tengo muchas cosas en la cabeza- sonríe nuevamente y se pone de pie, para no ser grosera y asi poder saludarlo como se debe. Una vez de pie camina escasos pasos hasta donde se encuentra el moreno y le extiende la mano para “romper” aun más el hielo – creo que me presento nuevamente, Yaiza Miller- mantiene la mano erguida observando directamente a los ojos, sin apartar ni un solo instante la mirada de aquellos ojos oscuros, místicos y enigmáticos a la vez, pareciera que emanan frialdad y poca compasión. Trata de no pensar en ese tipo de cosas para no dar la “impresión” de ser una “friky” ya que si de desde pequeña la han catalogado como una chica rara, no quiere seguir con ese estigma ya que no quisiera tener que volver a los tiempos en donde tenia que solucionar ese tipo de problemas a golpes.
-si, se que soy un poco despistada pero, con mi trabajo, pues me impide recordar a la gente a la cual trato que no sea relacionada con mi profesión… disculpa- se disculpa a apenada.
Off: lamento la tardanza, no tengo perdón u.u XD
Yaiza Miller- #} ordinary people
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Fecha de inscripción : 11/08/2011
Localización : En tu cama
Re: De regreso a casa [libre]
Si había algo bueno que tenía el mundo de los humanos, era el paso de las estaciones, la posibilidad de tener algo frío después de un tiempo caluroso. Eso me gustaba, tener presente que, por mucho calor que pudieras pasar en verano, tarde o temprano llegaría el invierno, el frío, la nieve. Del sitio del que yo venía no había nieve, así que me gustaba siempre ver cuando caía. Era un bonito cambio respecto a lo que los miembros de nuestra especie estaban acostumbrados. El frío enmarcaba un entorno pacífico y armonioso, y yo sabía apreciar la belleza que tenía , por ejemplo, un entorno nevado.Era increible como en el mundo pudiera haber tanta belleza. Sin embargo, los estúpidos humanos no se daban cuenta de lo que tenían, y destruían aquellos bellos entornos, instalando obras suyas que suprimían por completo la belleza del paisaje natural. No podía creer que los ángeles pudieran seguir defendiendo a unas criaturas tan malas como los humanos. ¡Si ellos eran peores que nosotros! A mi, personalmente, nunca se me ocurriría destruir un paisaje bello, a no ser que fuera algo de fuerza mayor. Sin embargo, ellos lo hacían como si no costara nada hacerlo. Estaban destruyendo el mundo que Dios había creado, y aún los ángeles decían que eran buenas criaturas y que era necesario defenderlos. No, si cuando digo que los ángeles son estúpidos, no lo digo por decir.
La muchaha parecía estar soñando despierta, pesando en cuestiones tan trascendentales como solo podían ser asuntos humanos, que se creían el ombligo del mundo, solo pensando en sus problemas, sin pensar que en realidad, los problemas que pudieran tener carecían completamente de sentido, pues había gente mucho mas poderosa e importante que ellos. Los humanos eran, simplemente, mascotas. Animales de compañía para los ángeles ,que los ciudaban para que no se hicieran ningún daño, protegiendolos hasta de si mismos. No se daban cuenta de lo poco importantes que eran, insignificantes en el marco global del mundo, comparadas con las demás criaturas que poblaban la Tierra, criaturas como, por ejemplo, yo mismo.
Sin embargo, mi voz pareció sacar de su ensimismamiento a la muchacha, aunque aún parecía algo confundida y sin saber que era lo que estaba pasando. Farfulló algunas palabras sin saber muy bien lo que en realidad quería decir, problablemente todavía descolocada por que alguien la hubiera sacado tan prematuramente de sus pensamientos. Era propio de los humanos: con tan poca capacidad cerebral, en cuanto estaban en pleno proceso de pensamiento y se les interrumpía con cualquier otra cosa, inmediatamente se bloqueaban y, por orgullo de no parecer completamente bobos, decían cualquier cosa sin sentido para que pareciera que sí sabian lo que estaba pasando, que comprendían la situación y que la dominaban, lo cual no era para nada así. Aunque ella no tendrái que fingir para mí, sabía perfectamente que su capacidad cerebral, como la de todos los humanos, era prácticamente nula, por lo que perfectamente podrái haberse quedado allí embobada mientras un hilillo de baba le bajaba por la comisura de los labios. A mi me habría dado lo mismo, ya sabía que eran estúpidos, no tenían que demostrarme lo contrario, pues no conseguirían hacerme cambiar de opinión.
-En ángel, querida.-le aclaré afablemente, señalando con una mano a la figurilla que se hallaba en el escaparate de aquel humano que se había escapado con la preciada carga que me debía por nuestro trato. Seguramente, si era listo, el hombre ya estaba fuera del país, pero eso daba igual, puesto que fuera a donde fuera, yo pordía encontrarlo y hacerle pagar la deuda que había contraido conmigo. A fin de cuentas, yo no estaba haciendo nada malo con ello, solo quería lo que me pertenecía por derecho. El hombre, en plenas facultades mentales, había hecho un trato conmigo por propia voluntad, sin que yo le obloigara a nada, y dado que ese trato se había hecho efectivo y yo había cumplido lo que me había pedido, solo exigía el pago que me debía aquel hombre. Sin embargo, ahora no estaba, y solo quedaba para admirar el delicado ángel expuesto en el cristal.
Incliné la cabeza hacia un lado, divertido al ver como la mente de la chica trabajaba en busca de recordar. Por su cara confusa, deduje que no me recordaría de nuestro encuentro en aquella fiesta en la que había estado custodiada por aquellas dos ángeles. Eso era bueno, puesto que lo mejor que puedes hacer tras haber entabaldo algo de conversación con un humano era, o bien acabar con él, o bien desaparecer de tal modo que después no recordase que habías estado en su vida. Parecía que la muchacha si se acordaba de mi aspecto {como para no hacerlo}, pero no daba con mi nombre. Era divertido ver como un humano pensaba, pues no ocurría muy a menudo. Casi podía ver los engranajes de la cabecita de la muchacha, encajando unos con otros en busca de algo que le diese una pista de la respuesta que estaba buscando y que parecía que no llegaba. - No te discuples, no pasa nada. Nuestro encuentro fue muy breve, es normal que los detalles estén un poco borrosos.-comenté, sin darle la mayor importancia. En realidad me daba lo mismo que ella se supiera mi nombre, o cual era el suyo. ¿De que le serviría su nombre cuando acabara con ella? .-Encantado de volver a conocerte, Yaiza. Mi nombre es Adrik.-me presenté mientras estrechaba suavemente la mano que ella me tendía para formalizar así la presentación como lo hacían los humanos desde hacía mucho tiempo. Personalmente prefería otro tipo de contacto que no fuera dar simplemente la mano, pero había muchos humanos remilgados que no soportaban otro tipo de contacto inicial que no fuera un simple apretón de manos. Estúpidos y reprimidos humanos.
Negué con la cabeza mientras encogía los hombros, diciendo de forma no verbal que no pasaba nada porque la muchacha fuera un poco despistada. Con la limitada capacidad de pensar, era normal que feuran quitando de su mente la información que no les iba a servir para el momento, sustituyéndola por la nueva información que les llegaba a cada momento. - No tienes por qué disculparte, las personas despistadas me parecen de lo mas encantadoras.- le comenté. Aunque no es que fuera así, de hecho los únicos seres despistados de toda la Tierra eran los humanos, y no los encontraba encantadores, precisamente. Los demonios teníamos una mente demasiado perfecta para despistarnos con algo, y los ángeles tenían una mente tan cerrada y rígida en la que solo entraba la voz de Dios, así que no podían despistarse.
La muchaha parecía estar soñando despierta, pesando en cuestiones tan trascendentales como solo podían ser asuntos humanos, que se creían el ombligo del mundo, solo pensando en sus problemas, sin pensar que en realidad, los problemas que pudieran tener carecían completamente de sentido, pues había gente mucho mas poderosa e importante que ellos. Los humanos eran, simplemente, mascotas. Animales de compañía para los ángeles ,que los ciudaban para que no se hicieran ningún daño, protegiendolos hasta de si mismos. No se daban cuenta de lo poco importantes que eran, insignificantes en el marco global del mundo, comparadas con las demás criaturas que poblaban la Tierra, criaturas como, por ejemplo, yo mismo.
Sin embargo, mi voz pareció sacar de su ensimismamiento a la muchacha, aunque aún parecía algo confundida y sin saber que era lo que estaba pasando. Farfulló algunas palabras sin saber muy bien lo que en realidad quería decir, problablemente todavía descolocada por que alguien la hubiera sacado tan prematuramente de sus pensamientos. Era propio de los humanos: con tan poca capacidad cerebral, en cuanto estaban en pleno proceso de pensamiento y se les interrumpía con cualquier otra cosa, inmediatamente se bloqueaban y, por orgullo de no parecer completamente bobos, decían cualquier cosa sin sentido para que pareciera que sí sabian lo que estaba pasando, que comprendían la situación y que la dominaban, lo cual no era para nada así. Aunque ella no tendrái que fingir para mí, sabía perfectamente que su capacidad cerebral, como la de todos los humanos, era prácticamente nula, por lo que perfectamente podrái haberse quedado allí embobada mientras un hilillo de baba le bajaba por la comisura de los labios. A mi me habría dado lo mismo, ya sabía que eran estúpidos, no tenían que demostrarme lo contrario, pues no conseguirían hacerme cambiar de opinión.
-En ángel, querida.-le aclaré afablemente, señalando con una mano a la figurilla que se hallaba en el escaparate de aquel humano que se había escapado con la preciada carga que me debía por nuestro trato. Seguramente, si era listo, el hombre ya estaba fuera del país, pero eso daba igual, puesto que fuera a donde fuera, yo pordía encontrarlo y hacerle pagar la deuda que había contraido conmigo. A fin de cuentas, yo no estaba haciendo nada malo con ello, solo quería lo que me pertenecía por derecho. El hombre, en plenas facultades mentales, había hecho un trato conmigo por propia voluntad, sin que yo le obloigara a nada, y dado que ese trato se había hecho efectivo y yo había cumplido lo que me había pedido, solo exigía el pago que me debía aquel hombre. Sin embargo, ahora no estaba, y solo quedaba para admirar el delicado ángel expuesto en el cristal.
Incliné la cabeza hacia un lado, divertido al ver como la mente de la chica trabajaba en busca de recordar. Por su cara confusa, deduje que no me recordaría de nuestro encuentro en aquella fiesta en la que había estado custodiada por aquellas dos ángeles. Eso era bueno, puesto que lo mejor que puedes hacer tras haber entabaldo algo de conversación con un humano era, o bien acabar con él, o bien desaparecer de tal modo que después no recordase que habías estado en su vida. Parecía que la muchacha si se acordaba de mi aspecto {como para no hacerlo}, pero no daba con mi nombre. Era divertido ver como un humano pensaba, pues no ocurría muy a menudo. Casi podía ver los engranajes de la cabecita de la muchacha, encajando unos con otros en busca de algo que le diese una pista de la respuesta que estaba buscando y que parecía que no llegaba. - No te discuples, no pasa nada. Nuestro encuentro fue muy breve, es normal que los detalles estén un poco borrosos.-comenté, sin darle la mayor importancia. En realidad me daba lo mismo que ella se supiera mi nombre, o cual era el suyo. ¿De que le serviría su nombre cuando acabara con ella? .-Encantado de volver a conocerte, Yaiza. Mi nombre es Adrik.-me presenté mientras estrechaba suavemente la mano que ella me tendía para formalizar así la presentación como lo hacían los humanos desde hacía mucho tiempo. Personalmente prefería otro tipo de contacto que no fuera dar simplemente la mano, pero había muchos humanos remilgados que no soportaban otro tipo de contacto inicial que no fuera un simple apretón de manos. Estúpidos y reprimidos humanos.
Negué con la cabeza mientras encogía los hombros, diciendo de forma no verbal que no pasaba nada porque la muchacha fuera un poco despistada. Con la limitada capacidad de pensar, era normal que feuran quitando de su mente la información que no les iba a servir para el momento, sustituyéndola por la nueva información que les llegaba a cada momento. - No tienes por qué disculparte, las personas despistadas me parecen de lo mas encantadoras.- le comenté. Aunque no es que fuera así, de hecho los únicos seres despistados de toda la Tierra eran los humanos, y no los encontraba encantadores, precisamente. Los demonios teníamos una mente demasiado perfecta para despistarnos con algo, y los ángeles tenían una mente tan cerrada y rígida en la que solo entraba la voz de Dios, así que no podían despistarse.
Off: Es verdad, no tienes perdón e.e Pero yo te perdono para que veas lo bueno que soy xDDD
Adrik L. Bahuer- #} i'm a demon
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Re: De regreso a casa [libre]
La estupidez comenzaba apoderarse de su cuerpo, se sentía como una de esas niñas idiotas a las cuales ha criticado toda su vida. La sensación de estar pasando por este tipo de circunstancias le molesta, puesto que muy a pesar de todo, suele ser mucho más cordial, a pesar de sus múltiples cambios de humor. La ojiclara, estrecha con cierta fuerza la mano calida del moreno, abriendo los ojos con cierta sorpresa al escuchar su nombre –¡Adrik!, ¿Cómo diablos no lo recordaba?-sonrie nuevamente intentando no aparentar ser mas idiota de lo que ya esta aparentando ser.
-Cierto Adrik, muy cierto- corresponde al saludo para luego sentirse alagada ante su comentario, sonrojándose ligeramente por sus palabras, algo que le causa un poco de incomodidad ya que no suelen alagarla muy seguido, puede que sea la primera vez después de mucho tiempo que le suele pasar este tipo de cosas. Sonríe nuevamente, dirigiendo la mirada hacia el estante donde esta depositado el ángel. Frunce los labios y luego se reacomoda la cabellera, dejando que la ondas de su melena se muevan con el paso del viento. Sin embargo comienza a sentir una sensación extraña, un pequeño presentimiento se apodera de ella.
-Aunque en lo personal me inclino más hacia el paganismo y arte oscuro, pero no puedo negar que es hermoso- habla en relación a la pequeña estatuilla que esta postrada detrás del vidrio. Deja salir un pequeño suspiro y con gracia gira hacia donde se encuentra Adrik, sonriendo ampliamente –y ¿Qué te trae por aquí?, claro si se puede saber?- pregunta con bastante curiosidad, aunque sabe que la curiosidad mato al gato –disculpa, no tienes que responder si no quieres, pensaras que soy una chismosa, disculpa- sonríe de manera graciosa, puesto que ella misma se esta respondiendo.
-Pero bueno, ha pasado tanto tiempo, desde que nos conocimos, y casi ni hablamos... dime ¿ a que te dedicas? ¿eres soltero, casado, con hijos? no se platicame- comienza con su breve interrogatorio, tratando de romper el "hielo" entre los dos y minimo poder entablar una pequeña charla -soy muy curiosa y lo siento, suelo hacer estas preguntas, si te molestan disculpa y no respondas... de verdad disculpa- se disculpa muy apesar de que hace unos instantes el mismo le habia mencionado que no se disculpe, aunque es un muy mal vicio que tiene desde que Thais, su prima, esta a asu cuidado. Enarca la ceja por un instante y luego suspira, tratando de no aparentar un pequeño presentimiento que le causa temor, miedo e incluso incomodidad, siente como si un "oscuro" estuviese cerca, aunque sabe que ese tipo de seres son extremadamente peligrosos, duda estar cerca de uno de ellos... aunque con ese tipo de entes todo se puede esperar.
-Cierto Adrik, muy cierto- corresponde al saludo para luego sentirse alagada ante su comentario, sonrojándose ligeramente por sus palabras, algo que le causa un poco de incomodidad ya que no suelen alagarla muy seguido, puede que sea la primera vez después de mucho tiempo que le suele pasar este tipo de cosas. Sonríe nuevamente, dirigiendo la mirada hacia el estante donde esta depositado el ángel. Frunce los labios y luego se reacomoda la cabellera, dejando que la ondas de su melena se muevan con el paso del viento. Sin embargo comienza a sentir una sensación extraña, un pequeño presentimiento se apodera de ella.
-Aunque en lo personal me inclino más hacia el paganismo y arte oscuro, pero no puedo negar que es hermoso- habla en relación a la pequeña estatuilla que esta postrada detrás del vidrio. Deja salir un pequeño suspiro y con gracia gira hacia donde se encuentra Adrik, sonriendo ampliamente –y ¿Qué te trae por aquí?, claro si se puede saber?- pregunta con bastante curiosidad, aunque sabe que la curiosidad mato al gato –disculpa, no tienes que responder si no quieres, pensaras que soy una chismosa, disculpa- sonríe de manera graciosa, puesto que ella misma se esta respondiendo.
-Pero bueno, ha pasado tanto tiempo, desde que nos conocimos, y casi ni hablamos... dime ¿ a que te dedicas? ¿eres soltero, casado, con hijos? no se platicame- comienza con su breve interrogatorio, tratando de romper el "hielo" entre los dos y minimo poder entablar una pequeña charla -soy muy curiosa y lo siento, suelo hacer estas preguntas, si te molestan disculpa y no respondas... de verdad disculpa- se disculpa muy apesar de que hace unos instantes el mismo le habia mencionado que no se disculpe, aunque es un muy mal vicio que tiene desde que Thais, su prima, esta a asu cuidado. Enarca la ceja por un instante y luego suspira, tratando de no aparentar un pequeño presentimiento que le causa temor, miedo e incluso incomodidad, siente como si un "oscuro" estuviese cerca, aunque sabe que ese tipo de seres son extremadamente peligrosos, duda estar cerca de uno de ellos... aunque con ese tipo de entes todo se puede esperar.
Off: lamento mi falta de creatividad… voy a inspirarme para el siguiente lo prometo ^-^
Yaiza Miller- #} ordinary people
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Re: De regreso a casa [libre]
Dirigí una sonrisa afable a la muchacha cuando, al decirle mi nombre, pareció recordarlo de aquella noche de la fiesta de verano en la que los dos nos encontramos, empañado aquel recuerdo por la presencia de las dos angelitas que estropearon una posible noche en la que podría haberme llevado el alma de esa chica. Con ellas allí al lado me era imposible hacer nada, y mas si estaban continuamente a su lado haciendo que se lo pensara mejor antes de caer en las tentaciones a las que yo le iba a someter. Pero bueno, el pasado, pasado está, y ahora no había ningún ángel que pudiera impedir lo que aquella noche había pretendido y no había podido hacer. Con ellas dos fuera de escena, sería todo mucho más fácil. Sonreí internamente, pensando en el destino de aquella joven. Se había salvado por los pelos de haber sido condenada al fuego eterno por mi parte esa noche de la fiesta, y ahora había vuelto a mi para exponerse a lo mismo, solo que ahora no había nadie para protegerla. Tanta casualidad no podía ser posible: ella tenía que estar condenada. Si no, no se explicara que hubiera escapado la noche de verano y volviese de nuevo a estar expuesta a la misma situación, aunque, por supuesto, ella no tenía ni idea de nada de eso. El destino a veces tenía un retorcido sentido del humor, y con ella parecía tenerlo. No es que fuera poco común encontrarse dos veces con un demonio: estábamos tan mezclados con la sociedad humana que las probabilidades de encontrarse con un demonio por la calle eran muy altas. Lo difícil era ver por casualidad al mismo demonio dos veces. Al menos, si aquel que lo veía era un humano. Los humanos eran nuestros jugetes, por lo que en general si intimábamos tanto con un humano como para revelarles nuestro nombre era porque estarían muertos en unas horas. Yo lo había hecho con la llamada Yaiza porque tenía planeado que acabara así, pero no me había sido posible. Ahora, se me presentaba una segunda oportunidad para ello. Y yo no era de los que desaprovechaban una segunda oportunidad.
Arqueé las cejas cuando vi la expresión de la joven, cuando sus mejillas se cubrieron con un rubor cuando escuchó mis halagos hacia ella. Había pocos humanos de esa manera, de esos que se sonrojan si les dices algún cumplido, pues en la mayoría de ellos la soberbia ha arraigado demasiado, haciéndolos vanidosos, orgullosos, creyendo que son lo mas importante en este mundo y los mejores de toda la creación. Pues tengo un mensaje para vosotros, “queridos” humanos. No sois lo mejor de la creación. Esos somos nosotros. Así que mucho cuidado con nosotros, porque vosotros sois humanos, imperfectos, y falláis. Pero nosotros nunca lo hacemos. Y cuando vosotros falléis, allí estaremos nosotros para aprovecharnos de ello.
-Si, bueno, a mi tampoco me gustan demasiado los ángeles....eso de la religión no va conmigo. -le comenté, encogiéndome de hombros sin darle mayor importancia al asunto, aunque anoté mentalmente los datos que ella me estaba dando sobre su vida. Paganismo y arte oscuro...mira, quizás hasta fuera algo bruja, como aquellas de la Edad Media a las que acusaban de haber hecho un trato con el diablo para tener los poderes mágicos que ostentaban. Lo cierto es que la joven no tenía el aspecto de una bruja, pero hacía mucho que había aprendido a no subestimar a nadie. Las apariencias engañan, y sino, que me lo digan a mi, de quien nadie sospechaba que fuera el alma negra que era en realidad. -Tranquila, no pienso eso en absoluto.- le dije con una sonrisa ante su pregunta acerca de mi estancia allí y por su disculpa de después. Realmente si que lo pensaba, y sabía que en realidad ella no querría saber cual era mi misión allí. Me pregunté que expresión pondría ella si le contara la verdad, si le decía que era un demonio que reclamaba el alma que por derecho le pertenecía. Probablemente al principio no le creería, o quizás pensaba que estaba loco. Tampoco es que me importara mucho lo que ella pensara, pero me convenía que ella pensara que estaba todo lo cuerdo que pudiera.- He venido a ver al dueño de la tienda.- le respondí, señalando con un movimiento de cabeza la tienda de antigüedades.- Es un viejo amigo, y quería pasarme a saludar y ver como le iba todo. Pero parece que no está aquí...no se donde podrá estar. Tenía ganas de volver a verle.- le comenté, con el ceño fruncido, con una expresión contrariada por no haber podido ver a ese supuesto amigo que tenía yo allí. En realidad tampoco le había mentido a la chica, ya que si que había ido a ver a un viejo amigo, solo que el motivo de mi visita no era simplemente para saludar. Claro que eso tampoco se lo iba a contar a ella: no tenía ningún derecho a saber lo que yo hacía o dejara de hacer. No era mas que un simple mono sin pelo, no tenía derecho a exigirme que le dijera la verdad cuando me preguntaba algo que no quería saber. - ¿Y tú que haces? ¿Es que es una de tus aficiones convertirte en un cubito de hielo gigante?.- le pregunté a su vez, con un amago de sonrisa en mi boca, aunque no me importaba para nada lo que ella hiciera por allí. Pero supongo que era un formalismo de los humanos, eso de preocuparse los unos por los otros, y si tenía que aparentar ser uno de ellos, también tendría que hacer como que me preocupaba por ellos y por sus motivaciones para hacer las cosas. Lo que tenía que hacer uno para llevarse un alma para el piso de abajo.
-¿Sabes? Normalmente no respondo a esas preguntas si no es en presencia de mi abogado.- respondí, fingiendo muy bien una sonrisa, haciendo correctamente como que estaba de broma al oír la metralleta de preguntas que hacía acerca de mi vida personal. ¡Como si eso fuera de su incumbencia! No le bastaba con querer saber lo que yo hacía allí, sino que encima quería datos personales sobre mi vida. Que molestos podían ser estos humanos, de verdad, y mas uno tan cotilla e impertinente como la joven que me había tocado soportar esa tarde. Pero como buen demonio sabía muy bien actuar, por lo que todos esos pensamientos que me rondaban la cabeza estaban tapados por una actitud relajada y bromista. - Pero bueno, te responderé porque me siento generoso. Soy el dueño de una librería, a la que por cierto, están invitada a venir cuando quieras. Quizás hasta te haga un descuento.- le propuse gentilmente, aunque sabía perfectamente que ella nunca vendría a mi librería, puesto que probablemente no pasaría de aquella noche – Soy soltero, y afortunadamente, sin hijos. No los se tratar, así que es mejor que no los tenga.- Anda, que menudo padre que estaría yo hecho. Nah, deja, deja, prefiero estar así, soltero y sin compromisos. Pensé en lo raro que resultaría un demonio con hijos. Bueno, igual no tanto. Pequeños demonios sembrado el mal por doquier con sus cuerpecitos de niños diabólicos. Quizás no estuviese tan mal. -¿Y que hay de ti? Vamos, ahora te toca hablar a ti. No se puede recibir sin dar nada a cambio.- le recordé, haciendo uso de la frase que solía hacer cuando hacía tratos con humanos a cambio de sus almas. Claro, que no todos cumplían eso. Prueba de ello era ese viejo de la tienda que no me había dado nada a cambio después de recibir tanto de mi. Yo le había prestado un servicio, y él ahora me tenía que pagar. Sabía lo que había desde el principio, así que ¿a que venía ahora huir de lo que él mismo había aceptado de buen grado? Estos humanos son de lo mas raro. Y estúpido.
Arqueé las cejas cuando vi la expresión de la joven, cuando sus mejillas se cubrieron con un rubor cuando escuchó mis halagos hacia ella. Había pocos humanos de esa manera, de esos que se sonrojan si les dices algún cumplido, pues en la mayoría de ellos la soberbia ha arraigado demasiado, haciéndolos vanidosos, orgullosos, creyendo que son lo mas importante en este mundo y los mejores de toda la creación. Pues tengo un mensaje para vosotros, “queridos” humanos. No sois lo mejor de la creación. Esos somos nosotros. Así que mucho cuidado con nosotros, porque vosotros sois humanos, imperfectos, y falláis. Pero nosotros nunca lo hacemos. Y cuando vosotros falléis, allí estaremos nosotros para aprovecharnos de ello.
-Si, bueno, a mi tampoco me gustan demasiado los ángeles....eso de la religión no va conmigo. -le comenté, encogiéndome de hombros sin darle mayor importancia al asunto, aunque anoté mentalmente los datos que ella me estaba dando sobre su vida. Paganismo y arte oscuro...mira, quizás hasta fuera algo bruja, como aquellas de la Edad Media a las que acusaban de haber hecho un trato con el diablo para tener los poderes mágicos que ostentaban. Lo cierto es que la joven no tenía el aspecto de una bruja, pero hacía mucho que había aprendido a no subestimar a nadie. Las apariencias engañan, y sino, que me lo digan a mi, de quien nadie sospechaba que fuera el alma negra que era en realidad. -Tranquila, no pienso eso en absoluto.- le dije con una sonrisa ante su pregunta acerca de mi estancia allí y por su disculpa de después. Realmente si que lo pensaba, y sabía que en realidad ella no querría saber cual era mi misión allí. Me pregunté que expresión pondría ella si le contara la verdad, si le decía que era un demonio que reclamaba el alma que por derecho le pertenecía. Probablemente al principio no le creería, o quizás pensaba que estaba loco. Tampoco es que me importara mucho lo que ella pensara, pero me convenía que ella pensara que estaba todo lo cuerdo que pudiera.- He venido a ver al dueño de la tienda.- le respondí, señalando con un movimiento de cabeza la tienda de antigüedades.- Es un viejo amigo, y quería pasarme a saludar y ver como le iba todo. Pero parece que no está aquí...no se donde podrá estar. Tenía ganas de volver a verle.- le comenté, con el ceño fruncido, con una expresión contrariada por no haber podido ver a ese supuesto amigo que tenía yo allí. En realidad tampoco le había mentido a la chica, ya que si que había ido a ver a un viejo amigo, solo que el motivo de mi visita no era simplemente para saludar. Claro que eso tampoco se lo iba a contar a ella: no tenía ningún derecho a saber lo que yo hacía o dejara de hacer. No era mas que un simple mono sin pelo, no tenía derecho a exigirme que le dijera la verdad cuando me preguntaba algo que no quería saber. - ¿Y tú que haces? ¿Es que es una de tus aficiones convertirte en un cubito de hielo gigante?.- le pregunté a su vez, con un amago de sonrisa en mi boca, aunque no me importaba para nada lo que ella hiciera por allí. Pero supongo que era un formalismo de los humanos, eso de preocuparse los unos por los otros, y si tenía que aparentar ser uno de ellos, también tendría que hacer como que me preocupaba por ellos y por sus motivaciones para hacer las cosas. Lo que tenía que hacer uno para llevarse un alma para el piso de abajo.
-¿Sabes? Normalmente no respondo a esas preguntas si no es en presencia de mi abogado.- respondí, fingiendo muy bien una sonrisa, haciendo correctamente como que estaba de broma al oír la metralleta de preguntas que hacía acerca de mi vida personal. ¡Como si eso fuera de su incumbencia! No le bastaba con querer saber lo que yo hacía allí, sino que encima quería datos personales sobre mi vida. Que molestos podían ser estos humanos, de verdad, y mas uno tan cotilla e impertinente como la joven que me había tocado soportar esa tarde. Pero como buen demonio sabía muy bien actuar, por lo que todos esos pensamientos que me rondaban la cabeza estaban tapados por una actitud relajada y bromista. - Pero bueno, te responderé porque me siento generoso. Soy el dueño de una librería, a la que por cierto, están invitada a venir cuando quieras. Quizás hasta te haga un descuento.- le propuse gentilmente, aunque sabía perfectamente que ella nunca vendría a mi librería, puesto que probablemente no pasaría de aquella noche – Soy soltero, y afortunadamente, sin hijos. No los se tratar, así que es mejor que no los tenga.- Anda, que menudo padre que estaría yo hecho. Nah, deja, deja, prefiero estar así, soltero y sin compromisos. Pensé en lo raro que resultaría un demonio con hijos. Bueno, igual no tanto. Pequeños demonios sembrado el mal por doquier con sus cuerpecitos de niños diabólicos. Quizás no estuviese tan mal. -¿Y que hay de ti? Vamos, ahora te toca hablar a ti. No se puede recibir sin dar nada a cambio.- le recordé, haciendo uso de la frase que solía hacer cuando hacía tratos con humanos a cambio de sus almas. Claro, que no todos cumplían eso. Prueba de ello era ese viejo de la tienda que no me había dado nada a cambio después de recibir tanto de mi. Yo le había prestado un servicio, y él ahora me tenía que pagar. Sabía lo que había desde el principio, así que ¿a que venía ahora huir de lo que él mismo había aceptado de buen grado? Estos humanos son de lo mas raro. Y estúpido.
Off: siento la tardanza, nena, los exámenes no me dejaban vivir xD
Adrik L. Bahuer- #} i'm a demon
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Re: De regreso a casa [libre]
Extrañamente ese sentir se hace latente a cada minuto que pasa, no tiene ni la más remota idea de porque tiene este pesar y mucho menos porque de su incomodidad. Por inercia desvía la mirada hacia todos lados tratando de no ser muy “evidente”, trata de sonreír de manera amable aunque con la mirada este buscando aquello que la tiene un poco inquieta. Suspira y juega con sus dedos, haciéndolos tronar, los entrelaza, estira, retuerce e incluso los mueve con cierta impaciencia. Se da cuenta de lo evidente que es su nerviosismo y trata de controlar sus manos, para no aparentar ser una loca más que sale a la calle para llamar la atención de los demás. Extrañamente saca su móvil de su bolso, lo desbloquea y observa la hora, sonríe y nuevamente guarda el teléfono en su bolsa. Frota su frente con delicadeza, y regresa la mirada hacia el castaño quien comienza hablarle. Asiente ante cada una de las palabras de Adrik y sonríe con un poco de sorpresa ya que no esperaba nada de ello.
-¿de verdad?- expresa con sorpresa, luego ella misma frunce el seño ya que tanta efusividad de su parte no siempre es así. Sacude ligeramente la cabeza, intentando no ser tan expresiva “¿Qué demonios te pasa?, te estás portando como una idiota”, si bien solamente se comporta de esa manera con su prima, es raro que se comporte de esa manera con un completo extraño al cual solamente ha visto un par de veces. Eso solamente le había pasado con aquel sujeto al cual por extraño que fuera no lo recuerda. Arruga la nariz, se rasca el tabique y luego dirige la mirada hacia el ojioscuro; escucha atenta a su pregunta y sonríe ligeramente sorprendida, suspira y levanta las cejas para luego aclarar su garganta.
-¿yo?...pues soy Organizadora de Eventos, de toda clase, bodas, despedidas de soltera y soltero, baby shower’s, algunos divorcios, graduaciones y lo que a la gente se le ocurra- realiza una breve pausa, inhala un poco de aire y continua-y recién regreso a Londres, luego de la fiesta de verano estuve viajando , actualizándome en las últimas tendencias en cuanto a decoración, sin mencionar que la empresa para la cual trabajo me envió voluntariamente-obligada- se encojé en hombros y suspira con un dejo de melancolía, extraño tanto a su gente, su casa, el aroma de sus calles, el viento londinense y ese extraño ambiente que es único de la ciudad. Extrañaba tanto sentirse en casa, sentir ese extraño presentimiento de ser observada, vigilada y asechada a cada instante, esa sensación que regreso a ella desde que piso nuevamente Londres. Aunque no puede evitar sonreír nuevamente, aquella pequeña y minúscula broma la hizo caer en la realidad nuevamente.
Baja por un instante la mirada y luego regresa la vista hacia los ojos oscuros de Adrik. Escucha y siente nuevamente aquella sensación temerosa, incomoda y con un pesar en los hombros. Disimula lo mas que puede ese sentir, escuchando atentamente –¿librería?, sin duda me veras por ahí algún día- afirma con la mirada resplandeciente, ya que si no hay nada más reconfortante, para ella, que la lectura, goza de dejar volar la imaginación al leer un párrafo, molestarse con la historia, soñar que se encuentra en alguna aventura o imaginar que ella es la que esta viendo la trama.
Continua escuchando, asiente ligeramente y emite gestos amables ante cada una de las palabras que el castaño emite, sonríe y luego se le desdibuja la sonrisa de sus labios, ya que si bien es muy preguntona, a la hora de dar información sobre ella es muy rejega, pero como bien él ha mencionado, no se puede recibir sin dar nada a cambio-vaya, hablar de mi- frunce el seño y poco a poco se pone en pie, camina unos pasos y baja la mirada hacia el suelo, suspira y comienza hablar dando le totalmente la espalda al castaño- pues, como bien ya mencione, soy Organizadora de Eventos, me he dedicado a este oficio desde hace ya unos años, estudie una carrera corta por…que… - emite una breve pausa ya que en cuanto al tema de su familia y lo sucedido con ellos es extremadamente hermética, a excepción de ese sujeto al cual no recuerda – necesitaba trabajar. Soy soltera, sin hijos y próximamente, organizare la boda de mi hermana- gira hacia él y le sonríe ligeramente.
Ligeramente frunce el seño y lo observa un poco extrañada, camina hacia él y delicadamente lleva su mano hacia el rostro del moreno, frota con suavidad el pómulo derecho y limpia una pequeña mancha que estaba en su rostro –ya esta- musita por lo bajo y le sonríe nuevamente –perdón, tenias una pequeña mancha- le susurra y se aleja unos pasos de donde se encuentra. Sin embargo da un pequeño brinco, ya que el grito de una mujer no muy lejos de donde se encuentra llama su atención. Extrañamente el viento comienza soplar de manera extraña, con mucha fuerza y muy violento. Yaiza observa hacia todos lados y puede ver como la gente comienza dirigirse hacia un lugar en especifico, ese extraño sentir se apodera de ella con mucha más fuerza, pero ahora es como si se tratara de una amenaza mucho mayor. No puede ocultar sentirse incomoda, frunce el seño y no sabe que hacer o como reaccionar –¿Qué habrá pasado?- expresa con cierto temor y a la vez curiosa, pero se mantiene inmóvil, de pie y frente a Adrik.
-¿de verdad?- expresa con sorpresa, luego ella misma frunce el seño ya que tanta efusividad de su parte no siempre es así. Sacude ligeramente la cabeza, intentando no ser tan expresiva “¿Qué demonios te pasa?, te estás portando como una idiota”, si bien solamente se comporta de esa manera con su prima, es raro que se comporte de esa manera con un completo extraño al cual solamente ha visto un par de veces. Eso solamente le había pasado con aquel sujeto al cual por extraño que fuera no lo recuerda. Arruga la nariz, se rasca el tabique y luego dirige la mirada hacia el ojioscuro; escucha atenta a su pregunta y sonríe ligeramente sorprendida, suspira y levanta las cejas para luego aclarar su garganta.
-¿yo?...pues soy Organizadora de Eventos, de toda clase, bodas, despedidas de soltera y soltero, baby shower’s, algunos divorcios, graduaciones y lo que a la gente se le ocurra- realiza una breve pausa, inhala un poco de aire y continua-y recién regreso a Londres, luego de la fiesta de verano estuve viajando , actualizándome en las últimas tendencias en cuanto a decoración, sin mencionar que la empresa para la cual trabajo me envió voluntariamente-obligada- se encojé en hombros y suspira con un dejo de melancolía, extraño tanto a su gente, su casa, el aroma de sus calles, el viento londinense y ese extraño ambiente que es único de la ciudad. Extrañaba tanto sentirse en casa, sentir ese extraño presentimiento de ser observada, vigilada y asechada a cada instante, esa sensación que regreso a ella desde que piso nuevamente Londres. Aunque no puede evitar sonreír nuevamente, aquella pequeña y minúscula broma la hizo caer en la realidad nuevamente.
Baja por un instante la mirada y luego regresa la vista hacia los ojos oscuros de Adrik. Escucha y siente nuevamente aquella sensación temerosa, incomoda y con un pesar en los hombros. Disimula lo mas que puede ese sentir, escuchando atentamente –¿librería?, sin duda me veras por ahí algún día- afirma con la mirada resplandeciente, ya que si no hay nada más reconfortante, para ella, que la lectura, goza de dejar volar la imaginación al leer un párrafo, molestarse con la historia, soñar que se encuentra en alguna aventura o imaginar que ella es la que esta viendo la trama.
Continua escuchando, asiente ligeramente y emite gestos amables ante cada una de las palabras que el castaño emite, sonríe y luego se le desdibuja la sonrisa de sus labios, ya que si bien es muy preguntona, a la hora de dar información sobre ella es muy rejega, pero como bien él ha mencionado, no se puede recibir sin dar nada a cambio-vaya, hablar de mi- frunce el seño y poco a poco se pone en pie, camina unos pasos y baja la mirada hacia el suelo, suspira y comienza hablar dando le totalmente la espalda al castaño- pues, como bien ya mencione, soy Organizadora de Eventos, me he dedicado a este oficio desde hace ya unos años, estudie una carrera corta por…que… - emite una breve pausa ya que en cuanto al tema de su familia y lo sucedido con ellos es extremadamente hermética, a excepción de ese sujeto al cual no recuerda – necesitaba trabajar. Soy soltera, sin hijos y próximamente, organizare la boda de mi hermana- gira hacia él y le sonríe ligeramente.
Ligeramente frunce el seño y lo observa un poco extrañada, camina hacia él y delicadamente lleva su mano hacia el rostro del moreno, frota con suavidad el pómulo derecho y limpia una pequeña mancha que estaba en su rostro –ya esta- musita por lo bajo y le sonríe nuevamente –perdón, tenias una pequeña mancha- le susurra y se aleja unos pasos de donde se encuentra. Sin embargo da un pequeño brinco, ya que el grito de una mujer no muy lejos de donde se encuentra llama su atención. Extrañamente el viento comienza soplar de manera extraña, con mucha fuerza y muy violento. Yaiza observa hacia todos lados y puede ver como la gente comienza dirigirse hacia un lugar en especifico, ese extraño sentir se apodera de ella con mucha más fuerza, pero ahora es como si se tratara de una amenaza mucho mayor. No puede ocultar sentirse incomoda, frunce el seño y no sabe que hacer o como reaccionar –¿Qué habrá pasado?- expresa con cierto temor y a la vez curiosa, pero se mantiene inmóvil, de pie y frente a Adrik.
Off: no te preocupes, te entiendo ya pase por ello
Yaiza Miller- #} ordinary people
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Re: De regreso a casa [libre]
No había ningún secreto que los humanos me pudieran ocultar. Había pasado muchísimo tiempo entre ellos, simulando ser uno mas, observándolos día si y día también, y por ello no había nada que ellos me pudieran ocultar. El fijarse de esa manera en los humanos era útil para saber como debía tratarlos, pues depende de como se comportaran ellos, yo tendría que amoldarme para comportarme de la manera precisa para conseguir aquello que quería. Con cierta gente había que ser educado, con otros había que parecer tímido, y con algunas había que ser lo mas borde posible. Dependía ya de cada caso concreto el modo en el que me tenía que comportar. Y gracias a esa continua observación de la raza humana, pude ver como algo iba mal en la chica, Está nerviosa por algo, eso es evidente. Su juego de dedos, la forma en la que sacaba su teléfono y después lo volvía a guardar….si, no había que ser un experto en humanos para saber que la chica era presa del más puro nerviosismo. Pero, ¿a que se debía aquello? Quizás la fuente sería yo mismo, porque desde luego antes de mi llegada no parecía nada nerviosa. No, era mi presencia la que había hecho nacer ese nerviosismo en ella. Aunque tampoco podía saber la razón concreta de ello, puesto que la chica no parecía ser el tipo de mujer que se ponía nerviosa solo porque un hombre estuviera hablando con ella. ¿Acaso había otra razón oculta? No dije nada al respecto, aunque había quedado claro que había percibido el nerviosismo de la joven. Pero guardé silencio por lo que se podría interpretar desde fuera como que no decía nada para no incomodarla mas, pero en realidad es que me daba lo mismo que ella estuviera incómoda o no. Probablemente, la incomodidad de los humanos era lo último que me importaba en este mundo.
Escuché la respuesta que ella me daba acerca de su trabajo, aunque la verdad no es que me interesara lo mas mínimo. ¿A mi que mas me daba que la joven fuera organizadora de eventos? Lo cierto es que no me interesaba nada de su vida, pero claro, tenía que disimular y fingir que lo que me estaba contando era lo mas importante del mundo. La vida de los humanos era corta, aburrida e insulsa, ¿por qué me debería importar lo que ocurría en ella? Pero bueno, todo fuera por guardar las apariencias. Si algo me sobraba a mi {y eran muchas cosas las que encajaban en ese grupo} eso era la paciencia. Era muy capaz de soportar una insulsa charla que no me importaba para nada, pues el objetivo que tenía esa conversación no era otro que ganarme su confianza para luego hacerle caer mas fácilmente. Si eso requería aguantar las memeces de la joven, pues era un precio que estaba mas que dispuesto a pagar.
-Vaya, parece un empleo muy interesante .- comenté ante sus palabras, aparentando muy bien que era verdad aquello que le decía, aunque en realidad me daba lo mismo que a lo que ella se dedicara. Dentro de poco ya no podría dedicarse a nada mas. - Ya sabré a quien llamar para que me organice la boda .- comenté en tono amargo, rodando los ojos, fingiendo ser un pobre chico que solo quiere encontrar el amor, pero que no ha tenido suerte hasta ahora y que no esperaba tener una boda en un futuro próximo, cuando la realidad era que no quería una boda ni de lejos. Soltero estaba muy bien, gracias. Además, por el momento mi único amor verdadero era yo mismo, y me estaba yendo muy bien. ¿Por qué habría de cambiar eso? Yo era el único que no podría fallarme, el único en el que podría confiar. Así, no tendría que poner mi confianza en otra persona que no fuera yo. Confiar en una persona que no fuera yo mismo era demasiado peligroso, porque cuando te traicionara {que lo haría seguro} te dolería como no te había dolido nada en tu vida. Y yo pasaba de eso. Hasta el momento, yo había sido el único en quien había confiado, y había sobrevivido mas que bien, así que no iba a cambiar mi táctica en un futuro próximo. -Bienvenida de vuelta a Londres, entonces.- le dije con una sonrisa al oír que había vuelto hacía poco de un viaje de negocios.- Viajar está muy bien, pero no hay nada como el hogar, ¿verdad? .- comenté, asintiendo con la cabeza a mi propio comentario. La verdad es que yo nunca había estado apegado a ningún lugar en concreto: solía ser mas bien nómada, yendo de allí para allá, siempre haciendo mi trabajo como demonio impecablemente. Sin embargo, ahora que me había establecido en Londres, aquella ciudad era lo mas parecido a un hogar que había tenido en mucho tiempo, y aunque no es que lo fuera a echar de menos cuando me fuera, si que me traería buenos recuerdos de la gente que había conocido, sobre todo los demonios con los que me había cruzado, mas de los que me hubiera esperado encontrar en una sola ciudad.
Ladeé la cabeza ante las palabras de la chica, pareciendo con ello que estaba intrigado y que sentía una curiosidad que en realidad no sentía. Parecía que la joven no quería hablar de ella misma, algo que no me cuadraba mucho, pues los humanos adoraban hablar sobre ellos mismos. Sentían tanto orgullo y vanidad hacia ellos mismos que era evidente que le gustaba alabarse y siempre hablar sobre ellos, aunque de lo que hablaran fueran cosas banales y sin sentido que no tenían en realidad ningún interés. Pero parecía que ella no, pues se mostraba reacia a contarme cosas sobre ella misma, lo cual me contrariaba un poco. Yo le había dicho cosas de mi, aunque éstas fueran mentiras endulzadas para que no se asustara antes de tiempo, así que lo mas justo es que ella me diera algo de información sobre su persona. Lo que me interesaba era, en realidad, conseguir toda la información posible sobre la joven, sobre todo sus puntos débiles. Eso me daría una pista acerca de como tratarla y por donde presionarla a la hora de corromper su alma y hacerla caer. -Ya veo – comenté con cortesía, sin que su vacilación se me hubiera pasado desapercibida cuando me contaba el por qué había estudiado para la carrera que desempeñaba en esos momentos. - Oye, pues dale la enhorabuena a tu hermana de mi parte por su boda. Ese siempre es un acontecimiento muy bonito, sobre todo si es alguien de tu familia. Eso lo hace mas especial, ¿no? - le dije, con mis ojos clavados en su espalda, puesto que ella se había dado la vuelta para decir las palabras que había pronunciado hacía poco. ¿Para que lo habría hecho? ¿Para que no viera su expresión? Quizás fuera por eso, aunque no se me ocurría la razón por la cual no querría que viera lo que su rostro mostraba. ¿Acaso me estaba ocultando algo sobre ese tema? No se me ocurría qué podía ser, pero si era algo importante, lo que tenía muy claro es que lo averiguaría tarde o temprano.
Fruncí el ceño al verla avanzar hacia mi, y con una confianza excesiva, acercaba su mano hacia mi rostro. No comprendí la razón de su acción hasta que no escuché las palabras que decía, por las cuales me enteré de una pequeña mancha que había ensombrecido la belleza de mi rostro. Mi mirada se perdió un momento en el infinito, pensando que podría haber ocasionado esa mancha, repasando los acontecimientos que habían ocurrido aquel día hasta el momento. Si, quizás fuera una mancha de la emboscada que habíamos hecho esa mañana un grupo de demonios a un nido de ángeles. Lo mas probable es que es mancha se hubiera producido allí, puesto que la pelea había exigido algo mas de esfuerzo por nuestra parte de lo que había supuesto. Las heridas menores de las que había sido víctima se habían curado casi totalmente,e y las que no lo habían hecho, en ese momento no eran visibles. Sin embargo, era algo probable que algún resto de aquel encuentro aun perdurara en mi persona, así que era de lo mas probable que fuera algún resto de aquello lo que ella me había quitado del rostro. - Vaya, ¿como habrá llegado eso ahí? .- pregunté, fijando mi mirada en ella, esbozando una sonrisa, sin darle mas importancia al asunto, aunque sabía que era muy importante, pero no era cuestión de que ella lo supiera, pues su estúpido cerebro humano no estaba preparado para ello.
Seguidamente empieza a soplar un extraño viento que nos revuelve la ropa y los cabellos, acompañado de un sonoro grito. En seguida la multitud empieza a ir como borregos hacia el sitio en el que se suponía que había tenido lugar aquel hecho tan horrible. Mi expresión, a diferencia de la de mi acompañante, se mantiene serena y tranquila, aunque en mi cabeza se entremezclan muchas hipótesis acerca de lo que ha podido ser. Con suerte, solo habrá sido un accidente humano normal y corriente, sin que nada sobrenatural hubiera tenido nada que ver en él. Y en el peor de los casos, sería uno de los míos que se había vuelto demasiado descuidado.. Esperaba que no fuera así, porque no estaba en posición de encubrir los errores de uno de los míos. Sin moverme del sitio, agarré al vuelo a uno de los muchachos se se dirigía corriendo al lugar del grito, amarrándolo por un brazo .- Oye tu .- le espeté.- ¿Que ha pasado?.- El chico me miró y, simplemente, negó con la cabeza, alegando así que no tenía ni idea de lo que había pasado. Seguramente se dirigía a saciar también su curiosidad y por eso no podía darme mas información de la que yo ya disponía. Apreté los labios, mostrando así mi contrariedad por aquel hecho, y solté el brazo del chico para que pudiera seguir corriendo y ver lo que había pasado. - ¿Te gusta curiosear? .- le pregunté, proponiendo de esa manera que fuéramos al sitio y comprobáramos de esa manera lo que había organizado tal revuelo. De todas maneras, tendría que haber ido de todas formas, pues normalmente cuando había algún caso de destrucción o caos , había detrás la mano de uno de los míos. Debía comprobarlo y ver si se había pasado de confianza, pensando que nadie lo pillaría. Si era así, se había equivocado, pues no podía haber sido menos discreto. Esperaba que no lo fuera: se iba a enterar como la hubiera liado de esa manera.
Escuché la respuesta que ella me daba acerca de su trabajo, aunque la verdad no es que me interesara lo mas mínimo. ¿A mi que mas me daba que la joven fuera organizadora de eventos? Lo cierto es que no me interesaba nada de su vida, pero claro, tenía que disimular y fingir que lo que me estaba contando era lo mas importante del mundo. La vida de los humanos era corta, aburrida e insulsa, ¿por qué me debería importar lo que ocurría en ella? Pero bueno, todo fuera por guardar las apariencias. Si algo me sobraba a mi {y eran muchas cosas las que encajaban en ese grupo} eso era la paciencia. Era muy capaz de soportar una insulsa charla que no me importaba para nada, pues el objetivo que tenía esa conversación no era otro que ganarme su confianza para luego hacerle caer mas fácilmente. Si eso requería aguantar las memeces de la joven, pues era un precio que estaba mas que dispuesto a pagar.
-Vaya, parece un empleo muy interesante .- comenté ante sus palabras, aparentando muy bien que era verdad aquello que le decía, aunque en realidad me daba lo mismo que a lo que ella se dedicara. Dentro de poco ya no podría dedicarse a nada mas. - Ya sabré a quien llamar para que me organice la boda .- comenté en tono amargo, rodando los ojos, fingiendo ser un pobre chico que solo quiere encontrar el amor, pero que no ha tenido suerte hasta ahora y que no esperaba tener una boda en un futuro próximo, cuando la realidad era que no quería una boda ni de lejos. Soltero estaba muy bien, gracias. Además, por el momento mi único amor verdadero era yo mismo, y me estaba yendo muy bien. ¿Por qué habría de cambiar eso? Yo era el único que no podría fallarme, el único en el que podría confiar. Así, no tendría que poner mi confianza en otra persona que no fuera yo. Confiar en una persona que no fuera yo mismo era demasiado peligroso, porque cuando te traicionara {que lo haría seguro} te dolería como no te había dolido nada en tu vida. Y yo pasaba de eso. Hasta el momento, yo había sido el único en quien había confiado, y había sobrevivido mas que bien, así que no iba a cambiar mi táctica en un futuro próximo. -Bienvenida de vuelta a Londres, entonces.- le dije con una sonrisa al oír que había vuelto hacía poco de un viaje de negocios.- Viajar está muy bien, pero no hay nada como el hogar, ¿verdad? .- comenté, asintiendo con la cabeza a mi propio comentario. La verdad es que yo nunca había estado apegado a ningún lugar en concreto: solía ser mas bien nómada, yendo de allí para allá, siempre haciendo mi trabajo como demonio impecablemente. Sin embargo, ahora que me había establecido en Londres, aquella ciudad era lo mas parecido a un hogar que había tenido en mucho tiempo, y aunque no es que lo fuera a echar de menos cuando me fuera, si que me traería buenos recuerdos de la gente que había conocido, sobre todo los demonios con los que me había cruzado, mas de los que me hubiera esperado encontrar en una sola ciudad.
Ladeé la cabeza ante las palabras de la chica, pareciendo con ello que estaba intrigado y que sentía una curiosidad que en realidad no sentía. Parecía que la joven no quería hablar de ella misma, algo que no me cuadraba mucho, pues los humanos adoraban hablar sobre ellos mismos. Sentían tanto orgullo y vanidad hacia ellos mismos que era evidente que le gustaba alabarse y siempre hablar sobre ellos, aunque de lo que hablaran fueran cosas banales y sin sentido que no tenían en realidad ningún interés. Pero parecía que ella no, pues se mostraba reacia a contarme cosas sobre ella misma, lo cual me contrariaba un poco. Yo le había dicho cosas de mi, aunque éstas fueran mentiras endulzadas para que no se asustara antes de tiempo, así que lo mas justo es que ella me diera algo de información sobre su persona. Lo que me interesaba era, en realidad, conseguir toda la información posible sobre la joven, sobre todo sus puntos débiles. Eso me daría una pista acerca de como tratarla y por donde presionarla a la hora de corromper su alma y hacerla caer. -Ya veo – comenté con cortesía, sin que su vacilación se me hubiera pasado desapercibida cuando me contaba el por qué había estudiado para la carrera que desempeñaba en esos momentos. - Oye, pues dale la enhorabuena a tu hermana de mi parte por su boda. Ese siempre es un acontecimiento muy bonito, sobre todo si es alguien de tu familia. Eso lo hace mas especial, ¿no? - le dije, con mis ojos clavados en su espalda, puesto que ella se había dado la vuelta para decir las palabras que había pronunciado hacía poco. ¿Para que lo habría hecho? ¿Para que no viera su expresión? Quizás fuera por eso, aunque no se me ocurría la razón por la cual no querría que viera lo que su rostro mostraba. ¿Acaso me estaba ocultando algo sobre ese tema? No se me ocurría qué podía ser, pero si era algo importante, lo que tenía muy claro es que lo averiguaría tarde o temprano.
Fruncí el ceño al verla avanzar hacia mi, y con una confianza excesiva, acercaba su mano hacia mi rostro. No comprendí la razón de su acción hasta que no escuché las palabras que decía, por las cuales me enteré de una pequeña mancha que había ensombrecido la belleza de mi rostro. Mi mirada se perdió un momento en el infinito, pensando que podría haber ocasionado esa mancha, repasando los acontecimientos que habían ocurrido aquel día hasta el momento. Si, quizás fuera una mancha de la emboscada que habíamos hecho esa mañana un grupo de demonios a un nido de ángeles. Lo mas probable es que es mancha se hubiera producido allí, puesto que la pelea había exigido algo mas de esfuerzo por nuestra parte de lo que había supuesto. Las heridas menores de las que había sido víctima se habían curado casi totalmente,e y las que no lo habían hecho, en ese momento no eran visibles. Sin embargo, era algo probable que algún resto de aquel encuentro aun perdurara en mi persona, así que era de lo mas probable que fuera algún resto de aquello lo que ella me había quitado del rostro. - Vaya, ¿como habrá llegado eso ahí? .- pregunté, fijando mi mirada en ella, esbozando una sonrisa, sin darle mas importancia al asunto, aunque sabía que era muy importante, pero no era cuestión de que ella lo supiera, pues su estúpido cerebro humano no estaba preparado para ello.
Seguidamente empieza a soplar un extraño viento que nos revuelve la ropa y los cabellos, acompañado de un sonoro grito. En seguida la multitud empieza a ir como borregos hacia el sitio en el que se suponía que había tenido lugar aquel hecho tan horrible. Mi expresión, a diferencia de la de mi acompañante, se mantiene serena y tranquila, aunque en mi cabeza se entremezclan muchas hipótesis acerca de lo que ha podido ser. Con suerte, solo habrá sido un accidente humano normal y corriente, sin que nada sobrenatural hubiera tenido nada que ver en él. Y en el peor de los casos, sería uno de los míos que se había vuelto demasiado descuidado.. Esperaba que no fuera así, porque no estaba en posición de encubrir los errores de uno de los míos. Sin moverme del sitio, agarré al vuelo a uno de los muchachos se se dirigía corriendo al lugar del grito, amarrándolo por un brazo .- Oye tu .- le espeté.- ¿Que ha pasado?.- El chico me miró y, simplemente, negó con la cabeza, alegando así que no tenía ni idea de lo que había pasado. Seguramente se dirigía a saciar también su curiosidad y por eso no podía darme mas información de la que yo ya disponía. Apreté los labios, mostrando así mi contrariedad por aquel hecho, y solté el brazo del chico para que pudiera seguir corriendo y ver lo que había pasado. - ¿Te gusta curiosear? .- le pregunté, proponiendo de esa manera que fuéramos al sitio y comprobáramos de esa manera lo que había organizado tal revuelo. De todas maneras, tendría que haber ido de todas formas, pues normalmente cuando había algún caso de destrucción o caos , había detrás la mano de uno de los míos. Debía comprobarlo y ver si se había pasado de confianza, pensando que nadie lo pillaría. Si era así, se había equivocado, pues no podía haber sido menos discreto. Esperaba que no lo fuera: se iba a enterar como la hubiera liado de esa manera.
Adrik L. Bahuer- #} i'm a demon
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