Reflexiones [Libre]

Recuerdo del primer mensaje :

Al poco de reincorporarme a mis labores en la Universidad, a uno de mis superiores se le ocurrió que fuera al museo británico como ayudante de un equipo que pretendía hacer una exhibición de “dinosaurios”. Yo debía encargarme de que no rompan ni el más pequeño huesito del dedo más pequeño de cualquiera de esos esqueletos fósiles, mientras le decía a la chica encargada de hacer los carteles cuál era el nombre de cada especie. Lo novedoso es que se mostraría un esqueleto nuevo. Genial, para los niños nerds como yo sería un hecho trascendental en sus vidas.

Estaba de un humor extraño ese día, no podía concentrarme fácilmente y hacía falta repetirme varias veces la misma cosa para que escuchara. Planeaba un próximo viaje, era lo que más me apasionaba de mi trabajo. El ir de un lado al otro, ese era mi espíritu inquieto. Pero no solo era eso, debía admitirlo, desde mi reciente regreso a Londres mientras disfrutaba de la compañía de mi familia, el encuentro fugaz con dos mujeres me tenía errabundo.

Me quedé sentado en una banca, con la mirada fija en la nada, con mi mentón en la palma abierta de mi mano, con las piernas estiradas a lo largo. Con la gente que pasaba a mi lado, y la secretaria que seguía ordenando los papelitos.

Lo miré extrañado por su comentario, pues me costó unos minutos deducir que debía referirse a cuidar la salud de una persona y no saber luego si seguía las indicaciones médicas, o por el contrario, visitaba lugares poco recomendables. Eso fue lo que me dije. Aunque no me cerrara del todo.

- Por eso no elegí ninguna carrera altruista. Mi madre es enfermera, mi hermana mayor es médica. Mi padre, profesor. Pero yo no tengo talento para creer que puedes mejorar el mundo.- dije perdiendo toda sonrisa- Ellos sí. Yo solo me dedico a vivir, sin pensar demasiado si estoy haciendo lo correcto o estoy yendo a la mierda. Uno se ahorra así varios dolores de cabeza.

A diferencia de nuestra madre, Molly y yo desarrollamos nuestra fe cuestionándonos ciertos mandatos, sin aceptar a pies juntillas ni la verdad que se decía santa. Molly tenía idea romántica, lo mío era más práctico. Yo necesitaba alguien en quien creer. Después de eso, me comportaba como un simple humano, sin inspirarme a ser beato.

Mi mente se sintió aliviada al ver por donde había tomado rumbo la conversación, Ethan había deducido que estaba hablando de los cuidados médicos. Agradecí en estos momentos haberle dicho que la medicina era la carrera predilecta que estaba siguiendo en la universidad, ya que de no ser así tendría que haber dado una buena explicación para ocultar lo que era verdaderamente. -Puede que tengas razón con lo que dices, pero eso depende, en su mayoría, de lo que a uno le gusta hacer.- repliqué con una sonrisa. -Por ejemplo yo no serviría para ser abogado o algo que tenga que ver con los números y las finanzas- agregué riéndome un poco de mi mismo al imaginarme en un estudio contable tras los escritorios enormes y la gente yendo de aquí para allá haciendo diversos tipos de trámites.

- Oye Ethan.. ¿ sabes donde venden golosinas?- pregunté al ver que la máquina expendedora del museo no tenía los dulces que yo quería.

Estaba por contestarle que estaba completamente de acuerdo con lo que decía, pues yo mismo había descartado muchas carreras no por ser de actividad social sino por tener que cursar materias que odiaba en el instituto. Por fortuna, en todo el tiempo que llevaba trabajando para la Universidad no me habían pedido que realice ningún dibujo.

Pero, cuando mencionó las finanzas me quedé mirándolo un segundo. Me despabilé lo suficiente como para señalarle la salida de la sala.

- Creo que hay una tienda en la esquina, vamos- lo precedí, guiándolo por los corredores del museo. Fuera, en la calle, el calor era bochornoso en comparación con la fría calma del interior del edificio. Echamos a andar.

Gabe me había recordado nítidamente a una persona, y no pude no comentarlo:
- Mi hermana Josie siempre tuvo prejuicios contra los contadores, decía lo mismo que tú.- exactamente lo mismo- Adivina qué, cuando egrese del instituto estudiará Contabilidad. ¿Por qué?- levanté mis hombros- Porque hubo personas que le enseñaron de que se trataba, y una vez que conoció que se hacía, se le pasó el miedo. No lo sé, ella dice que cuando comprendes algo puedes llegar a apreciarlo. Lo increíble, es que aquello a lo que tanto rehuía, es lo que finalmente eligió.- me quedé callado, pasándome una mano por mi cabello, como si eso pudiera aligerar el calor.

Respondió que había una tienda en la esquina de esta misma calle y fue así como nos encaminamos fuera del hotel y el calor nos azotó de inmediato. Generalmente no me molestaba pero salir de un lugar con aire fresco a un aire más espeso era algo que llegaba a fastidiar un poco. Puse una de mis manos para hacerme sombra del sol y caminé junto a Ethan a la pequeña tienda que se veía desde la puerta del museo.

Reí un poco ante lo que decía y asentí dándole la razón a sus palabras. - lo sé, juzgar nunca es bueno, pero créeme que estuve detrás de un escritorio y haciendo esas cosas y no es algo que me agrade demasiado, prefiero usar un bisturí y ese tipo de cosas, ya sabes- dije sonriendo y sacando la billetera de uno de mis bolsillos al llegar a la pequeña tienda. -¿Se te apetece algo? Pregunté mientras le pedía a la señora detrás del mostrador dos chocolates y una bolsa de caramelos.

Me dijo que antes se había sentado detrás de un escritorio a hacer esas cosas, lo que me hizo pensar si no se refería a algún trabajo de verano que había hecho en su época de estudiante de secundaria o un empleo anterior. Quizás, trabajaba para pagarse sus estudios, medicina no era una carrera barata, era un gasto de casi una década. Mucho.

- ¿Ah, así? ¿A qué dedicabas antes de estudiar medicina? Yo hablo demasiado y me doy cuenta que apenas si dejo que tú me cuentes algo.- le pregunté curiosamente mientras la dependiente de la tienda buscaba el pedido de Gabe. Negué con la cabeza agradeciendo su ofrecimiento,- Me conformo con que me convides esos caramelos, no te irás a comer toda la bolsa, ¿o sí?- me reí.

Terminé de darle el dinero a la señora y me entregó las golosinas junto con el cambio, realmente esta tienda tenía los chocolates que más me agradaban. Podría ser un ángel pero las golosinas eran un vicio, en el buen sentido de la palabra.

Reí ante lo que decía . -Cuando empecé el primer año en la universidad tomé un trabajo de medio tiempo en un estudio contable y estuve de aquí para allá durante un par de años y realmente ese ambiente de trabajo no era muy bueno, el aura de todos es muy negativa - expresé naturalmente mientras desanudaba la bolsa de caramelos. ¿Había dicho Aura? sí, otra vez utilizando un vocabulario poco común para un muchacho de veintitantos. Solté un suspiro y sonreí cuando preguntó acerca de las golosinas. -No, ten- dije bromeando dándole algunos caramelos y un chocolate.

Aura. Me hizo sonreír al pensar en que mis hermanas solían referirse a las mismas como si fueran algo propio de cada persona, así como una nariz, o una mano. Todos teníamos una, decían. Pero esas eran cosas en las que ellas se metían, yo era poco menos que un ignorante en esa materia. Entendía a Gabe, se refería a lo corruptos que podían llegar a ser los contadores. Ambiciosos, avariciosos, mentirosos. ¿Josie sería así? Me hacía difícil imaginármela haciendo eso. Ella me decía que emprendería su propia empresa, era creativa y soñadora. Un ángel.

- No eran lo que se dice “ejemplos de personas”, ¿verdad?- dije recibiendo sus caramelos con una mano para guardarlos en el bolsillo de mi chaqueta y abriendo el envoltorio del chocolate para comérmelo. Quería disfrutarlo antes de que el calor lo echara a perder.

- No me imagino a un estudiante de medicina en un estudio contable, te habrás sentido muy extraño.- observé.- Es como si yo me encontrara atendiendo en un consultorio, apuesto a que mandaría a todos al quirófano, pues lo único que se hacer es trabajar con huesos.- le guiñé un ojo.

Hice una mueca ante su pregunta y asentí ligeramente. -Es algo un tanto complicado de explicar. No es que no sean ejemplos es que el trabajo solía ponerlo de mal humor, al menos eso me limitaba a pensar para no arrojar todo por la ventana - dije riendo y partiendo los cuadraditos del chocolate para comerlo mejor. En verdad no me gustaba hablar mal de esa pobre gente, ya que tendrían sus problemas y el trabajo los aumentaba, pero estaba en desacuerdo con que lo expresaran con sus compañeros de trabajo, después de todo no teníamos la culpa.

- Fue algo extraño, pero me ayudo con los estudios- aseguré riendo por lo que decía. -Creéme que yo intentaba indagar en sus vidas para ayudarles cuando tendría que revisar papeles, liquidar sueldos y esas cosas- comenté recordando esas épocas.

- Bueno, eso es cierto, el trabajo suele ponernos irritables, más aún si es un empleo con el que no estás conforme- opiné, recordando que ese era mi peor miedo cuando había llegado a la edad de decidirme que carrera estudiar. Luego me reí.- No es para menos, supongo que debes ser una persona con una paciencia infinita, nunca me gustaron los trabajos de oficina porque siempre me imaginaba asesinando a mi jefe al exigirle un aumento de sueldo.- hice el gesto de estar clavando un puñal- Usar traje de lunes a lunes, llevar corbata, seguir horarios, no es lo mío.

Este chico sí que tenía algo con eso de ayudar a los demás. Mira que buscar comprender a tu jefe para no enviarlo al infierno y, en cambio, ayudarlo. Gabe se merecía el premio nobel. Comí mi chocolate en grandes bocados, escuchándolo. Tragué para poder contestarle cuando luego de un silencio ya no dijo nada.

- Y ahora viene la pregunta, ¿te despidieron o renunciaste?- lo miré al hacer esa pregunta. Hablaba en tiempo pasado, ciertamente no seguía en el estudio contable.

Asentí y reí ante lo que decía ya que a mi tampoco me agradaba tener que usar trajes y corbatas, prefería otro tipo de ropa, más holgada y más cómoda, además de que no me sentía a gusto allí y no lograba ayudar a nadie en nada, por ende mi trabajo era innecesario en ese lugar. -Anudar las corbatas es algo demasiado molesto- aseguré con una risa al recordarme anudar esas cosas temprano por la mañana, realmente era algo digno de hacerme reír.

-Renuncié porque me salió un empleo de psicología y eso me parecía más humanitario, que iba más conmigo- comenté comiendo el chocolate y cayendo en que él no sabía que anteriormente de medicina había hecho la carrera de psicología, genial y siempre seguía metiendo la pata.

¿Siempre estuviste decidido a estudiar lo que haces?- pregunté para sacar la conversación por la tangente y además porque tenía un poco de curiosidad sobre ello.

- Vaya, eso sí que fue un cambio notable.- exclamé.

Su siguiente pregunta evitó que siguiera indagando sobre su vida como una señora chismosa, y hablara de mí mismo que era justo lo que había dejado de hacer porque ya empezaba a sentirme muy egocentrista. Bueno, pero como él me daba pie a hacerlo…

- Claro que no, me gustaría decir que de niño jugaba en el parque imaginando que era una selva y buscando huesos de dinos, pero no fue así. Me fascinaban las bestias y los animales mitológicos.- recordé con una sonrisa- Nunca fui buen dibujante, pero podía pasarme horas haciendo dibujos de dragones, o recortando revistas donde aparecieran. Entonces descubrí a los dinosaurios, y fue increíble, descubrí que nuestro mundo tenía verdaderos animales fantásticos. Luego me regalaron un perro y lo llamé Rex. Todavía vive conmigo. Y me apasioné con la zooarquelogía.- me detuve para dar una mordida más a mi barra de chocolate, y luego de un segundo agregué:- No pierdo las esperanzas de encontrar algún día, un fósil de dragón, quimera, hipogrifo,…- lo decía sinceramente.

Pero, ya, otra vez yo. Pobre Gabe que tenía soportar mi historia de vida, mis traumas y mis logros.

- ¿Qué haces estudiando medicina? Ser psicólogo es lo tuyo, debiste haberte quedado en ese empleo.- comenté.

Vaya, su historia sonaba realmente genial, aunque debía admitir que pensaba que andaba hurgando huesos de la comida de pequeño, pero mis conjeturas terminaron siendo erróneas al escuchar el resto de la historia de Ethan . - Rex, que original nombre para un can - admiré sonriendo ,ya que el que yo tuve un tiempo atrás se llamó Ariel, para variar terminaba en EL como la gran mayoría de los nombres de ángeles. En fin, con lo que uno nace o se hace no se puede corregir.

- Sería fascinante si encontrarás uno de esos, y si lo haces cuéntame- comenté con una sonrisa evitando contarle que había oído hablar de esas criaturas por otros compañeros que habían estado en presencia de ellas. Realmente hubiese sido genial contarle aquella historia pero me contuve por el momento.

Solté un suspiro con su pregunta. Si le decía que esa carrera ya la había estudiado sería un poco extraño al tener tan solo 25 años, pero caí en la cuenta de que no le había comentado en que año de medicina estaba. -En realidad ya hice la licenciatura de psicología- dije encogiéndome de hombros. -Pero no quería quedarme con las ganas de aprender medicina, ya sabes no puedo con mi genio- aseguré.

- Gracias, por ese entonces tenía catorce años y consideraba que el Tyranosaurio Rex era lo máximo. Solo sucederle a los principiantes, es luego que se descubre la infinidad de razas que existen.- le expliqué, aunque eso ya era algo mío. Me lamentaba de la ignorancia de esos años. Rex, por el contrario, parecía no importarle.

- Claro, te mostraré también las fotos que saque.- aseguré. Como si eso fuera posible…

“Vaya” pensé, porque me daba pena mostrarme sorprendido luego del asombro tan expresado que había demostrado en el museo luego que me dijera su edad. No quería cohibirlo. De una persona que tras estudiar psicología se involucraba en una carrera como medicina se merecía más que mi respeto. Y a mí que me gustaba fanfarronear que había terminado la carrera a mil por horas.

- Supongo que hay personas para las que el conocimiento es muy importante y educarse es su prioridad.- dije en voz alta, como un halago. No sabía si lo había hecho correctamente, pocas veces lo hacía con otras personas.- Pero a todo esto, ¿eso significa que me estás psicoanalizando mientras charlamos?- típico, bromeando de nuevo.

O la infinidad de nombres extravagantes que había para canes y ponerle solo el primer nombre que se venía a la cabeza tal y como había pasado con el difunto Ariel .-No te culpo los nombre de mis mascotas siempre fueron comunes y no tenía catorce años, estaba más grandecito - aseguré riendo mientras desenvolvía el papel en el que estaba atrapado el caramelo que había comprado recién.

Reí ante lo que decía sabiendo que esa muy poco probable que eso pasará, pero aún así avivar la esperanza de algo inimaginable era algo bueno si no ponías toda tu vida en ello.

-Supongo que sí es importante, pero no lo hice por eso, solo que me gustaba y como el tiempo es solo una medida no me molesto hacer otra carrera.- - aseguré mientras achinaba los ojos a causa del sol que se daba paso entre las nubes.
-Claro, ya estoy anotando toda tu vida en mi mente y te saqué los traumas de la infancia y todo- bromee siguiéndole el juego al joven Ethan.

- No quiero que suene a regaño, pero el tiempo pasa, Gabe, es arriesgado involucrarte en una carrera tras otra cuando hay muchos otros planes que hacer. Comprar una casa, comprar un coche, si encuentras a una chica que vale la pena, también casarte… y todo eso demanda dinero, por lo que hay que ponerse a trabajar. O sea, no, ya sé que trabajas, me refiero a comprometerte con una profesión.- compartí mi punto de vista. Uno no podía ponerse a acumular títulos universitarios. A menos que él coleccionara eso, lo que no dejaba de ser extraño.

-Es raro decirle esto a un chico que se dedica a los estudios. Pensé que una recomendación así era solamente echa para aquellos que viven su vida de fiesta en fiesta, sin responsabilidades.- manifesté al instante siguiente, en parte rectificándome por lo anterior. Mientras Gabe pudiera hacer lo que quería, debía seguir haciéndolo. Esa era la máxima en mi propia vida.-No me hagas caso, ni yo sigo mis propios consejos.

Reí cuando dijo que no quería que pareciera regaño, pero simplemente su comentario se me hizo un poco en gracia pero no lo demostré, ya que sería aún más extraño. Pero de todas formas sería un poco loco decirle que jamás me casaría, jamás conocería a una chica y me casaría ni nada de esas cosas que los humanos podían hacer. Obviamente que yo también podía pero eso tenía un precio llamado Alas, y en verdad no quería pagarlo.
Por ende de nada me serviría no estudiar, además de que lo hacía de pasatiempo, ya que comunmente estaba de aquí para allá tras alguien que me asignaran o simplemente sin saber a ciencia cierta de quien me estaba ocupando, pero al fin y al cabo feliz de hacerlo.
-Descuida, los consejos son buenos. Son otro punto diferente de ver las cosas y siempre los tomo para bien- aseguré con una media sonrisa mientras comía otro caramelo.

-Y planeo seguir el estudio este hasta que pueda, o hasta que el destino así lo quiera, realmente no se si el día de mañana me enamoraré y tirare eso a la basura, o muera un accidente de tránsito. - comenté. -Bueno lo último sonó trágico- dije bromeando un poco.

- Que bueno que te lo tomes así- dije claramente aliviado,- Hay quienes me contestarían que me metiera en mi propia vida, y que me dejara de joderles.

Nos habíamos quedado en el alero de la tienda, bajo el resguardo de la sombra. A falta de aire acondicionado, nada mejor que una sala en un museo. Le di una palmada en el hombro para indicarle que volviéramos. Tampoco podía abandonar a mis hijos, ¿y si luego la secretaria confundía a Lester con Brandon?

- Sonó un poco trágico, la verdad, pero también podrías morir asesinado a sangre fría, o después de sufrir una lenta tortura. Puede que te secuestren y pases el resto de tus días en encierro.- levanté las cejas como dramatizándolo.- Quien sabe.

Al poco llegamos a la puerta de entrada del museo, salvándonos así de los rayos del sol. Nuestros pasos resonaban en el silencioso hall.

- Oye, Gabe- mi voz tuvo eco en ese pasillo- entre tantos estudios, ¿sueles salir a divertirte? Sin ofender.

Negué levemente con la cabeza con una risa entre dientes, ya que comunmente no era así, si te decían algo era para que lo mejoraras y lo veía como un consejo bueno a lo que decía.
Caminé junto a Ethan escapando del sol para volver al confortable clima que se podía apreciar dentro del museo.

Bien, había sonado trágico con lo que había dicho pero el muchacho me siguió la corriente diciendo cosas aún más sanguinarias . - Si, hay muchas probabilidades de todo como para deducir la muerte de uno, el secuestro o quien sabe. Quizá me coma un dinosaurio- bromee mientras comía otro caramelo al traspasar el umbral del museo. Este seguía más vacío de lo que estaba antes, o quizá el ruido del exterior me hacía pensar ello.

-Claro, los fines de semana- murmuré encogiéndome de hombros. Después de todo siendo un ángel me divertía como todos, aunque quizá con un poco más de moderación.

- Por supuesto, no podemos descartar esa posibilidad. ¿Pero eso no sería algo más probable en caso de un arqueólogo solo en una selva? Sería mi muerte ideal. Me iría feliz al cielo.- dije como respuesta a su broma, como si realmente considerada esa opción.

Antes de entrar a la sala de exposición donde estaban mis bebés, me acerqué a una máquina expendedora y luego de coger una lata de gaseosa, me senté en un banco que había a un lado de una maceta con helechos. El calor de afuera me había dado un dolor de cabeza.

- ¡Bien! Ya empezaba a preocuparme por ti.- le confié.- Verás, temía que tus estudios te absorbieran demasiado, además de que trabajas. Eso puede terminar enfermando.- recordé entonces una invitación hecha por un colega esa misma mañana- Me dijeron que se hará el Festival de Verano dentro de unos días, ¿no te lo perderás, verdad?

Reí entre dientes a causa de las posibilidades que decíamos acerca de la muerte que ambos podríamos tener. Y en cierto modo Ethan estaría contento si su muerte sería en una selva a manos de un dinosaurio, y en verdad lo entendía ya que al menos podría morir en un lugar que le gustaría. En la mayoría de los casos la gente le gustaba morir junto a su familia o simplemente sin un sufrimiento muy agudo, simplemente preferían cerrar los ojos y que su vida terminase de esa manera, sin sufrimientos. De ser un ángel el trabajo que más me costaba era llevar al cielo las almas que ya no pertenecían a este mundo.

Imité a Ethan y tomé un refresco de la máquina expendedora, una coca-cola por preferencia propia, y me senté junto a él en la banca apreciando a sus Bebés. Realmente me parecían adorables esos huesos, bueno seres que habían vivido en otra época distinta a la nuestra.

-Moriría si no tuviera un poco de diversión aseguré riendo mientras oía lo de la fiesta de verano. -No había oído hablar de el, pero supongo que iré- comenté tomando un poco del refresco.

A eso me refería, sin un poco de diversión, la vida no era vida.

- Si te lo pierdes y luego te enteras de que fue una mega fiesta, me reservo el derecho de decirte “Te lo dije”.- le advertí, dejando en el brazo de la banca mi refresco a la mitad.

Caí en la cuenta que llevaba largo rato platicando con Gabe, y puesto que yo no tenía nada que hacer me había aprovechado de su tiempo, sin pensar si no lo estaba retrasando. O quizás estaba haciendo hora hasta su próxima clase, y por eso se mostraba relajado. Nada mejor que un descanso en un silencioso museo.

- Tal vez en unos minutos regrese la secretaria del museo dándose cuenta que se olvidó de mí, así qué, dame tu número te llamaré una de estas noches para salir a divertirnos.- le pedí, sacando mi móvil del bolsillo de que mi chaqueta para agendarlo.

Bebí el refresco de un sorbo y me quedé jugueteando un poco con la lata. Escuché a Ethan y reí permitiéndome escuchar el sonido de mi risa como eco en la sala del museo y asintiendo ligeramente. -Y tendrás todo el derecho- aseguré sabiendo que era gratificante para todos decir esas tres palabras a alguien sabiendo que tenías la razón en ello.

Me explicó que quizá volvería la secretaria del museo por él por lo que pidió mi número para estar en contacto y quien sabe salir a divertirnos juntos algún día. -Claro, ten- comenté dictándole el número para que lo agendará en su móvil. -Yo creo que iré en busca de mi perro y lo llevaré a dar un paseo al pobre, está encerrado desde hace bastante - le expliqué extendiéndole mi mano para darle un apretón de despedida.

Agregué su número a mis contactos, y guardando el móvil de nuevo en mi bolsillo, estreché la mano que me tendía como gesto de despedida.

- Ves que te digo, yo te relaté mi vida completa, ¡y ni siquiera me dijiste que tenías un perro!- exclamé, luego le di una palmada en la espalda:- Summer Fest, Gabe, no lo olvides. Espero verte por ahí.

La secretaria del museo, tal como lo pronostique, regresó a la sala y con una carpeta en brazos. Estas chicas intelectuales. Lucía lentes de lectura que completaban el atuendo. Me llamó por mi apellido, como si fuese un estudiante de secundaria.

- Bueno, debo ir a cumplir mi misión de salvar el mundo.- me puse de pie terminando la lata de gaseosa que había dejado y echándola al basurero.- Nos vemos luego, Gabe.

La joven me enseñó las tarjetas identificadoras de cada fósil que llevaba dentro de la carpeta, y continué mi tarea de señalarle cada uno, más de los que había enseñado a Gabe. Me tomó una media hora, entre colocar las tarjetas también. Luego una llamada salvadora de un colega me llevó de regreso a la Universidad.