Una noche como otra cualquiera. (Libre)

El cielo, todo cubierto de nubes no dejaba que se vieran ninguna estrella y la luna solo se podía apreciar, difuminada y casi sin fuerza, aun que eso para Sebastien le daba exactamente igual.

Aun en su habitación, miraba por la gran cristalera que adornaba una de las paredes, mirando toda la ciudad iluminada a sus pies. Le encantaba esa vista, pudiendo ser por sentir superior a los demás o porque la vista de verdad era bella cuando atardecía o cuando las oves ver cada una de las estrellas que adornan el cielo, por mucho motivos podía ser, pero no se molestaba en preguntárselo a el mimo, solo le gustaba y eso era lo importante. La habitación totalmente a oscuras estaba silenciosa, solo rompía el silencio el sonido leve de su respiración y del roce de la ropa al ponerse la camisa. Su imagen terminado de colocarse la camisa negra se reflejaba en el cristal. Serio, con una mirada un tanto cruel, sin cambar nada en mucho tiempo. Sabía que imagen daba a los demás, tan desconcertante como bella y gracias a ella había conseguido todo lo que tenía. Nada más terminar de abrocharse la camisa, dio media vuelta acercándose a la cama, donde tenía la chaqueta, el móvil, las llaves del coche y los más importante, el paquete de tabaco.

Cuando que estaba listo descendió previamente al piso bajo de su ático y despues tomo el ascensor para ir al garaje. Aquella noche, tal y como iba vestido, tomo el pequeño mercedes negro, que le llevó rápidamente hacia su destino, donde pasaba dias, horas, simplemente contemplando a la gente.

Entró en el pub, mientras saludaba a mettre que custodiaba la entrada y la gran cola de personas que pretendía entrar, con una sonrisa un tanto cruel. Pasa mucho tiempo allí y gastaba más por lo que no necesitaba mucho para entrar y coger todo lo que necesitaba. Yendo hacia la barra, solo le hizo falta dar dos pequeños golpes en esta para que el camarero empezara a preparar el coctel.

Tomando este Sebastien solo se quedo mirando a como la gente pasaba en frete de él, mientras daba un pequeño trago a su copa.

Hoy era el día, me habían llamado del pub para un trabajo, me había destacado por ser una atracción entre algunos bares que se dedicaba a dar algo de entretención al público con un show de baile lleno de sensualidad, era parte de mi naturaleza esa sensualidad que le daba un sello especial al espectáculo. Estaba en mi casa donde después de darme una ducha preparé mi ropa en una mochila y mi maquille, algo salvaje pero sin perder elegancia y algo similar hice con mi cabello me puse un vestido ligero y un abrigo encima para finalmente llegar al pub.

Miré el reloj, estaba con el tiempo a mi favor aún era temprano, tal vez alcanzaba a beber una copa por mientras, pensé mientras salía del departamento solo acompañada con el sonido de los tacones al chocar con el suelo. Después de unos minutos de una caminata fresca observé el pub, había una enorme fila para entrar pero, por supuesto, esas cosas no eran para mi, nadie dudó en no dejarme saltar la fila para entrar directamente.

Caminé volviendo a ver mi reloj acercándome a la barra para pedir algo cuando veo a algo, o mas bien alguien que me llamó la atención, mi querido Sebastien, me acerqué sonriente hacia el caminando lentamente.

- ¿Pero que tenemos aquí? - susurro con algo de ironía en la voz colocandome de frente a él con una seductora sonrisa.

- Que desaparecido estas!.

Con la copa en la mano, era extraño que en la otra no poseyera un cigarro acompañándolo, pero en ese momento no tenía necesidad de distraerse con uno de esos ya que toda su atención estaba centrada en la gente que pasaba delante de él, el los chicos ridículos que le miraban con miradas despreciativas porque ellos estaban rodeados de mujeres y Sebastien se encontraba solo en la bara. No pudo evitar contener una risa, pensando que si aquellos chicos supieran la verdad de lo que él era, saldrían corriendo como dos niñas pequeñas asustadas dejándose atrás a las chicas, lo que el aprovecharía, pero realmente sabía que eso no era necesario. Mujeres, podía conseguir a la que él quisiera, incluidas a las muñecas de porcelana, rubias, que les acompañaba, sin necesidad de asustarles de ningún modo.

Dio otro pequeño trago a su copa trasparente con un liquido deigual color, o falta de él, mientras su mirada se clavaba en una de las dulces chicas. Solo con una pequeña sonrisa le hizo falta para que la chica se quedara embobada mirándole e incluso tropezando con su acompañante. No la culpaba, todo él estaba destinado para llamar a los ángeles y por tanto también a la gente, para que tuvieran tentación de acercarse a él, para hacer el mal simplemente, y siempre conseguí lo que se proponía. Terminado su copa, la dejó sobre la barra para ir hacia el pequeño grupo y mostrar todas sus artes, pero una voz le detuvo antes, una voz que conocía perfectamente.

Con la sonrisa ya preparada, el demonio dio media vuelta para encontrarse con Sheeba. Era una de las pocas con las que seguía manteniendo contacto después de haber estado con ella algún día, aun que eso podía ser porque ella era como él, un demonio. Metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, se acercó a ella, mirando su esbelto cuerpo y sus rasgos, se fijó en el maquillaje que llevaba esa noche.

-Sheeba, te dije que no hacía falta que me persiguieras, con llamarme acudía con tigo siempre que quisieras…- Aun sonriendo, levantó una de sus manos tomando uno de su mechones negros, diferentes a los de la otra chica, aun que ya los había olvidado totalmente.

Fruncí el ceño con una sonrisa incrédula con lo que Sebastien dijo, pero que mas podía esperar, no era mas que otro demonio ególatra y quien era yo para criticar eso si yo no era muy diferente, solo le resté importancia y me apoyé en la barra llamando al barman y con una dulce sonrisa y el clásico "Lo de siempre" hago mi pedido y luego vuelvo la vista a Seb.

- Pequeño, Seby. No eres el centro del universo solo estoy aquí por trabajo. - comento sentándome en un taburete a su lado esperando mi querido martini, al fin el muchacho dejó la copa sobre la barra y después de darle una indiscreta mirada a su trasero la tomé y le di un sorbo.

- Esta noche será mia. ¿Te quedarás a ver el espectáculo? - pregunto con un tono de voz dulce y seductor mientras lo observaba con mirada insinuante llevándo la copa a mis labios para dar otro trago.

- ¿ Te quedarás verdad? - lo tomo de la barbilla de una forma melosa molestándolo un poco.

¿Seby?
Automáticamente levantó su ceja se alzó nada más escuchar como le había llamado Sheeba, sin llegar ha hacer caso a sus siguientes palabras, porque sabía lo que sería. Aquella demonio de pelo moreno era la única capad de poner en su lugar a Sebartien, evitándole si lo deseaba, y solo estando con él cuando ella lo deseaba. Y por eso le gustaba tanto a Sebastien. Disfrutaba con todas las chicas, pero con Sheeba también disfrutaba con aquel juego del tira y afloja, siempre intentando ser superior.

Volviendo a apoyarse en la barra, observó a Sheeba sentando en el taburete y pidiendo una copa. - ¿Te dejan trabajaba ebria? Porque tienes que tener mucho cuidado si no quieres que se lo cuente a tus jefes. - Buscó en el interior de los bolsillos de su pantalón, hasta conseguir sacar el paquete de tabaco mientras el camarero regresaba a nuestro lado, con una copa para la demonio. Llevó el cigarro a sus labios, encendiéndolo y esperando unos momentos para contestar a su pregunta.

Soltó el humo sin decir nada, mirando a la nada, hasta que Sheeba lo tomó del mentón y tubo que girar la cara para mirarla a los ojos. - Espero que sea muy bueno, o tendrás que compensármelo.-

Dejé reposar unos segundos el licor en mi boca antes de dejar que se deslizara cándido por mi garganta mientras escuchaba a Seb, no podía evitar devolverle cada comentario que me lanzaba es por eso que lo miré abriendo muchos los ojos con expresión temerosa y sarcástica ante su comentario, como si el alcohol me tomara facilmente, era bastante resistente a los efectos. Levanté la copa por fin tomando el líquido por completo de una sola vez y comí la aceituna con un gesto algo obsceno mirándolo.

- Cielo, mis jefes son aún mas fáciles de manipular que ti, mi cielo. - río burlona, este maldito demonio... nos la pasabamos tan bien cuando nos encontrabamos, esa relación amor - odio tenía algo de emoción para mi y lo hacía un poco... solo un poco mas especial que cualquier otro en mi vida.

- ¿Alguna vez te he decepcionado, mi Seby? - me acerco a su oído susurrando la pregunta con una voz melosa sin dejar ese toque sarcástico que se hacía presente a lo largo de cada conversación que lograba mantener con él.

Nunca se podían hablarse seriamente ninguno de los dos, porque solo sabían hacer dos cosas, tontear o discutir, pero no discusiones serias, solo bromas y insultándose mutuamente por mero gusto del ver al otro enfadado, o intentando encontrar un insulto superior; si, a “Seby” , como ella decía, le encanta esa relación que mantenían, y lo demostraba hablándola cada vez que la veía y no olvidándola.

No perdía la vista en ningún momento de sus movimientos. La demonio siempre supo como moverse para que el demonio se desesperara, la deseaba y se olvidara del mundo que le rodeaba. La tintineantes palabras, la forma de llamarle, no podía evitar provocar una sonrisa en el demonio, que apoyaba su brazo en la barra mientras la miraba. - Todo el mundo es más fácil de manipular que yo.- Girándose, volvió ha hacer un gesto al camarero para que trajera una de sus copas, mientras este atendía otras personas, asintió, sabiendo ya lo que tenía que hacer.

Volvió de nuevo a centrarse en la chica, que se había acercado peligrosamente a él. No reaccionó, solo la miró dejando que ella terminara de acortar las distancia entre ellos para susurrarle al oído. Este, nada más darse cuenta que ella había terminado de hablar, rodeó su cintura con uno de sus brazos, acercándola totalmente a su cuerpo y juntándolo con el de él mismo. Acariciando la piel de debajo de su iodo con sus labios la hablo en un mero susurro, sabiendo que lo escucharía. - Nunca lo hiciste… espero que esta vez no sea diferente… mi cielo. - Sin más la soltó, con una sonrisa, se dio la vuelta para ver que el camarero llegaba con otra de sus copas.

Sin darme cuenta ya estaba entre sus brazos pegada a él. Di un ronroneo cuando sentí la cercanía de sus labios y su susurro, me tentaba darle una mordida cuando me hablaba de esa forma pero me contuve y como si nada me separé de él dándole un golpecito en la cadera.

- No será esta la ocasión, Seby. - como me gustaba llamarle así, sonreí guiñandole un ojo y caminé por el bar hasta perderme entre las multitudes y adentrándome en una puerta.

Una vez ahí en la habitación cambié mi ropa casual por otra radicalmente distinta, mas provocativa y sensual, un ajustado vestido de encajes y brillos rodeo mi figura con un corto vestido para facilitar los movimientos y un generoso escote, retoqué un poco el maquillaje para pronto dar inicio a mi espectáculo.

El escenario del bar que solo tenía una barra de metal en medio, se lleno de luces y un presentador salió anunciando el espectáculo que pronto de presentaría y los presentes comenzaron a acercarse para presenciar mejor lo que se vendría.