Desafortunado despiste {Libre}

Daniel acababa de salir de la residencia, al terminar su turno. Realmente siempre prefería quedarse un rato más allí, pero aquella vez su jefa le había insistido en que se marchase a casa, alegando que llevaba allí desde primera hora de la mañana, incluso antes de que empezase su horario. Y aunque a él no le importaba en absoluto, es más, disfrutaba haciendo compañía y cuidado a aquellos ancianos, finalmente accedió para no discutir más.

Caminó por las callejuelas de Londres, recorriendo el trayecto que siempre hacía de vuelta a casa. Sin embargo, a mitad de camino iba tan distraído que no se fijó en que se había desviado hasta que se dio cuenta de que se había metido en un callejón que no conocía. Se paró un segundo, dudativo. No parecía un lugar seguro, de hecho hasta corría el riesgo de encontrarse con algún demonio, ya que ellos solían frecuentar ese tipo de lugares tan poco fiables, en busca de pobres almas a las que corromper. Ante este pensamiento Daniel se decidió a seguir. No sabía ir por otro camino de todas formas, y si realmente cabía la posibilidad de que hubiese algún humano en una situación así su deber era comprobarlo y ayudar. Así que se adentró, con paso pausado pero decidido mientras miraba a su alrededor. Por el momento parecía que todo estaba bien, no había nadie por allí... Hasta que cuando casi se encuentraba al final de este, se entrevieron dos siluetas a pocos metros de donde se encuentra Daniel. Él siguió andando hasta que estuvo lo suficientemente cerca para darse cuenta de que eran dos jóvenes enzarzados en una pelea. Aquella muestra de violencia le pilló tan de sorpresa que no pudo hacer nada durante un momento. Notó como el color se le iba de la cara, pero en cuanto pudo reaccinar se acercó corriendo e intentó detenerlos... Sin mucho éxito. Los dos muchachos lo ignoraron y siguieron golpeándose, mientras el ángel cada vez estaba más horrorizado. Volvió a intentarlo, pero lo único que consiguió es que le propinasen un empujón que lo mandó al suelo. Entonces un grito de alguien los alertó, y uno de ellos salió corriendo. Daniel se levantó con cierta dificultad y al ver al muchacho lleno de golpes y heridas con sangre, se acercó con intención de curarle, pero este no lo permitió y salió huyendo.

Daniel se quedó allí, mareado y con la cara pálida. Respiraba entrecortadamente y tuvo que apoyarse contra la sucia pared del callejón, con la cabeza gacha, esperando que se le pasara esa sensación que tan poco le gustaba.

Estaba recorriendo tranquilamente los callejones de Londres ya que realmente no tenía nada mejor que hacer hasta que al entrar a uno escucho como una pelea por lo que se acerco notando como dos hombres estaban dándose de golpes lo que la hizo inevitablemente sonreír maliciosamente por el espectáculo al cual se había unido también un ángel lo que la hizo rodar los ojos ¿por que era que esos seres tenían esa aborrecible necesidad de intentar cuidar y proteger a los demás, hasta quienes no querían que los cuidara? La verdad no lo entendía, sabía que alguna vez había compartido esa misma mentalidad de tener que proteger a los demás pero desde que había perdido sus alas y estaba condenada al infierno pues la verdad eso me fastidiaba un poco, aun así estuvo interesante el espectáculo, uno de los chicos sacó una navaja y apuñalo al otro antes de huir lo mismo que hizo el herido después de negarse a recibir la ayuda del ángel quien parecía estar sumamente pálido, tanto así que era un verdadero poema el ver sus gestos y como estaba lo que inevitablemente me hacía sonreír complacida mientras me acercaba a paso lento y sensual hacia él.

- Interesante espectáculo Angelito, ¿no lo crees? - le dijo mientras caminaba para llegar hasta donde él, la verdad había pensado en hacerle otro comentario sobre la misma pelea pero decidió dejarlo para después y solo decir - No se por que te preocupas tanto y te pones así angelito si después de todo ambos son pecadores y al infierno se irán - dije como si nada mientras miraba mis uñas tranquilamente y esperaba a ver que interesante respuesta recibiría del ser celestial que tenía al frente.

Después de unos minutos, Daniel comenzó a mejorar. Poco a poco el color iba volviendo a su cara, y ya sólo quedaba una molesta pero pequeña sensación de mareo en su estómago. También aquel episodio le dejó cansado, no lo suficiente como para sentir la necesidad de dormir, pero notaba que los párpados le pesaban. Que le pasara aquello cada vez que veía algo de violencia era una cuestión meramente psicológica, pues como ángel si fuera físico el mismo podría hacer que se le pasase. La violencia le repugnaba hasta tal punto que su mente lo reflejaba con ese horrible malestar. Se estaba incorporando de nuevo cuando oyó los pasos de alguien. Levantó la cabeza en seguida, alerta, para encontrarse con una muchacha. No vio ningún aura especial en ella, por ello se sorprendió al oír que le llamaba 'angelito'. Al instante supo que no era sólo una manera de hablar.

- En absoluto. De hecho, ha sido un espectáculo horrible.- Respondió con calma, pero más serio de lo habitual. Se quedó mirando a la chica fijamente. Hablaba como un demonio, pero no lo era. Pero si podía ver su aura, una humana común tampoco podía ser...- Es mi deber, si conoces lo que soy también deberías saber eso, ¿no? Y no, no necesariamente tiene que ser así. Los pecados pueden ser perdonados si se arrepienten y son llevados por el buen camino, como debería ser. A veces ellos no tienen toda la culpa de caer en la tentación.- Volvió a responder sosegadamente, de manera significativa, pero permanecía esa seriedad anterior, mientras se esforzaba en encontrar una respuesta a la naturaleza de aquella chica.- ¿Qué hay de tí? Esos pensamientos... ¿Tienes por costumbre acercarte demasiado a demonios? - Ya de pie, avanzó apenas un paso hacia la rubia, sin intención de atacar ni nada parecido, por supuesto.

- Es algo normal entre los humanos - Replique mientras notaba como el chico me evaluaba sin embargo seguí evaluando mi manicura en vez de prestarle atención a él en sí, sin embargo escuchar sus siguientes palabras realmente me enfadaron bastante - Eso no es cierto esa es una vil mentira de ese ser todo poderoso que llaman Dios, dice que es un Dios perdonador pero no mas que un Dios juzgador que no perdona los errores de los demás - le dije con mucha ira y rencor en mi voz y hasta en cierto punto resentimiento además que tenía los puños fuertemente cerrados a ambos lados de mi cuerpo, la verdad había veces que no contenía mis emociones y esta era una de esas veces. Aun así intentaba tranquilizarme por lo que tuve que pasar una mano por mi cabello peinandomelo "Vamos Nessie tranquila" se dijo así misma mientras cerraba los ojos y respiraba hondo hasta que logro sentirse mas calmada con lo que prosiguió a responder su pregunta - Los demonios son tan molestos como los ángeles pero al menos no te predican el perdón a tus pecados cuando esto no es mas que una vil mentira - le respondí venenosamente ya que realmente puede que no soportara a los demonios pero menos aun soportaba a los ángeles aunque alguna vez yo fui uno.

Definitivamente esa chica no era normal, ni siquiera una humana con una percepción fuera de lo común, es que no era humana. Si no lo tenía claro por su forma de comportarse, la manera en la que se refería a los humanos como algo ajeno a ella se lo confirmó. Sus reacciones le siguieron sorprendiendo, sobre todo cuando parece que sin quererlo había hecho que se enfureciese. Daniel alzó las cejas y miró fijamente a la chica con sus ojos claros y sinceros. Ojos que, por cierto, compartían el tono de los de ella, aunque los de la rubia se mostrasen ligeramente distintos, quizá como más apagados, además de de mostraban sentimientos totalmente contrarios a los del ángel. Siguió escuchando en silencio, limitándose a observarla y a intentar descifrar el por qué de esos pensamientos y qué es lo que podría...

Pero fue al terminar la última frase que lo comprendió todo. No era humana, tampoco demonio, ni gustaba de la compañía de estos, y por supuesto tampoco era un ángel... Pero lo fue. ¡Cómo no lo había visto! Sus rasgos, sí, apenas un momento atrás se había fijado en que todavía quedaban como un rastro angelical en su cuerpo. Podía percibir su aura, algo que sólo ángeles y demonios eran capaces... Y hablaba con un intenso rencor hacia Dios. Esa chica había sido un ángel tiempo atrás, pero seguramente habría perdido sus alas.

- Tu fuiste lo mismo que yo.- Adivinó hablando con suavidad, pero muy convencido. Dibujó una cálida sonrisa involuntaria, aunque también había tristeza en ella. Sentía pena por la chica.- No puedes culpar a Dios, nuestras reglas están muy claras, nos las recuerdan día a día desde nuestra creación... Somos creados para cumplirlas, por eso romperlas es más grave que el pecado de un humano.- Se quedó un momento en silencio, dudando, pues no sabía como llamar a la muchacha.- Y el perdón no es una mentira... Pero tu mejor que nadie deberías haber sabido las consecuencias de pecar.- Daniel hablaba con amabilidad, ahora que conocía la naturaleza de la chica. Sentía lástima, pero, y aunque puede que 'pecase' de ingenuo, no pensaba que lo tuviera todo perdido aún, quizá le dieran una última oportunidad cuando su ahora alma mortal se marchase del mundo humano.

Lamentablemente - respondió con algo de despreció en la voz al tener que referirse a su origen celestial para luego dedicarle una mirada asesina cuando dijo eso, además de no poder evitar soltar una leve risa entre irónica y sarcástica - Yo cumplía las reglas, cuidaba a mi protegido, ayudaba al desvalido, realmente me comportaba mucho mejor que cualquier otro ángel, mi mayor placer era ayudar a los demás y llevarlos por el camino del bien, o al menos fue así hasta que conocí la crueldad de tu señor - le dije con algo de rabia mientras rememoraba ese tiempo, la verdad no recordaba bien los detallas por mi amnesia pero si recordaba a grandes rasgos lo que paso y lo que sentí - Yo era joven e ingenua, creí enamorarme de un mortal, bueno no lo creí me enamore de mi protegido por eso cedí mis alas para poder estar a su lado, yo era dulce e inocente creía en el buen corazón de los demás pero los humanos no son buenos, mi niño, el chico por quien cedí mis alas y también el causante indirecto de que cometiera mi primer pecado la envidia, jugo conmigo y me destrozó el corazón, lloré durante días, quería volver a mi casa a mi hogar, con los míos, día y noche rece por que me dejaran volver al cielo, ya no quería estar mas en este mundo extraño para mi en aquel tiempo y sabes que... Mis ruegos no fueron respondidos, el demonio que me molestaba cuando era ángel, el que me hizo envidiar a las chicas de mi protegido día tras día al ver que no recibía respuesta no dudo en burlarse de mi - le dije intentando no llorar de la cólera mientras apretaba los puños a ambos lados de mi cuerpo, realmente se me hacía difícil hablar de algo como lo que pase pero en eso momento quería que ese ángel comprendiera que no estaba en lo correcto al menos no completamente - días después bajo una ángel y me explico que no tenía salvación que al dejar mis alas nunca jamás regresaría al cielo... ¿Sabes que se siente eso, el saber que nunca jamás volverás a casa por no saber las contra-indicaciones que implicaban dejar tu hogar para ir detrás de una simple ilusión? Dudo que lo comprendas siquiera, para que rezar, para que ser buena si de todas formas irás al infierno de ahí que para este momento haya cometido cada uno de los pecados capitales - le respondí aun con algo de cólera ya que realmente yo era mas buena que muchos y eso no importo para nada aun así me condenaron a este mundo y que al morir al infierno iba a ir. La verdad estaba tan exaltada que temblaba levemente mientras evitaba derramar lagrima alguna, mi orgullo no me lo permitía, aunque en esos momento era lo que mas deseaba hacer a causa de mis sentimientos humanos.

Daniel escuchó con total impresión el relato de la chica. Era muy triste, y él no pudo compadecerla aún más. Podría estarle mintiendo, pero él no desconfiaba de nadie, excepto de los demonios, claro. Además podía sentir sus emociones, tan intensas y tan reales. Ella había entregado sus alas voluntariamente, sabía entonces que no le dejarían volver al cielo... Pero la angustia que debió sentir cuando por quién lo había hecho la dejó de esa manera no la puede ni imaginar. Daniel tragó saliva, sintiéndose fatal inevitablemente por la que antes había sido como él. Continuó en total silencio, mirándola fijamente hasta que terminó. No fue capaz de decir nada hasta un minuto después. Sentía el impulso de hacer algo por ella, de verdad quería ayudarla, a pesar de que conocía con exactitud las reglas y sus consecuencias, le hacía daño ver sufrir tanto a la muchacha y era incapaz de creer que Dios no perdonase al escuchar un arrepentimiento tan sincero.

- Yo... De verdad, siento muchísimo lo que te pasó.- Empezó con voz ligeramente contenida y, ante todo, completamente sincero.- Las reglas son claras, y muy estrictas... Pero también es verdad que nosotros, aunque seamos ángeles, no siempre podemos con la tentación, y más si se trata de amor...- El amor, ese sentimiento tan puro pero tan peligroso para ellos. Daniel sentía curiosidad, pero después de oír a esa chica no está seguro de querer conocerlo, al menos no a ese nivel, sería demasiado duro.- Y es cierto, no sé como se siente algo tan... Horrible. Incluso imaginarlo se me hace muy difícil, tuvo que ser tan angustioso...- Volvió a mirarla y entonces se percató de que estaba temblando. Ante esto no pudo contenerse más y, a pesar de que sabía que había altas probabilidades de que le rechazase, se acercó hasta a ella y, muuuy suavemente le tomó las manos, tratando de calmar ese temblor, de transmitirle paz y tranquilidad. Obviamente no podría acabar con ese dolor tan intenso, era demasiado y además él no podía curar las heridas que no fueran físicas, aunque a veces desearía poder hacerlo.- Pero yo creo que no todo está perdido. Sé que para mi es fácil hablar, pero... No te des por vencida. Un día, cuando tu alma vuelva a abandonar este mundo, quizá Dios te de otra oportunidad. Te oigo y sé que tu arrepentimiento era sincero, y si un simple ángel como yo, que apenas llega a la década, puede verlo, Él tiene que verlo también.- Hizo una pausa, mirando a las manos de la chica, para después mirarla a los ojos de nuevo.- Yo rezaré por tí, y si tengo ocasión hablaré a tu favor hasta al mismo Señor si es necesario.- La mira con más intensidad que antes, convencido de lo que dice. Tal vez volvía a ser ingenuo por su juventud, pero estaba realmente dispuesto a hacerlo.

Nuevamente intentaba tranquilizarme pero escuchar a ese ángel ingenuo realmente lo impedía por lo que tuve que cerrar los ojos y respirar hondo "Tranquila Nessie, tranquila no pierdas el juicio ni dejes que te saque de quicio ese tonto ángel, vamos tienes que recuperar la calma y la inexpresividad que te caracteriza" me dije a mi misma intentando tranquilizarme tanto así que no me di cuenta que él ángel estaba mas cerca de mi hasta que sentí como tomaba mis manos con lo que abrí los ojos y le dedique una mirada de despreció antes de quitar mis manos de entre las suyas y escuchar sus siguientes palabras mientras finalmente retomaba mi usual gélidez aunque realmente me costo mucho volver a ella, lo logré.

- Realmente eres muy ingenuo angelito, el destino ya esta echado, yo iré al infierno es una decisión que ya se tomo por eso no me arrepiento de ninguno de mis pecados capitales y demás pecados. - le dije con una frialdad casi palpable ya que ese era mi método de autoprotección en esos casos - lo mismo pasa con esos chicos, su destino también ya esta echado, probablemente eran amigos y se pelearon por una tontería o por una mujer, el chico herido con suerte terminara en un hospital sino muerto y con Lucifer mientras que el otro con suerte terminara en la cárcel aunque lo mas probable es que termine preso y con un gran remordimiento de por vida que puede provocar que se intente suicidar y terminar en el infierno también. - Dije conservando mi distancia y frialdad como si realmente nada de eso me importara o me afectaba, casi parecía que hablaba del chica y no del destino de una vida humana.