Perdiendo el tiempo [Libre]

Desde temprano se había decidido a planear lo que haría en el día, simplemente no podía estar tranquilo porque para él era como perder el tiempo... pero ¡Hey! había formas de perder el tiempo sin hacer mucha actividad... había maneras de perder el tiempo que te hacían disfrutar con calma lo que el mundo humano brindaba a ese ser demoníaco que se había paseado por la ciudad desde la madrugada.

"Estúpidos" pensó él al ver como una pareja de enamorados veía con anhelo algunos anillos de matrimonio, sin embargo sonrió y les había felicitado acercándose con confianza. "Crédulos" pensó después cuando una madre había prometido comprar un videojuego a un par de niños, de todas maneras "Ted" les había sonreído al pasar a su lado. "Basura", al pasar por una tienda de regalos, "Inútil", cuando ayudó a una chica a levantarse después de caer... " Fascinante"... al ver el parque.

Se había detenido mirando con atención el interior del parque, sus oídos se habían agudizado por mero instinto y de repente todos los sonidos pequeños le llegaron de inmediato invitándole a pasar... pero no,
-No- dijo para si mismo con una cara increíblemente inexpresiva, debía ir a la tienda a comprar las cosas que faltaban en su refrigerador y no debía perder tiempo... aún así era tentador.
-Solo será un momento- dijo esta vez dulcemente, bajo y casi inaudible porque era para él, pero luego negó cruzándose de brazos,
-Que no- se quejó respirando profundamente, pero luego al poner atención miró como un niño intentaba molestar a una abeja que le perseguía y su ceño se frunció.

Antes de que pudiera regresar a sus contradicciones personales, sus pasos le dieron movilidad mientras alargaba cada vez más para llegar lo más pronto posible. De sus bolsillos sacó una paleta de caramelo y quitándote el envoltorio, la puso en su boca con molestia. Al llegar con el niño le miró con enfado,
-Si limpiaras tus manos después de comer no seguiría tu olor a pastelillos de...- intentaba regañar al pequeño pero se había interrumpido olfateando y acercándose un poco -Fresas con...- se extrañó -¿Chocolate?- preguntó retándole y el chico asintió un poco asustado por su cercanía. El niño movió sus manos para espantar el insecto otra vez pero Belphomet tomó su mano con la fuerza apenas necesaria -Si vuelves a hacer eso... me llevare tu alma al infierno- su voz era tan plana e inexpresiva, tétrica, sin forzar y bastante grabe para asustar a cualquiera, además su rostro estaba tan cerca de la del niño que éste simplemente cerró sus ojos asustado soltándose del demonio para correr lejos.

Miró como se iba perdiéndose de la vista y el demonio regresó a su posición derecha y correcta porque se había estado encobado para mantener su rostro frente a la del niño, jugó con el dulce en su boca colocando su atención en la abeja y sonrió con calma esta vez,
-¿El humano malo te molestaba?- preguntó jugetonamente, usando su mano para sacar el caramelo tomando el palito de plástico con sus dedos. Primero rozó por sus labios el dulce como disfrutándole un poco más y luego lo separó por completo ofreciéndolo al viento, esperando a que el insecto llegara a olerlo y se mantuviera interesado en el azúcar -No te preocupes pequeña... - susurró, abstraído y completamente distraído de su alrededor.

La semana no marchaba especialmente bien. Más bien podía catalogarlo como mediocre, como una semana normal en la cual no había sucedido nada fuera de lo común. Mamá nuevamente pasaba los días ebrias, y llamando a papá y yo debía matarme trabajando para que ella se bebiera todo.

Suspiré, ahora solo hablaba con resentimiento hacia ella. Desde los quince había tenido que cuidarme sola ya que ella entró en ese estado casi catatónico sin embargo que era más bien una constante borrachera. Me había dejado sola. Como si el fallecimiento de mi padre no hubiera sido lo suficientemente doloroso. Apreté los puños sobre mi falda, y simplemente me levanté dejando el resto del café que hasta unos instantes bebí, sobre aquella muralla de cemento. Mi trabajo - el primero de ellos - había terminado hace casi veinte minutos, y no quería realmente ir a casa a cuidar a mamá cuando podría estar estudiando o preocupándome por mí para variar.

No iría, no hoy. Caminé lentamente por las calles londinenses, mirando como la gente parecía ser feliz y me pregunté donde había un poco de esa felicidad para mí. ¿Acaso había llegado tarde a la repartición de felicidad? Reí amargamente ante mis palabras. A veces me sorprendía el veneno y el sarcasmo que podía destilar de mis palabras,pero con el tiempo ya me había acostumbrado.
Me senté en una banca, y me dejé llevar por un estado comatoso momentáneo. Seguí mirando a la gente que pasaba, y lo único que me sacó de mi inconsciencia fue el ruido, o más bien las voces que escuchaba a un lado de donde estaba sentada. Escuché como murmuraba consigo mismo, y como luego hablaba con alguien. Mi curiosidad salió a flote y me giré sutilmente para mirar. El chico hablaba con un pequeño niño, y algo le dijo que este salió corriendo despavorido. Bufé y volví a mirar hacia el frente, sin embargo mi verborrea fue más grande como para dejar pasar esto.

"¿Era necesario asustar al pequeño?" Hablé fuerte para que me escuchara, aunque no lo miré.

Veía la abeja con toda la atención que él podía contener en algo del exterior, pensando solo en captar todos los detalles que pudiera. Colores, formas, movimientos... no deseaba perderse nada de aquella escena que le estaba ofreciendo la naturaleza. Estaba realmente adentrado en su mente y sus ideas pero sin embargo una voz le cruzó los tímpanos reproduciéndose en su cerebro femenina y clara, fuerte, sacándole de golpe y llamando su atención porque sabía que era para él, no había manera de que fuera para alguien más si él era el único que había asustado a un pequeño.

Volteó a ver moviendo su rostro y en él apareció una mirada llena de un odio profundo, sin saber exactamente el por qué o la razón en especifico... es decir, podía estar enojado de que le sacaran de sus pensamientos, o simplemente porque había mostrado a Belphomet cuando de suponía que Theodore era un chico muy amable y pasiente con todo el mundo. Instintivanmente la idea de ser cuidadoso, le llenó la cabeza.

Cuando descubrió que no le veía su energía bajó y terminó por relajarse. Se había colocado la careta de Teddy otra vez y sonrió con aspecto honesto, tenía una increíble credibilidad, como si fuera realmente sincero. Intentaba comportarse amable pero sin dejar su punto a un lado,
-Tan necesario como salvarle la vida a una criatura completamente inocente de la ignorancia humana- se giró sobre sí mismo para caminar a donde ella estaba y empezó a acercarse -Los niños aún siendo pequeños angelitos terrenales no tienen respeto por la vida porque no la valoran- regresó su vista al insecto y sonrió pasivamente -Además también he salvado a ese niño de su error- su cara cambio a una preocupada -No de la manera más amable, de acuerdo... pero al menos entendió el punto y no volverá a hacerlo, o eso espero yo-

Miraba el insecto con una sonrisa muy ligera,
-¿Como puede tratar mal a esta criatura que nunca le ha hecho nada?- dijo bajo, más para él más que para ella -Sus padres deberían enseñarle a respetar ¿No crees?- se encogió de hombros y colocó el dulce en el árbol que estaba a unos tres pasos de ellos y luego le miró con curiosidad.

Escuché como sus pasos se acercaban, mientras se excusaba por lo que había pasado hace tan sólo unos segundos. Escuché lo que decía, sin embargo aún no lo miré; pero cuando comenzó casi a hablarle al insecto en su mano que mi curiosidad ya no podía ser refrenada. Levanté la mirada tan sólo lo justo y necesario para verlo a él. No tendría más que un par de años más en comparación a mi edad, sin embargo sus palabras reflejaban a alguien mucho mayor.

"Ahora lo hará más veces. La mente de los niños funcionan al revés que la nuestra.Además lo prohibido atrae más de lo que debería" Hablé con voz calma, mientras él dejaba a la abeja para que siguiera con su vida. "Y tal vez sus padres no están, o no le dan la atención necesaria. Podría hablar toda la tarde sobre padres ausentes" Murmuré lo último destilando veneno en memoria de mi madre. A mi padre no lo culpaba, luego que el dejó su verdadera naturaleza para amar a mi madre y tenerme a mí; su salud poco a poco se comenzó a debilitar, y aunque su amor era fuerte su cuerpo jamás lo fue. No lo culpaba, culpaba a mi madre por ausentarse, por hundirse en el alcohol en lugar de consolar a su hija. Ella no fue la única que perdió a la persona que más amaba en su vida.

Moví la cabeza , saliendo de mis pensamientos; me pregunté si el chico se habría dado cuenta de mi viaje a las estrellas.

"Ahora lo hará más veces" cuando dijo eso levantó sus cejas curioso pero nada más, no se movió más allá de ello. Después al escuchar su explicación sobre hacer lo contrario a lo que te mandan, le pareció lógico y asintió de inmediato. Aunque en realidad no podía imaginarse diciendo a un niño que matara insectos porque era algo bueno... sonrió divertido sin poderlo ocultar. "Claro, por eso el infierno esta lleno de ésta gente" pensó con algo de oscuridad, era el producto de su pequeña sonrisa.
-En efecto...- asintió con calma mientras volvía a acercarse -Lo prohibido puede ser más tentador- Belphomet luchaba por no romper su actitud como Ted, pero era difícil con todo lo que pasaba en su mente producido por las palabras que ella pronunciaba. "Es verdad después de todo, no tiene nada de malo si lo comento ¿no?" empezaba a razonar entre si decir cosas como esas eran buena idea mientras se sentaba a su lado con su energía baja, lo suficiente como para no perder su esencia falsa y sumisa llamada "Teddy".

Luego le fue imposible ignorar las otras palabras que le siguieron, tenía buen oído y aunque lo último fue en realidad lo que más curiosidad le dio, mordió su lengua con fuerza evitando decir palabra alguna sobre ello. Movió su rostro a otro sitio para evitar reír... si es, reír, reír divertido porque el rostro alejado de la realidad que ella tenía le hacía entender que dentro de la chica había suculentos tormentos que si exploraba y explotaba, podría quizá hacerse dueño de aquella alma que luchaba por no perder su humanidad,
-Tienes razón- dijo amablemente cuando ella pareció regresar a ese espacio -a veces los padres olvidan la bendición que es tener a un pequeño que comparte su propia sangre, un ser inocente que no tiene culpa de nada y que podría sanar solo con su sonrisa- no le veía aún porque sentía que Theodore se rompería y terminaría carcajeándose.

Disfrutaba dentro de él aquella imagen que ella le había regalado, esa imagen de tristeza contenida que guardaría en su memoria como algo digno de su atención. Mirando al frente continuó sin cambiar su voz suave y sin aparentes sentimientos oscuros ocultos,
-Yo no recuerdo a mis padres...- dijo casi susurrando también, aunque él a propósito mientras suavizaba ahora también sus gestos -...pero, no importa- sonrió regresando su mirada a ella -toda la gente parece tan contenta y feliz, que es muy contagioso... ¿no crees?- le miró como si estuviera entusiasmado -si ellos encuentran felicidad, seguramente cualquiera puede hacerlo- opinó. Técnicamente podría decirse que Belphomet de burlaba de ella, nada mejor para poner deprimida a la gente que darle una felicidad falsa y temporal hasta el momento de dejarles caer en la realidad... esa era su manera favorita de jugar o al menos la que había adoptado, maneras sutiles pero no por ello dejaban de ser entretenidas.

"Puede ser lo más tentador, sin embargo si no se está seguro de lo que se quiere luego simplemente pasará a ser una equivocación. Creeme, sé mucho sobre cosas prohibidas" Dije recordando a mi padre, como por enamorarse pasó a ser un ángel caído y quince años después murió. Si mi madre no hubiera aparecido, mi padre aún estaría vivo; aunque claro yo no hubiera existido.

Podía escuchar la burla en su voz pero sin embargo no le puse atención. Si estuviera en su lugar también me burlaría de mí; mi vida era realmente patética. "Puedes reírte si quieres, ya me he reído de mis propias palabras" dije mirandolo, al ver esa mueca en su rostro, esa que uno pone cuando está por largarse a reír, pero que la situación no lo pide. Me reí suavemente, como diciéndole que no me importaba si se reía o no.

" No me importa que ellos encuentra felicidad, solo me importa encontrar la mía" murmuré volviendo mi vista hacia adelante. Por lo general no era una persona ni agresiva ni mal educada; sin embargo habían días en que mi ánimo no andaba de buenas por consiguiente yo tampoco era buena con las personas. Papá me había dicho que debía manejar aquellos días, sino un día haría algo de lo que me arrepentiría. Suspiré, y estiré mi mano hacia el chico. "Soy Aurore" Murmuré mientras él se presentaba, sinceramente mi mente se dividía entre mis pensamientos ponzoñosos y ser amable con el chico que no conocía; pero estaba tan cansada que no podía hacer ambos. Hoy hacía calor, mucho en realidad; y aquello me agobiaba. Con mi mano me comencé a abanicar, deseando haber traído un pedazo de papel o algo parecido para poder alejar un poco el calor. Pero una vez más no había mirado por la ventana antes de salir. Tendría que cambiar esa mala costumbre; cada vez sería peor. Un día saldría en traje de baño y afuera estaría nevando.

Quise reír ante mis ocurrencias, sólo el estar ociosa y sin mucho que hacer me ponía así; pensaba estupideces y luego me reía sola.

[De verdad siento la demora...]

"Cosas prohibidas..." sonrió casi con picardía al pensar en eso, desahogando cualquier sentimiento reprimido que se había estado obligando a ocultar para que su verdadero yo no se revelara. ¿Ella sabía de cosas prohibidas?, bueno... eso era halagador, significaba que no estaba tan equivocado y que estar sentado ahí no sería una gran perdida de tiempo, después de todo ella debía tener algún rencor dentro que podría alimentarle después. Entrecerró sus ojos mirando a ningún sitio en particular pensando en todo aquello, no le interesaba que demonios le ocurriera a ella, pero si tenía que hacer algo para explorar sus tristezas y lo que fuera que a él le fuera beneficioso y le conviniera, entonces invertiría su tiempo. De todas maneras él no tenía absolutamente nada que perder si lo hacía, al contrario... ganaría.

Al escuchar de ella que podía reír, Belphomet respiró profundo negando con calma y cerrando sus ojos para calmarse. Él no debería interferir de ninguna manera en su propio juego y "arruinarlo". Dejó a Teddy tener todo el control de la situación y cualquier rastro anterior de su doble personalidad se esfumó,
-No... no es por lo que dices- arregló como pudo -Es que es muy raro encontrar a alguien que diga cosas como las que tu dices- se recargó cómodamente mirando ahora el cielo con sus dedos entrelazados acomodando su nuca en ellos. Estaba increíblemente pacifico como si nada le pudiera perturbar y le escuchó de nuevo. Definitivamente le ponía de buen humor escuchar eso, que a ella no le interesara en lo más mínimo algo completamente fuera de sus deseos. Aunque naturalmente hubiera asentido y sonreído en acuerdo a sus palabras, solo le miró con calma sin perder el papel de Ted que tenía. Estaba a punto de decir algo al respecto cuando ella llevó su mano frente a él y él cerró sus labios escuchando ahora su nombre,
-Theodore Blinsfed- se presentó también, estrechando su mano con una delicadeza humana y cálida mientras sonreía... definitivamente sería interesante.

A él le gustaba el calor, "entre más mejor" pensó al ver como ella se abanicaba. Le era cómodo aunque debía admitir que era de vez en cuando se volvía fastidioso, miró por todos lados buscando algo en particular aunque no tuvo éxito del todo,
-A decir verdad puedo decir lo mismo que tu- dijo con calma, aunque ya sin dejar que Baphomet se interpusiera -La gente es muy ingrata- opinó con un rostro completamente sincero pero esto no era así... nunca lo era -Pero bueno... hay muchas cosas que uno puede intentar antes de decidir no hacer nada- se encogió en hombros detectando lo que quería en un principio y sonrió levantándose casi de un salto -¿Sabes qué?- preguntó animado y entusiasmado -Ya regreso- juntó sus manos asiendo el sonido típico que sale al aplaudir y se encaminó con pasos alargados.

Había visto al hombre de los helados y si algo existía que él podía amar sobre todas las cosas, esas eran las golosinas. Belphomet tenía la gula detrás de él siempre, no era algo que pudiera controlar pero siempre debía comer algo para estar bien, si no ocurría le era cansado estar como Ted todo el tiempo. De regreso, tenía tres paletas congeladas de colores en sus manos y volvió a sentarse con ella como había prometido,
-¿Quieres una?- preguntó con calma ofreciéndole, si no se decidía él no permitiría que se derritieran y se las comería, aún así, considerando las actitudes humanas corrientes y normales esperó a que ella decidiera.