¡Fiesta de Halloween! {TODOS}

Vaya, vaya, parecía que aquella fiesta mejoraba por momentos, aunque solo fuera por la compañía de la “endemoniadamente” atractiva chica que me acompañaba. Como siempre, la mejor compañía era de la un demonio. Si tenías uno a tu lado, podías estar seguro de una cosa: aburrir no te ibas a aburrir. Claro que eso no significaba precisamente que te lo fueras a pasar bien, solo que no te ibas a aburrir. Depende de quién fueras, supongo. Si eras otro demonio, como en aquel caso, entonces sí que había abundantes posibilidades de que te lo pasaras como nunca. Si eras humano…bueno, tal vez si lo pasaras bien, aunque con un final algo agridulce. Y si eras ángel…lamentablemente, la diversión no estaba en nuestros planes para vosotros. Claro que ellos tampoco habrían podido comprender la diversión que nosotros ofrecíamos. Sería una absoluta pérdida de tiempo, así que no había ni que intentarlo. Tampoco era yo una hermanita de la caridad, ni mucho menos. No estaba para hacerles crecer el sentido del humor a los plumitas. No tenía nada de ganas de hacerlo y, además, creo que es algo imposible de hacer. No me iba a esforzar, y menos en algo referente a los ángeles.

Incliné la cabeza hacia la muchacha, aceptando el cumplido que me ofrecía. Por supuesto, ya lo sabía. Para todo el mundo era un placer conocerme, fuera quien fuera, y de la raza que fuera. La miré, pensativo, al oír las palabras que pronunció a continuación. Lo cierto es que tenía muchas cosas en mente, todas ellas geniales, por supuesto, aunque no sabía cuál de ellas plantear primero. –Nada en concreto.- repuse, mientras volvía la vista para mirar a toda la gente que había en la fiesta, bailando y charlando, ajenos a lo que se les estaba a punto de venir encima. -Tampoco es que haya que hacer algo grande para la fiesta…el listón está tan bajo que basta con algo pequeñito para hacer que sea interesante.- murmuré en su oído, como ella misma había hecho hacía pocos segundos antes. Tenía que reconocer algo: me gustaba su estilo. Tenía el presentimiento de que algo bueno iba a salir de aquella fiesta. Puede que no bueno para los demás, pero para nosotros sí. De todas formas, eso era lo importante.

Un suave carraspeo hizo que girara la cabeza en la dirección de aquel sonido. Al fin, uno de aquellos camareros de la fiesta me había traído la bebida que le había pedido hacía siglos y siglos. No estaba preocupado por que pudiera haber escuchado nuestra conversación, pues no éramos tan descuidados como para hablar de eso a voz de grito para que todo el mundo pudiera oírnos. Cogí el vaso, mientras miraba al camarero, que todavía seguía allí parado, enfrente de mí. ¿Qué esperaba, una propina o qué? Con lo que había tardado, no se la merecía para nada. Pero aunque no hubiera tardado nada, tampoco se la habría dado. Le dirigí una sonrisa y una inclinación de cabeza, como agradeciendo aquella bebida. Con eso pareció quedar satisfecho, pues al final se fue para atender a otra gente. Puse los ojos en blanco, borrando al instante esa muestra de amabilidad de mi rostro. Esperaba que esa expresión no se quedara para siempre en mi cara, sino, mal que iba. – Lo que hay que hacer por una bebida en este lugar.- refunfuñé, llevando el vaso hasta mis labios, probando aquel líquido rojo que simulaba sin mucho éxito ser sangre. Hice una mueca al saborearlo, pues no había cumplido mis expectativas en cuanto a bebidas se refería.- Demasiado flojo para mi.-repuse, pasándole el vaso a mi compañera en vistas de que su bebida ya se había acabado.- Todo para ti, para que luego digan que no se compartir.-

Desvié una vez más la vista hacia la fiesta, donde poco o nada había cambiado desde la última vez. Había visto como mi compañera miraba otra vez a aquel ángel de pelo negro que estaba con el humano, lo que me hizo pesar que quizás ya tuviera algo de interés por él…o por ella. Eh, yo no soy nadie para juzgar. Mientras yo había localizado al otro ángel que había conocido en aquella fiesta…. ¿cómo era? ¿Danna? ¿Shanna? Ah, sí, ya me acordaba. Hanna. Oh, qué bonita reunión teníamos montada por allí. – Veo que tienes ya un objetivo localizado, ¿no?- le pregunté a Sheeba, mientras miraba hacia el ángel y el humano hacia los que ella miraba hacía un rato. – Yo tengo varios…”conocidos” por ahí- repuse, mirando tanto al ángel a quien ella miraba como a la plumitas Hanna. – ¿Alguna idea brillante para que no nos molesten los insectos? Aunque ahora mismo yo dejaría paso a la improvisación. Esto es una fiesta, ¿no? Hay que desmelenarse.- le dije, encogiéndome de hombros con una sonrisa en los labios. Oh, sí, me encantaban las fiestas. ¿Qué haría yo sin vosotras? Probablemente lo mismo. Pero ¿Qué harías vosotras sin mí? Nada, porque una fiesta no es fiesta si no estoy yo. Y no era tan desalmado como para dejar una fiesta sin diversión. Para que luego digan que soy malo.

Dicen que el tiempo vuela cuando te diviertes. Pues en aquella fiesta, el tiempo pasaba lento, muy lento, como si le diera miedo llegar hasta su destino. Posiblemente temía llegar al punto en el que los demonios de la fiesta nos decidiéramos al fin a hacer algo por mejorarla. El tiempo era sabio, sabía lo que hacía. Temía por las almas de todos aquellos que se divertían en la fiesta, bailando, tomando sus bebidas y riendo ajenos a lo cerca que estaban de su destrucción. Oh, si, claro, ahora estaban muy tranquilos. No hay nada como la ignorancia para no tener miedo. Aquel que ignora que un peligro existe no intenta protegerse de él, y un humano desprotegido es una presa la mar de fácil. No es que a mi me gustaran las facilidades, pero si se presentaba una, pues no iba a decirle que no.

Mire a mi endiablada compañera, alzando una ceja ante la declinación de mi oferta de ofrecerle mi bebida. Vaya, para una vez que lograba ser amable y generoso, no me lo reconocían. Eso era una lección del destino, creo yo. Me estaba diciendo que no tenía que ser así, que siendo bueno y generoso no iba a ninguna parte. Eh, ¿quien soy yo para no hacerle caso a una señal del destino? - No los necesitarás, pero bien que has probado la bebida antes de desecharla- comenté mordazmente, mientras curvaba mis labios en una sonrisa. Ay, demonios....si es que somos de lo que no hay. Por supuesto que no aceptamos ni necesitamos los desechos de los demás, pero si hay alcohol por entre medio y se puede tomar un poco, pues oye, tampoco vamos a decir que no. Aunque de todas formas, nosotros siempre podríamos tener las bebidas gratis que quisiéramos, de una forma u de otra. Podíamos llegar a ser de lo mas persuasivos cuando queríamos.

-Tienes toda la razón, un escote viene de miedo. Creo que me dejaré uno. ¿Que opinas? ¿Me quedaría bien?.- pregunté, estirando el cuello de la camisa de mi disfraz, dejando ver la suave piel de mi pecho solo unos instantes, para después hacer que volviera a su posición original. - Aunque, si me lo permites, te diré que no creo que necesites un escote para conseguir tus objetivos. Tu belleza es mas que suficiente sin necesidad de enseñar nada mas.- la halagué, como bien sabía hacerlo yo. A mi siempre me habían gustado las cosas bonitas, y sabía muy bien reconocer algo bonito cuando lo tenía ante mis ojos. Podía decir sin temor a equivocarme que aquella era una dama hermosa, y no me daba ninguna vergüenza ni corte decirselo a ella en persona, puesto que las cosas evidentes no da apuro decirlas. Además, seguro que a ella no le molestaría lo mas mínimo. Estaba claro que ella sabía que era una mujer bella, y que te lo dijera otra persona no era mas que un halago para uno mismo. Y tampoco era una muestra de debilidad decirle a una mujer que es bonita. Ella lo sabía, y yo lo sabía...¿por qué no iba entonces a exponer en voz alta que lo ambos estábamos pensando? Sería una verdadera locura.

-Oh, muchas gracias por el detalle.- le agradecí ante el cambio en las bebidas que hizo exclusivamente para mi. Me hizo gracia aquello de que tenía cara de algo mas refinado. Ciertamente, a mi las bebidas como las que había pedido ella para si misma no eran las que mas me gustaban, en eso tenía que darle la razón a ella. Pero yo nunca rechazaba nada, y si tocaba tomar un mojito, se aceptaba sin ningún tipo de drama. Al fin y al cabo, era alcohol de todas formas- No era necesario ese cambio, soy voluble y podría haberme adaptado a esa bebida, pero en lo personal si que prefiero un buen whisky.- le comenté. Claro que como ella decía podía ser algo mas "refinado", pero en determinadas situaciones podía ser todo lo contrario. Era simplemente dependiendo de lo que la situación lo requiriese, aunque es verdad que prefería comportarme con algo mas de modales que ser un maleducado carente por completo de un ápice de educación. Pero si la situación lo requería, podía ser el tipo con menos modales del universo.

Mi cara permaneció inalterable cuando ella comentó que carecía por completo de un objetivo en toda la fiesta, aunque evidentemente sabía que estaba mintiendo. La había visto mirar a aquel mortal y al insecto que lo acompañaba, y sabía que se había fijado en aquella pareja, aunque por algún motivo no quería reconocer su fijación con aquellos dos. Sin embargo, no dije nada al respecto. Si ella no quería comentar nada, no sería yo quien le instara a revelar su secreto, aunque tenía que reconocer que si sentía algo de curiosidad por aquel hecho. Pero una vez mas, no dije nada al respecto -Hay tantas posibilidades...-comenté ante lo que ella estaba diciendo. Ambas alternativas que planteaba estaban bastante bien, tanto la perspectiva de quedarnos y jugar con todos aquellos patéticos seres que estaban allí reunidos como la posibilidad de ir a otro sitio con ella para "conversar", como ella misma había dicho- Ante todo soy un caballero, que elijan las damas-- le dije, mientras tomaba en mis manos el vaso de whisky que nos acababa de hacer llegar el camarero- Se como esa, esto se merece un brindis. ¿Por los encuentros fortuitos?.-brindé, chocando suavemente mi copa contra la suya, arrancando un suave tañido al cristal con aquel gesto.

Por el rabillo del ojo pude ver como la plumitas Hanna hacía un movimiento hacia mi, un alzamiento de vaso que debía ser interpretado como una especie de saludo, como si fuéramos dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven y de repente se volviesen a encontrar. Me desconcertaba el disfraz de la joven: no sabía exactamente de que iba. Alcé una ceja, desconcertado ante la visión de su disfraz, aunque tampoco es que le diera mucha importancia. No podía pedirle a un ángel que se vistiera para Halloween. Al fin y al cabo, dar miedo no es algo que ellos supieran hacer muy bien. Correspondí a su saludo con otro igual, mientras que mis labios formaban las palabras "Encantado de volver a verte", con la intención de que ella leyera mis labios, pues sabía que con esta música y la distancia que nos separaba era casi imposible que me oyera si lo decía en voz alta. Lo cierto es que no me alegraba de verla, pero tampoco me molestaba. Estaba allí, y punto, como si fuera un mueble que decorara la habitación. Tenía el mismo peligro para mi que una mesita de noche, y el mismo interés. Pero bueno, al menos así le daría una alegría a la chica: que alguien como yo se alegre de verte es motivo de celebración. Para todo el mundo.

Tomé un pequeño sorbo de mi bebida, atento a todo lo que pasaba en la fiesta. No es que estuviera vigilante por si algún peligro aparecía, pues eso era tan improbable que sin siquiera se me había pasado por la cabeza. Simplemente trataba de observar todos los detalles de cuanto me rodeaba, por si alguno de ellos pudiera usarlo en mi favor. Por ahora no había nada de interés, era un fiesta como otra cualquiera que cualquier simple humano podía montar, aunque con algunos invitados la mar de especiales, que seguro que no había esperado que acudiesen a su fiesta, principalmente porque no sabía de nuestra existencia. O, si nos conocía, no se le habría pasado por la cabeza que pudiéramos estar allí, entre ellos. Pensaban que estaríamos en el piso de abajo haciendo lo que quiera que piensen que hacemos. Bueno, pues yo no les iba a sacar de ese error. No es mi trabajo corregir las equivocaciones de los humanos. Si lo hiciera, temo que no acabaría jamás.

-Es otra de los muchos defectos de los humanos: no saben preparar buenas bebidas. Aunque la verdad es que muchas veces esos defectos son los que nos facilitan el trabajo.- comenté cuando habló sobre la pseudo-bebida que nos habían servido. Era cierto que algunos defectos en ellos, como la lujuria o la ira eran de lo más conveniente cuando se trataba de llevarlos por el mal camino, aunque no siempre se necesitaban esos impulsos para acabar en esa senda. Por ejemplo, los ángeles no tenían esos defectos, en teoría ellos eran “perfectos”, algo que se podría discutir largo y tendido. Incluso ellos sin esos instintos propios del ser humano, podía pecar y sacar la lujuria o la ira que llevaban dentro, lo que demostraba que no eran tan perfectos como ellos mismos se creían.

Incliné la cabeza mientras encogía mis hombros ante su reacción a mi halago. Sabía que no era necesario, pues ella ya sabía que era hermosa, y no hacía falta que nadie se lo fuera diciendo, aunque ya lo hubieran hecho un puñado de humanos babosos mucho antes que yo, y seguramente lo harían después. Sabía lo que era eso, y sabía que no hacía falta que te lo fueran diciendo: uno ya lo sabía. Pero nunca estaba de más unas palabras amables ante uno de los tuyos. Al fin y al cabo, sería lo único amable que haría en mi vida. – Nunca está de más decir un poco la verdad, ya que últimamente parece que escasea en este mundo. Aunque, bueno, tampoco te he dicho nada nuevo.-respondí, sin darle más importancia de lo que en realidad tenía. Era un hecho observable que muchos habían dicho antes que yo. A esos hechos no se le dan más importancia.

Alcé una ceja ante el comentario de mi compañera acerca de mis amistades, aunque no era una ceja en plan “no te entiendo”, sino en plan “¿Qué me estás contando?, pues sabía exactamente a lo que se refería. La chica no estaba ciega y había visto perfectamente el saludo que le había hecho a la plumitas Hanna hacía poco. Yo tampoco había tratado de ocultarlo, pues no había nada que ocultar. No es como si fueramos amigos, como ella sugería. Solo era una conocida a la que todavía no había tenido tiempo de matar.- Si, es que en el fondo son la monda. Deberías conocer uno, seguro que te acababa gustado.- le contesté con la voz teñida de sarcasmo, mientras ponía los ojos en blanco. No es que me hubiera molestado mucho aquella insinuación, pues no me podía afectar algo que sabía que no era cierto, y estaba muy seguro de que eso no lo era. Vamos, ¿yo, amigo de los plumitas? ¿Y luego qué? ¿Amigo de unicornios rosas que galopan hacia la puesta de sol en un arcoíris? Las dos teorías tenían las mismas probabilidades de cumplirse. – No es más que una conocida a la que no he tenido tiempo de matar. Todavía. -Repuse simplemente. Puede que ella fuera un demonio como yo, pero no tenía que darle ninguna explicación si no quería. Mis asuntos eran míos, y no le importaban a nadie más. Sin embargo, me sentí generoso al responder a su comentario. No porque me preocupara lo que pudiera de pensar de mí, por mi como si quería pensar que vivía con los ángeles en las nubecitas y les llevaba cestas con frutas todos los días. Eso me daba igual. Se lo decía porque, simplemente, me había caído bien. -No estarás celosa, ¿no?- le dije, en el mismo tono burlón que ella había usado conmigo anteriormente.

Reí yo también ante su afirmación posterior, aunque no por el mismo motivo que ella. -¿Destruirme? Veo que no te falta sentido del humor, querida. No pienses que eso sería tan fácil como te imaginas. Solo te lo recomiendo si lo que quieres es sucidarte- le solté, como quien no quiere la cosa, aunque en mi tono de voz había un matiz de advertencia. Percibía el reto que mi compañera había sugerido con aquellas palabras, y yo no me iba a quedar atrás. Ella podría ser todo lo demonio que quisieras, pero sabía que en una pelea yo tendría las de ganar. Aunque no me gustaba pelearme con los míos, pero si la situación así lo requería, no dudaba en que lo haría, al igual que peleaba contra los ángeles de los que ella me acusaba de haberme encariñado.

El vaso de mi bebida hizo un ruido sordo cuando lo planté encima de la barra. Su contenido ya se había volatilizado, consumido de una forma demasiado rápida para mi gusto. Seguía pensando que los vasos de los humanos eran demasiado cortos y pequeños, y las bebidas con las que se llenaban, demasiado flojas. Pero no podía pedirles mas, bastante tenían con saber llenar un vaso con un líquido, no me iba a poner exquisito con aquellos monos sin pelo. Lancé un suspiro, reticente a pedirle al camarero que me trajera otra. Al paso con el que atendía, estaría muerto antes de que viniese el hombre con mi bebida. O puede que el que hubiera muerto fuera el propio camarero. Era una posibilidad mas real que la primera. Además, con aquel soso mejunje con el que llenaban sus bebidas no me bastaba. No me apetecía tener que llenar una vez mas mi estómago con aquel líquido insulso. No merecía la pena ni siquiera que pidiese otra mas.

Desvié la mirada del vaso al sentir como un aura angélica se estaba acercando cada vez mas. Pude sentirla sin necesidad de volver la mirada, pero aun así lo hice, para encontrarme con aquel ángel con el que me encontré en la fiesta de verano. Parecía que no le había bastado con un simple saludo, tenía que venir allí a mi lado. No podía culparla, de todas formas. Sabía que no bastaba con solo quedarse mirándome: todo el que me veía quería pasar el límite de simplemente mirar. Y a mi nunca me había importad eso, pues siempre me había dado muchas diversiones, mas que a aquellos con los que me divertía. Por mucho que dijeran que los ángeles eran las criaturas mas perfectas, caían igual de bien en la tentación que cualquiera de las criaturas de la creación. Al final, ellos no eran mejor que nosotros. Pero nosotros si que eramos mas que ellos. O, al menos yo en particular, si era mas que ellos.

-Si con "menuda fiesta" te refieres a que es un asco, entonces si, menuda. Aunque supongo que para vosotros es una fiesta genial, pero nosotros las hemos visto mejores. Y mucho mas divertidas, aunque vosotros que sabéis de eso.-le respondí ante su entusiasta comentario. Ella si que parecía estar pasándoselo bien, lo que decía muy poco de ella si era capaz de considerar diversión algo como aquello. - Yo siempre estoy pensando en eso. Lo que pasa es que ahora mismo estoy en una reunión de negocios...muy importante.- le dije, inclinando la cabeza hacia mi acompañante, a quien seguro que no le haría ninguna gracia que hubiera venido un angelito por aquí, y menos con los comentarios que había hecho antes, con los que me acusaba de ser amigo de aquellos seres. Aunque poco me importaba lo que pensara ella, la verdad. Yo sabía lo que pasaba en realidad, y lo que pensara aquella demonio de mi...pues poco me importaba.

-Por cierto...¿se puede saber de que demonios vas vestida?.-le pregunté, mirándola en actitud crítica. No tenía ni idea el concepto que tenía ella de "disfraz de Halloween", pero lo que era seguro es que no daba miedo de ningún modo. A no ser que a los angelitos les asustara lo que fuera el disfraz de ella. Y si así era, debo confesar que los ángeles eran mucho mas debiluchos de lo que pensaba, lo cual es mucho.