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A la espera {Kelsey J. Stanford}
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A la espera {Kelsey J. Stanford}
Aquella tarde, Daniel estaba extasiado. Ya había superado el encontronazo tan extraño con esa chica rubia, después de ver la pelea en el callejón, aunque no era ese el motivo de que llevase todo el día con una sonrisa, más amplia de lo habitual, en la cara. La cuestión es que había recibido nuevas órdenes celestiales. Por fin le habían asignado a un humano al que proteger. ¡Era la primera alma que estaba exclusivamente a su cargo! A pesar de lo joven que es, Daniel sabe que es una grandísima responsabilidad, pero no podía evitar estar tan contento. Lo había esperado mucho tiempo.
Y por eso se había pasado todo el santo día mirando a toda persona que pasaba por su lado. No le habían dicho quién era exactamente, sólo que lo sabría. Para eso era un ángel, ¿no?
Incluso, había salido temprano de la residencia para echarse a las calles a buscar a esa persona. En aquel momento se encontraba en el puerto, con la brisa fresca del mar despejándole un poco los nervios. Andaba con paso rápido e impaciente, dando vueltas sobre si mismo de vez en cuando para no perder a nadie de vista, no fuera a ser que se le pasase... Pasó un buen rato antes de que Daniel empezara a impacientarse del todo. Nada, todavía. Suspiró, intentando calmarse, la paciencia era una virtud, tenía que ser paciente... Pero le resultaba muy, muy difícil.
Finalmente se decidió a ponerse en pie encima del bajo muro que separaba la arena de por donde paseaban los caminantes. Se quedó allí, mirando a los transeúntes pasar, unos con prisa, otros simplemente paseando, niños, no tan niños, ancianos... Y lo hizo sin siquiera pararse a disimular, pues si él no quería nadie podría verle allí encaramado.
Y por eso se había pasado todo el santo día mirando a toda persona que pasaba por su lado. No le habían dicho quién era exactamente, sólo que lo sabría. Para eso era un ángel, ¿no?
Incluso, había salido temprano de la residencia para echarse a las calles a buscar a esa persona. En aquel momento se encontraba en el puerto, con la brisa fresca del mar despejándole un poco los nervios. Andaba con paso rápido e impaciente, dando vueltas sobre si mismo de vez en cuando para no perder a nadie de vista, no fuera a ser que se le pasase... Pasó un buen rato antes de que Daniel empezara a impacientarse del todo. Nada, todavía. Suspiró, intentando calmarse, la paciencia era una virtud, tenía que ser paciente... Pero le resultaba muy, muy difícil.
Finalmente se decidió a ponerse en pie encima del bajo muro que separaba la arena de por donde paseaban los caminantes. Se quedó allí, mirando a los transeúntes pasar, unos con prisa, otros simplemente paseando, niños, no tan niños, ancianos... Y lo hizo sin siquiera pararse a disimular, pues si él no quería nadie podría verle allí encaramado.
Invitado- Invitado
Re: A la espera {Kelsey J. Stanford}
Mis andares eran tranquilos. Mi respiración acompañaba los pasos que daba con tanto esmero, no me dirigía a ningún lado en particular, pero sabia que, si caminaba, tarde o temprano a algún lado llegaría.
El parque estaba casi vació, las muy pocas personas que se hallaban allí me miraban con curiosidad al pasar frente a ellos, de seguro por mis pies descalzos. Hiciera frió o no, los chicos jamas dejaban respirar sus pies, y yo lo veía muy desagradable. Si, estaba el inconveniente de poder herir sus pies, pero eso era culpa suya. En primer lugar, nada que hiriera un pie, como el vidrio, debería estar tirado en el suelo, sin embargo a los humanos no parecía importarles mucho la suciedad de su mundo. En segundo lugar, toda persona debería mirar el transcurso de su viaje, de no ser así podría llevarse varias sorpresas.
Una gran ventisca cubrió todo mi ser, mi fina bufanda salio volando por los aires. No me alarme, claro que no había razón para hacerlo. Ese día estaba algo extraño respecto al clima, en la mañana había llovido, luego, al mediodía, había salido el sol, y ahora una niebla cubría toda la ciudad acompañada de grandes ventiscas que iban y venían, tomando desprevenidos a todos. Camine siguiendo el camino aéreo de mi bufanda. El parque era enorme así que no dude de que fuera a salirse hasta la calle mas próxima.
Luego de unos minutos, fue descendiendo lentamente. Levante un brazo lentamente, con una media sonrisa de tranquilidad en mi rostro, y espere hasta que la bufanda cayo directamente en mi mano. Seguí caminando hasta toparme con una banca, amaba esas bancas, me hacían recordar a las películas, una de las creaciones humanas que mas me gustaban. Me senté mirando a ambos lados con serenidad, el lugar estaba completamente desierto. Me apoye contra el respaldo de la banca y cerré los ojos, una melodía llego a mi, mas bien una canción. Era una canción tan tranquila, su letra era preciosa, sin embargo no terminaba de comprenderla, ni siquiera conocía esa canción. Me dio una sensación de melancolía, relaje mi mente buscando mas de esa canción, tal vez era algún mensaje, pero entonces...se desvaneció. Seguia mi paso, firme y relajado, escuchaba música, y la tarareaba mientras que seguia mi paso hasta el puerto, en donde estaba un chico un tanto extraño, me recordaba a mi madre, cada vez que miraba a un chico, me recordaba a lo que ella pasaba y mi pasado arrastrándose conmigo.
El parque estaba casi vació, las muy pocas personas que se hallaban allí me miraban con curiosidad al pasar frente a ellos, de seguro por mis pies descalzos. Hiciera frió o no, los chicos jamas dejaban respirar sus pies, y yo lo veía muy desagradable. Si, estaba el inconveniente de poder herir sus pies, pero eso era culpa suya. En primer lugar, nada que hiriera un pie, como el vidrio, debería estar tirado en el suelo, sin embargo a los humanos no parecía importarles mucho la suciedad de su mundo. En segundo lugar, toda persona debería mirar el transcurso de su viaje, de no ser así podría llevarse varias sorpresas.
Una gran ventisca cubrió todo mi ser, mi fina bufanda salio volando por los aires. No me alarme, claro que no había razón para hacerlo. Ese día estaba algo extraño respecto al clima, en la mañana había llovido, luego, al mediodía, había salido el sol, y ahora una niebla cubría toda la ciudad acompañada de grandes ventiscas que iban y venían, tomando desprevenidos a todos. Camine siguiendo el camino aéreo de mi bufanda. El parque era enorme así que no dude de que fuera a salirse hasta la calle mas próxima.
Luego de unos minutos, fue descendiendo lentamente. Levante un brazo lentamente, con una media sonrisa de tranquilidad en mi rostro, y espere hasta que la bufanda cayo directamente en mi mano. Seguí caminando hasta toparme con una banca, amaba esas bancas, me hacían recordar a las películas, una de las creaciones humanas que mas me gustaban. Me senté mirando a ambos lados con serenidad, el lugar estaba completamente desierto. Me apoye contra el respaldo de la banca y cerré los ojos, una melodía llego a mi, mas bien una canción. Era una canción tan tranquila, su letra era preciosa, sin embargo no terminaba de comprenderla, ni siquiera conocía esa canción. Me dio una sensación de melancolía, relaje mi mente buscando mas de esa canción, tal vez era algún mensaje, pero entonces...se desvaneció. Seguia mi paso, firme y relajado, escuchaba música, y la tarareaba mientras que seguia mi paso hasta el puerto, en donde estaba un chico un tanto extraño, me recordaba a mi madre, cada vez que miraba a un chico, me recordaba a lo que ella pasaba y mi pasado arrastrándose conmigo.
Kelsey J. Stanford- #} i'm a nephilim
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Fecha de inscripción : 19/09/2011
Re: A la espera {Kelsey J. Stanford}
Allí seguía él, esperando. Realmente no sabía a que esperaba, pues no tenía ni idea de como reconocería a su protegido, o protegida o lo que quiera que sea. Sin embargo Daniel no perdía la esperanza, por mucho rato que pasase, era lo suficientemente optimista, además de la fe, por supuesto.
Decidió fijarse mejor en los humanos que veía pasar ante sus ojos. A pesar de que alguno de sus compañeros más radicales opinaban que eran una raza destructora y pecadora, demasiados débiles ante la tentación, a Daniel le gustaban. Llevaba desde casi el día de su creación observándolos, era inevitable que les tuviese cariño a pesar de no conocerlos en realidad. Y eran tan vulnerables... Por eso necesitaban la ayuda de los de su raza. No pudo evitar una sonrisa al ver a unos niños pequeños pasar correteando. Especialmente ellos, que aún conservaban esa inocencia pura, aunque por desgracia la acabarían perdiendo con los años, corrompida tal vez...
Perdido en sus pensamientos, no se percató de que ese alguien a quien tanto esperaba ya se estaba acercando. Hasta que giró un poco sobre sus talones, sin bajarse del muro.
Justo en ese instante se cruzó con aquella mirada clara, que tanto resaltaba por el cabello negro que caía a ambos lados de la cara. Se trataba de una muchacha que no debía tener mucha más edad de la que él aparentaba. Sintió algo que provenía de ella, algo que incluso se podía leer en sus rasgos si se gozaba del conocimiento adecuado y que en un principio creyó que era la 'señal' que le habían mencionado... Pero no, no era eso. Lo que sucedía es que esa chica no era humana... Del todo. Había un rastro celestial en su aura. Esto le sorprendió. Nunca se había cruzado con una de ellos, el hijo de un ángel... La curiosidad lo llamó a acercarse a la muchacha, bajando de un ágil salto al suelo. La perdió un momento de vista entre la gente, y algo inquieto volvió a buscarla, dándose media vuelta...
... Y encontrándola justo de frente, a apenas un paso de distancia.
- ¡Ah, aquí estás! - Se le escapó de repente y sin pensar. ¡No, no, no! Así no se suponía que debía hacerlo, tenía que ser cauto, sosegado y discreto... Su tutor se lo habría echado en cara. Sin embargo Daniel sonreía. Ni siquiera lo había pensado, pero el instinto se había encargado de hacerle saber que por fin la había encontrado. Era aquella chica, estaba seguro.- Oh, dios mío, perdóneme... Me parece que le confundí con otra persona...- Dijo rápidamente con intención de disimular, pero como ángel que era no estaba creado para mentir, ni siquiera mentirijillas piadosas.- Soy Daniel, Daniel Hansen, disculpe mi descuido.- Añadió más deprisa de lo debido con una graan sonrisa pintada en la cara. ¡Eso es! No era culpa suya, era la emoción que le hacía ser tan impulsivo, estaba demasiado contento y eso lo traicionaba.
Decidió fijarse mejor en los humanos que veía pasar ante sus ojos. A pesar de que alguno de sus compañeros más radicales opinaban que eran una raza destructora y pecadora, demasiados débiles ante la tentación, a Daniel le gustaban. Llevaba desde casi el día de su creación observándolos, era inevitable que les tuviese cariño a pesar de no conocerlos en realidad. Y eran tan vulnerables... Por eso necesitaban la ayuda de los de su raza. No pudo evitar una sonrisa al ver a unos niños pequeños pasar correteando. Especialmente ellos, que aún conservaban esa inocencia pura, aunque por desgracia la acabarían perdiendo con los años, corrompida tal vez...
Perdido en sus pensamientos, no se percató de que ese alguien a quien tanto esperaba ya se estaba acercando. Hasta que giró un poco sobre sus talones, sin bajarse del muro.
Justo en ese instante se cruzó con aquella mirada clara, que tanto resaltaba por el cabello negro que caía a ambos lados de la cara. Se trataba de una muchacha que no debía tener mucha más edad de la que él aparentaba. Sintió algo que provenía de ella, algo que incluso se podía leer en sus rasgos si se gozaba del conocimiento adecuado y que en un principio creyó que era la 'señal' que le habían mencionado... Pero no, no era eso. Lo que sucedía es que esa chica no era humana... Del todo. Había un rastro celestial en su aura. Esto le sorprendió. Nunca se había cruzado con una de ellos, el hijo de un ángel... La curiosidad lo llamó a acercarse a la muchacha, bajando de un ágil salto al suelo. La perdió un momento de vista entre la gente, y algo inquieto volvió a buscarla, dándose media vuelta...
... Y encontrándola justo de frente, a apenas un paso de distancia.
- ¡Ah, aquí estás! - Se le escapó de repente y sin pensar. ¡No, no, no! Así no se suponía que debía hacerlo, tenía que ser cauto, sosegado y discreto... Su tutor se lo habría echado en cara. Sin embargo Daniel sonreía. Ni siquiera lo había pensado, pero el instinto se había encargado de hacerle saber que por fin la había encontrado. Era aquella chica, estaba seguro.- Oh, dios mío, perdóneme... Me parece que le confundí con otra persona...- Dijo rápidamente con intención de disimular, pero como ángel que era no estaba creado para mentir, ni siquiera mentirijillas piadosas.- Soy Daniel, Daniel Hansen, disculpe mi descuido.- Añadió más deprisa de lo debido con una graan sonrisa pintada en la cara. ¡Eso es! No era culpa suya, era la emoción que le hacía ser tan impulsivo, estaba demasiado contento y eso lo traicionaba.
Invitado- Invitado
Re: A la espera {Kelsey J. Stanford}
Un suspiro era lo que más se le iba en esos momentos, extrañaba a mi madre mas de lo que lograba decir, suspiro profundamente antes de dignarse a encontrarse con alguien, dibujo un intento de sonrisa mientras que observaba a todos, un par de niños correteando paso por sobre mis pies, sonreí deliberadamente y les acomode el cabello mientras que jugaba con el mío. Sentí una caricia justo en mi mejilla, que manera tan rara de decirme las cosas. Siempre pasaba lo mismo, en este caso estaba soñando despierta, mire a Derek de mala gana y tropecé con alguien – Lo siento muchísimo, tengo que fijarme mas por donde voy- murmure mientras que me agachaba, “Deja de soñar despierta, un día de estos mataras a un gato por ello” sacudí la cabeza sacando de aquella la idea de asesinar algo.
Suspire y miro a mi alrededor, tanta gente feliz, compartiendo con su familia, sonriente, divirtiéndose y yo solamente con la simple idea de ver a mi hermanastro nuevamente, maldecía por lo bajo cada vez que eso pasaba, un suspiro ahogado salio de mis labios cada vez que pensaba en el. Los recuerdos de aquella noche pasaban frente a mis ojos y yo solamente negaba levemente ante aquellas fieras dispuestas a atormentar mi vida nuevamente. No me lo permitiría otra vez, habían arruinado por completo mi recital de danza y mi audición de canto unas cuatro veces por lo menos.
Mire un banco justo frente a mi, me senté en el despejando mi mente, nada podía ser peor en ese momento, aunque así lo fuera estaba segura que no lo seria, un suspiro ahogado salio de mis labios hasta que mis pensamientos fueron interrumpidos por un “Hay estas” “¿Qué diablos?” Pensé de un momento a otro, después el chico dijo que me había confundido, menuda sorpresa, nadie salía con eso y después decía otra cosa. Mi sonrojo se elevo y mis labios se entreabrieron casi para pronunciar una palabra, pero el chico hablo nuevamente, quizás demasiado rápido, ¿estaba nervioso acaso? Sacudí la cabeza y le respondí a su presentación – Soy Kelsey Stanford- pronuncie entre dientes mas que abiertamente, los nervios me consumían y fácilmente lograba exasperarme.
Suspire y miro a mi alrededor, tanta gente feliz, compartiendo con su familia, sonriente, divirtiéndose y yo solamente con la simple idea de ver a mi hermanastro nuevamente, maldecía por lo bajo cada vez que eso pasaba, un suspiro ahogado salio de mis labios cada vez que pensaba en el. Los recuerdos de aquella noche pasaban frente a mis ojos y yo solamente negaba levemente ante aquellas fieras dispuestas a atormentar mi vida nuevamente. No me lo permitiría otra vez, habían arruinado por completo mi recital de danza y mi audición de canto unas cuatro veces por lo menos.
Mire un banco justo frente a mi, me senté en el despejando mi mente, nada podía ser peor en ese momento, aunque así lo fuera estaba segura que no lo seria, un suspiro ahogado salio de mis labios hasta que mis pensamientos fueron interrumpidos por un “Hay estas” “¿Qué diablos?” Pensé de un momento a otro, después el chico dijo que me había confundido, menuda sorpresa, nadie salía con eso y después decía otra cosa. Mi sonrojo se elevo y mis labios se entreabrieron casi para pronunciar una palabra, pero el chico hablo nuevamente, quizás demasiado rápido, ¿estaba nervioso acaso? Sacudí la cabeza y le respondí a su presentación – Soy Kelsey Stanford- pronuncie entre dientes mas que abiertamente, los nervios me consumían y fácilmente lograba exasperarme.
Kelsey J. Stanford- #} i'm a nephilim
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Fecha de inscripción : 19/09/2011
Re: A la espera {Kelsey J. Stanford}
Daniel vio como la pobre chica se sonrojaba e intentaba decir algo, con un poco de susto reflejado en la cara. Él sonrió levemente, como a modo de disculpa, y esperó esta vez con la paciencia que debería haber tenido al principio a que ella le contestase. Sólo esperaba que, como sucedía con todos, las buenas vibraciones que emanaba como ángel a quien estaba a su alrededor la ayudase a tranquilizarse y no desconfiar de él. Aunque nunca había conocido a nadie que desconfiase de un ángel, le resulta hasta divertida la idea. Lo que le faltaba es que su protegida no confiase en él... Aún tenía tantas cosas que aprender.
- Encantado, Kelsey.- Respondió con una amplia y amistosa sonrisa, emocionado por pronunciar por primera vez el nombre de ella. Pero al momento se dio cuenta de que no iba bien por ese camino, tenía que haber empezado menos bruscamente... Así que intenta enmendarse.- Lo siento, ¿te he asustado? - Dijo en voz más bajita, agachándose ligeramente en dirección a la chica, sentada en el banco.- No era mi intención ser tan directo, es que... Bueno hoy estoy un poquito emocionado.- Soltó una suave risa, mirando durante un momento a los claros ojos de la morena, llenos de nerviosismo. Se sintió culpable, pobrecita, quizá la estaba molestando. Aunque Daniel era cabezón en estos asuntos y nunca se rendía, tuvo que admitir que tal vez lo mejor para ambos era que se retirase y volviera otro día para empezar con mejor pie.- Perdón otra vez, te estoy incomodando... ¿Prefieres que me marche? - Propuso, poniéndose recto otra vez y dando un pasito hacia atrás, mientras le dedicaba una sonrisa sincera.
- Encantado, Kelsey.- Respondió con una amplia y amistosa sonrisa, emocionado por pronunciar por primera vez el nombre de ella. Pero al momento se dio cuenta de que no iba bien por ese camino, tenía que haber empezado menos bruscamente... Así que intenta enmendarse.- Lo siento, ¿te he asustado? - Dijo en voz más bajita, agachándose ligeramente en dirección a la chica, sentada en el banco.- No era mi intención ser tan directo, es que... Bueno hoy estoy un poquito emocionado.- Soltó una suave risa, mirando durante un momento a los claros ojos de la morena, llenos de nerviosismo. Se sintió culpable, pobrecita, quizá la estaba molestando. Aunque Daniel era cabezón en estos asuntos y nunca se rendía, tuvo que admitir que tal vez lo mejor para ambos era que se retirase y volviera otro día para empezar con mejor pie.- Perdón otra vez, te estoy incomodando... ¿Prefieres que me marche? - Propuso, poniéndose recto otra vez y dando un pasito hacia atrás, mientras le dedicaba una sonrisa sincera.
Invitado- Invitado
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