La Huésped - Años más tarde {Fanfic}

Bueee, hace tiempo que hice estas hojas, luego de leer La Huésped, si me permiten decirlo: El mejor libro de Stephenie Meyer. Me falta terminarlo {como muchas cosas ._.}, pero si les gusta, lo terminaré Espero les agrade. Besotes y gracias por leerlo

Fanfic de La Huésped.

Wanda

¿Cómo pasó esto? ¿Cuándo Jamie dejó de ser un niño? ¿Qué hice para que me viera de ésta forma? Debí ser precavida. No mantener demasiado contacto con él. Ciertamente, mi rostro era hermoso. Pero, ¿cómo iba a imaginarme que Jamie, mi Jamie, lo vería con ojos diferentes? Había sido él, precisamente, quien eligió el cuerpo. Recordaba claramente sus palabras:
—Sabía que tenías que ser guapa.
Él había dado la última palabra. Él fue quien dio la última palabra. Jamie eligió de entre miles de cuerpos éste que ahora me pertenecía. El que una vez fue el hogar de Pet. Pero, incluso sabiendo eso… ¿cómo había pasado lo de hacía un minuto?
Jamie, mi Jamie, acababa de besarme.
No como solía hacerlo antes, cuando mi pequeño y plateado cuerpo se encontraba en el de Mel. O cuando recién me trasladaron a este huésped. ¿Dónde había quedado el amor de hermanos? ¿Desde cuándo Jamie me veía como mujer? ¿Cómo soportaba verme con Ian todos los días desde hacía dos años?
Mis ojos estaban bien abiertos. Esos grandes círculos azules en mi rostro, se encontraban observando al chico delante de mí. No se había movido todavía. Continuaba a la espera de mi reacción. Y yo no tenía la menor idea de qué hacer.
—Wanda… ¿Estás bien?
Su voz me parecía lejana. Esa voz que ya no pertenecía a la un niño. Jamie no era un niño. Ya no. Acababa de cumplir sus quince años. Pero psicológicamente era un chico bastante maduro. Igual que todos en esa cueva.
No sabía que responder.
Mis labios se encontraban entreabiertos e inmóviles.
Mi corazón palpitaba enérgicamente. La impresión era muy grande.
Me había besado. En la oscuridad latente de mi habitación. Ese hueco en la roca adornado con algunos artículos de los cuales me había hecho en la última expedición. Todavía me costaba tener que…robar a mis hermanos, las almas, pero debía entender de una buena vez y completamente que todo ese sacrificio era por el bien de mi familia. Mi verdadera familia. Mis humanos.
Moví los labios intentado gesticular palabras pero mi garganta estaba seca. Y tan débil como sólo yo sabía ser me derrumbé; las espesas lágrimas anegaron mis ojos. Una por una fueron cayendo por mis mejillas hasta el suelo seco y frío de roca volcánica.
—No Wanda, no llores, por favor, no llores.
De un segundo a otro sus largos brazos se encontraban abrazándome por la espalda. Me asió con fuerza en su pecho. Hablando en susurros, ahogando mis gimoteos.
—Perdón, Wanda. No sé qué me pasó… Por favor, perdóname —entonces su rostro quedó justo frente al mío de nuevo, me miró con…pena. Se sentía mal por haberme hecho llorar, o quizá por haberme besado, o por las dos cosas—. Dime que me perdonas. Necesito que me lo digas.
Tenía que responderle. Lo conocía lo suficiente como para saber que si no lo perdonaba se encerraría en lo que era su cuarto, o en cualquier otro sitio, y no hablaría con nadie, ni comería, ni aceptaría nada de nadie; estaría culpándose todo el tiempo sin hablar con nadie, ni siquiera conmigo. Así que tenía que hablar.
Volví a abrir los labios mientras escrutaba sus ojos buscando a mi hermano. Al que yo consideraba mi hermano. Por fin lo logré.
—Jamie… ¿Por qué?
No sabía qué más decir. Esa pregunta bien podría darme todas las respuestas o hundirme más en el mar de incredulidad en el que me encontraba ahora.
—Porque te amo, Wanda.

Jamie

Nadie me lo pidió. Bueno, de hecho ya nadie me pide que lo haga, yo mismo tomo la charola y sirvo comida para Wanda, que se encuentra allá en la habitación que comparte con Ian.
Pobrecita. De nuevo se lastimó.
Sus huesos son tan frágiles. Bueno, toda ella es frágil. ¿Habría sido un error de mi parte elegir el cuerpo de esa chica? Ya no era tiempo para arrepentirse. Igual a todos les gustaba mucho. De verdad que era linda. Como un ángel. Justo como le había dicho cuando despertó aquel día que Doc la cambió de huésped.
Voy a llevarle la comida, ya que ni Ian ni Jared están, salieron de expedición hace dos días, Mel los acompaña; claro, por nada del mundo deja a Jared solo. En ocasiones me dan celos, lo admito, no me hace mucho caso, pero, bien, siempre está Wanda para mí.
Los túneles están oscuros y ligeramente húmedos. Ha estado lloviendo últimamente, aunque no igual que el mes pasado. ¡Valla que se caía el cielo!
Siempre era muy divertido ver el rostro de Wanda y de Sol, admiradas por la lluvia. Era como muy nuevo para ellas aunque ya lo hubiesen visto antes, en el principio. Para ser sincero, le guardo cierto rencor a la lluvia porque por sus consecuencias Wanda está lastimada. Volvían de una expedición ella, Ian, Kyle y Sharon –oh, sí, Sharon los acompañó- y en un descuido que Ian la soltó, ¡zaz! Al suelo. Resbaló por la ladera de la entrada de la cueva. Yo no vi, claro, pero eso fue lo que Kyle contó. Para cuando pude verla, Doc ya la había vendado. No había más que medicamento para el dolor. Sin dolor. Así que Melanie siempre preocupada por el bien estar de Wanda ofertó una nueva salida apresurada. Y así es como ahora me encuentro llevándole sus alimentos. Es mejor que ni intente ponerse de pie. Igual no le duele por la medicina, pero Doc dijo “Reposo, señorita”, y claro, ella obedece siempre.
Me detengo en la entrada a su cueva. Valla que le ha hecho mejoras. Bueno, bueno, gracias a ella todos tenemos mejoras en la estancia. Antes de tocar escucho murmullos. Aclaremos, sus murmullos. Debe estar leyendo en voz alta de nuevo. Cómo le gusta leer.
Me gusta cuando lo hace, porque inventa una voz para cada personaje, como si fuera una obra de teatro. Así que me quedo ahí fuera, al lado de su puerta, escuchando su vocecita tan suave que tiene. Está tan concentrada en lo que hace que ni siquiera se ha dado cuenta que estoy ahí. Recargó mi cabeza en la roca, mirándola con fascinación.
Wanda es tan…hermosa.
¡Por Dios santo, Jamie! ¿Qué estás diciendo?
Bueno, más bien, ¿cómo lo estoy diciendo?
Bah. A quién quiero engañar. Dentro de mi cabeza estoy cien por ciento seguro. Nadie me espía. Nadie tiene poderes sobrenaturales como para saber lo que estoy pensando. Y he sido un muy buen actor.
La verdad es que Wanda me gusta mucho.
Dejé de verla como mi hermana desde que tiene su propio cuerpo. Yo había elegido a la chica, es decir, al huésped. Y no fue sólo por saber que ella debería de ser guapa, sino también porque me había gustado.
Oh, vamos, soy hombre.
A pesar de eso, Ian y ella están juntos. Así será siempre para mi desgracia. Bueno, tal vez un día encontraré a una chica para mí. Pero, ¿olvidarme de Wanda teniéndola tan cerca? Es de pensarlo dos o tres veces.
—¡Ey Jamie!
Oh, ya se dio cuenta que estoy aquí.
—¡Ey! ¿Tienes hambre? Te traje algo de comida.
Sonrío como siempre. Tengo una sonrisa especial para ella, una que sólo le pertenece a ella. Y ella también tiene esa sonrisa para mí. La que me encanta, me envuelve, me hace olvidarme de los demás y concentrarme únicamente en ella.
Me siento a su lado colocando la charola en su regazo. Ella deja el libro en su mesita de noche, junto con otra pila de libros que tiene bien acomodados. ¿Por qué siempre huele tan bien? Es decir, Wanda.
Su aroma es dulce.
Ahora entiendo porque el tonto de Ian siempre está pegado a su lado. Bueno, cuando está aquí.
—Gracias, Jamie.
Me dice acercándose para besar mi mejilla.
Yo no puedo evitar extender mi ya ancha sonrisa. Es que de verdad me encanta. Siempre es tan…linda. Es fácil quererla. No entiendo como mi tía Maggie sigue reacia a evitarla. Gracias a Wanda, Maggie se salvó de morir. De no haber sido porque Wanda trajo Anti-Veneno en su última salida, Maggie estaría muerta ahora. Seguro. Es que a la tía Maggs la mordió una serpiente. Y no es que me dé gusto, pero así como es ella de…pesada, bien se lo merecía.
Siento cosquillas donde acaba de dejar el beso.
Giro mi rostro para verla y me doy cuenta que estamos muy cerca. Pero a ella no le importa mucho porque ella no me ve como yo a ella. Tengo que contenerme. Su aroma llega con más fuerza a mi nariz.
Miro sus labios, luego subo los ojos a los suyos. Está como extrañada. Rayos. ¿Sospechara algo? Mmm. No, no creo. Si no actúo, Wanda no se dará cuenta. Así que tengo que seguir actuando.
—De nada. Debes comer bien, además ya sabes que…
—…hay que comernos todo lo que se descompone más rápido. Lo sé.
Reímos juntos. Ha aprendido muy bien todo. No es para menos, ya lleva dos años y meses con nosotros. Y el tío Jeb siempre es tan insistente con sus reglas.
¿Por qué me parece más guapa hoy que ayer?
¿Será ese broche en forma de mariposa que se ha puesto en el cabello? ¿o quizá que se puso brillo en los labios?
Ok, ok, yo siempre veo a Wanda hermosa. Pero, de verdad, hoy en especial tiene algo que la hace verse mejor. ¿Qué es? Mmm. Quizá sólo es que cada día que pasa me gusta más.
Y ella tan ingenua. Si supiera lo que me hace sentir. Si tuviera una pequeña idea de lo que su voz me provoca. No se imagina el lugar a donde su risa me lleva. No, ella no sabe. Pero yo sí.
Quiero besarla.
¡No, idiota! ¡No lo hagas!
Pero quiero besarla. Necesito sentir sus labios.
No hay nadie que nos vea. Estamos seguros aquí dentro.
En un segundo, su risa se apaga. Mis labios se encuentran con los suyos.
La he callado con un beso. Como en las películas. Pero esto…esto es mucho mejor.
Wow, qué bien se siente. Mis ojos se cierran y creo que los suyos también. Muevo mis labios y ella los amolda con rigidez. Es extraño. Como si quisiera continuar y a la vez no. Es obvio. Esto es nuevo. Para mí. Y para ella.
Su sabor… No se compara a nada que conozca.
Creo que estoy flotando.
Pero… caí. Estoy cayendo.
Mis ojos se abren y me encuentro con los de Wanda. Sus enormes y hermosos ojos azules. Me mira…de una manera que no lo había hecho nunca. Me siento estúpido. Completa e irrevocablemente estúpido.
¿Qué hice?