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Show must go on {Max}
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Show must go on {Max}
Era ya de noche cuando mi figura se pudo ver en el teatro. En realidad, no es que hubiera ido por una razón en particular. Normalmente, cuando me desplazaba a algún sitio era porque tenía un objetivo: atrapar a un ángel, conseguir algo de información, contener a algún demonio que no estaba tomando las precauciones debidas para que no descubrieran su tapadera...y cuando no era algo de eso, debía atender la tienda que se suponía que era mi fuente de ingresos. Eso último lo hacía mas que nada por guardar las apariencias, puesto que en el mundo humano todo el mundo debía tener un trabajo con el que subsistir en sus cortas y anodinas vidas. Y si quería mezclarme entre ellos, lo mejor que podía hacer era trabajar como lo hacían ellos, aunque, por supuesto, yo no necesitaba nada de eso para vivir. Era un simple hobby que hacía cuando no tenía nada mas que hacer. En cierto modo, me ayudaba a desconectar un poco del mundo, y me hacía entrar en un modo relajado de lo normal. Como también lo hacía una noche en el teatro, como la que iba a tener lugar en aquel momento. Era otro sitio en el que podía estar en un modo relajado, puesto que no tenía nada de lo que ocuparme, y podía disfrutar del espectáculo que me ofrecían los humanos actores con la representación de la obra. Quizás hasta pudiera hacer caer a algún que otro humanito por allí. Por supuesto, a alguno de los que hubiera en el público, pues no me gustaría nada que alguno de los actores no pudiera seguir con la obra porque hubiera muerto a mis manos. No iba a frenar la cultura teatral del país acabando con cualquiera de los humanos que actuaban, así que ni objetivo sería la gente que me acompañaría entre las butacas del público.
Entré a su recepción tras haber comprado una de las entradas para la función de esa noche. Era un clásico del teatro, “Romeo y Julieta”, del escritor Shakespeare. Era una obra humana mas que representada, eso era verdad, pero me gustaba la historia, sobre todo el final, en el que los dos humanos caían presos de su propia estupidez y acababan muriendo los dos, lo cual bordaba un final muy bonito ante una historia tan pastelosa y horriblemente romántica. Era la única parte de toda la obra que me gustaba, y sentía un inmenso placer cuando ambos amantes yacían muertos en el suelo. Era por esa única razón por la que había ido al teatro aquella noche, para ver como aquellos actores representaban una de las escenas mas patéticas de la historia del teatro. Además, tenía que reconocer que me gustaba como usaba el léxico ese autor en concreto. No era un gran elogiador de los humanos, sin embargo, debía reconocer el talento para escribir del que hacía gala.
El espacio de las butacas estaba casi vacío. Era deprimente que ni los humanos quisieran gozar de la cultura que ellos mismos habían construido. ¿Como querían así salir adelante? Si no mejoraban un poco su cultura, siempre serían tan estúpidos e ignorantes como lo eran en esos momentos, aunque a mi me venía de miedo que fueran de ese modo. Así era mucho mas fácil engañarlos para que cayeran en sus instintos y en los pecados. No es que hiciera falta una gran presión por mi parte, pero si me lo iban a poner así de fácil, pues oye, no iba a ser yo quien les prohibiera ser una panda de monos sin pelo mas estúpidos que una roca. Era su elección, supongo. El famoso “libre albedrío” del que gozaban todos los humanos, y del que hacían tan mal uso. Todavía no entendía como los ángeles podían defender a unas criaturas como ellos, pero en fin, parecía que no estaban teniendo mucha suerte por el momento, así que no pensaría demasiado en ello. No estaba allí para condenar a los humanos, por el momento. Ahora solo miraría la obra que iban a representar, y ya cuando acabaran, entonces decidiría a quien condenar de entre toda la gente que hubiera por allí, que esperaba que fuera mas de la que había reunida por el momento, porque no había mucho por donde elegir, la verdad. Prefería tener un poco mas de variedad en cuanto a empezar a condenar a gente, pero bueno, tampoco me iba a poner exquisito.
Busqué entre todas las butacas aquella que tuviera el número que se me había asignado en la entrada, y me senté en ella. Era un asiento situado en las primeras filas, en el extremo izquierdo de la sala. Mi asiento en particular estaba pegado a la pared, con lo cual mi visión del escenario quedaba un poco ladeada, pero no me importaba mucho. Gracias a ese lugar tenía una vista privilegiada de toda la sala si apoyaba mi espalda en la pared, con lo cual me era mucho mas fácil ver si había algún humano interesante. Así por lo menos tendría algún entretenimiento hasta que se decidieran a empezar con la función. Puse colgando del reposa brazos de mi butaca mi chaqueta negra, dejando al descubierto el jersey de color gris que llevaba debajo y que defendía a mi cuerpo del frío que hacía en el exterior, aunque en la sala no me hacía falta para nada, pues había un ambiente un poco mas caldeado.
Después de unos minutos esperando, un humano apartó el grueso telón de terciopelo rojo para dirigirse al poco público que había allí reunido. Sus pequeños ojos repasaron la sala por completo, visiblemente decepcionado por la poca cantidad de gente que había allí. Aunque parecía algo nervioso, su voz se oyó clara y firme por toda la sala cuando nos pidió paciencia, puesto que la obra aun tardaría algún rato en empezar. Tras hacer su anuncio, volvió a internarse tras el telón, desapareciendo de la vista de todos los allí presentes. Me acomodé de nuevo en mi asiento, esperando que aquellos problemas que habrían ocasionado el retraso se solucionaran pronto. Por supuesto, no se iba a cancelar la función. Como decían en el teatro, “El show debe continuar”, es decir, que pasara lo que pasara, siempre tenían que representarse la función por la que tanto tiempo habían perdido haciendo sus trajes, aprendiendo el guión, etc, etc. Así pues, no estaba preocupado por la cancelación del show, y por ello, me dedicaba a observaba la sala completa, con ojos tranquilos, en espera de que ese show por fin comenzase.
Entré a su recepción tras haber comprado una de las entradas para la función de esa noche. Era un clásico del teatro, “Romeo y Julieta”, del escritor Shakespeare. Era una obra humana mas que representada, eso era verdad, pero me gustaba la historia, sobre todo el final, en el que los dos humanos caían presos de su propia estupidez y acababan muriendo los dos, lo cual bordaba un final muy bonito ante una historia tan pastelosa y horriblemente romántica. Era la única parte de toda la obra que me gustaba, y sentía un inmenso placer cuando ambos amantes yacían muertos en el suelo. Era por esa única razón por la que había ido al teatro aquella noche, para ver como aquellos actores representaban una de las escenas mas patéticas de la historia del teatro. Además, tenía que reconocer que me gustaba como usaba el léxico ese autor en concreto. No era un gran elogiador de los humanos, sin embargo, debía reconocer el talento para escribir del que hacía gala.
El espacio de las butacas estaba casi vacío. Era deprimente que ni los humanos quisieran gozar de la cultura que ellos mismos habían construido. ¿Como querían así salir adelante? Si no mejoraban un poco su cultura, siempre serían tan estúpidos e ignorantes como lo eran en esos momentos, aunque a mi me venía de miedo que fueran de ese modo. Así era mucho mas fácil engañarlos para que cayeran en sus instintos y en los pecados. No es que hiciera falta una gran presión por mi parte, pero si me lo iban a poner así de fácil, pues oye, no iba a ser yo quien les prohibiera ser una panda de monos sin pelo mas estúpidos que una roca. Era su elección, supongo. El famoso “libre albedrío” del que gozaban todos los humanos, y del que hacían tan mal uso. Todavía no entendía como los ángeles podían defender a unas criaturas como ellos, pero en fin, parecía que no estaban teniendo mucha suerte por el momento, así que no pensaría demasiado en ello. No estaba allí para condenar a los humanos, por el momento. Ahora solo miraría la obra que iban a representar, y ya cuando acabaran, entonces decidiría a quien condenar de entre toda la gente que hubiera por allí, que esperaba que fuera mas de la que había reunida por el momento, porque no había mucho por donde elegir, la verdad. Prefería tener un poco mas de variedad en cuanto a empezar a condenar a gente, pero bueno, tampoco me iba a poner exquisito.
Busqué entre todas las butacas aquella que tuviera el número que se me había asignado en la entrada, y me senté en ella. Era un asiento situado en las primeras filas, en el extremo izquierdo de la sala. Mi asiento en particular estaba pegado a la pared, con lo cual mi visión del escenario quedaba un poco ladeada, pero no me importaba mucho. Gracias a ese lugar tenía una vista privilegiada de toda la sala si apoyaba mi espalda en la pared, con lo cual me era mucho mas fácil ver si había algún humano interesante. Así por lo menos tendría algún entretenimiento hasta que se decidieran a empezar con la función. Puse colgando del reposa brazos de mi butaca mi chaqueta negra, dejando al descubierto el jersey de color gris que llevaba debajo y que defendía a mi cuerpo del frío que hacía en el exterior, aunque en la sala no me hacía falta para nada, pues había un ambiente un poco mas caldeado.
Después de unos minutos esperando, un humano apartó el grueso telón de terciopelo rojo para dirigirse al poco público que había allí reunido. Sus pequeños ojos repasaron la sala por completo, visiblemente decepcionado por la poca cantidad de gente que había allí. Aunque parecía algo nervioso, su voz se oyó clara y firme por toda la sala cuando nos pidió paciencia, puesto que la obra aun tardaría algún rato en empezar. Tras hacer su anuncio, volvió a internarse tras el telón, desapareciendo de la vista de todos los allí presentes. Me acomodé de nuevo en mi asiento, esperando que aquellos problemas que habrían ocasionado el retraso se solucionaran pronto. Por supuesto, no se iba a cancelar la función. Como decían en el teatro, “El show debe continuar”, es decir, que pasara lo que pasara, siempre tenían que representarse la función por la que tanto tiempo habían perdido haciendo sus trajes, aprendiendo el guión, etc, etc. Así pues, no estaba preocupado por la cancelación del show, y por ello, me dedicaba a observaba la sala completa, con ojos tranquilos, en espera de que ese show por fin comenzase.
Adrik L. Bahuer- #} i'm a demon
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